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Así es la derecha independentista catalana que quiere influir en los medios

Expertos como Manuel Delgado, Gabriel Colomé y Joan Subirats analizan el fenómeno, mientras Bernat Dedéu, por parte de los aludidos, se defiende y se reivindica.

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La exposición con carretillas en el Fossar de les Moreres generó una fuerte protesta en las redes del sector analizado en el artículo

barcelona, Actualizado:

Es y no es un fenómeno nuevo. Pero sí tiene una nueva denominación, y forma parte del debate político y de la polémica en los medios en Catalunya en los últimos meses. Hablamos de lo que se ha bautizado como "nueva derecha independentista", una denominación que ya ha hecho fortuna, y que estaría encabezada por una serie de articulistas en la órbita del PDECat, pero no necesariamente de obediencia a la formación heredera de Convergència. Y que, con los matices necesarios, tienen una serie de rasgos característicos, según explican los analistas consultados.

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"Extremo liberalismo", "políticamente incorrectos", "derecha extrema" que "quiere influir sobre aquellos que tienen poder de decisión política", o "fascismo independentista". Así hablan de este fenómeno analistas como los politólogos Joan Subirats y Gabriel Colomé, o el antropólogo Manuel Delgado. Mientras que, por parte de los aludidos, el filósofo y articulista Bernat Dedéu ve en todo el revuelo en torno a este grupo un intento de "radicalizarnos", y de "apartarnos del debate".

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"Resonancias del 'alt right'"

La nueva denominación de "nueva derecha independentista" -y la polémica a los medios- la inició a finales de febrero un artículo de Roger Palà en Crític , en el que teorizaba que, a partir del concepto de "independentismo transversal" elaborado por CDC durante los años del tripartito, y con "resonancias del alt-right norteamericana", se ha ido creando un "un espacio político que va más allá de los partidos políticos clásicos de la derecha catalana", que busca "dar una imagen de movimiento popular ", y que" tiene un odio casi ancestral a la izquierda progresista de raíz barcelonesa".

Sólo 15 días después, otro artículo, esta vez de Cristian Segura, en El País, incidía en el mismo concepto, y hablaba de “sectores radicales de la derecha y del liberalismo nacionalista", que comparten "maneras agresivas de comunicarse", y que vinculaba a un pasado común en la liberal Fundació Catalunya Oberta. También ponía nombres y apellidos, citando, entre otros, periodistas y columnistas como Bernat Dedéu, Enric Vila, Vicent Sanchis o Francesc Puigpelat, entre otros.

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"Hay un sector de opinión, que escribe y que interviene en los debates, que conecta con una opción política libertarian de raíz norteamericana, de extremo liberalismo", cree el catedrático en Ciencias Políticas Joan Subirats. "Es gente leída, con una conexión internacional y que sabe de qué van las cosas en el mundo; son gente cultivada y viajada, y que conoce la tradición política de EE.UU.", añade, a modo de descripción de este grupo.

"Derecha extrema" con elementos del Tea Party

También ve una conexión norteamericana el profesor de la UB y ex director del Centro de Estudios de Opinión de la Generalitat Gabriel Colomé, pero una conexión más identificable. "Me recuerda mucho a los movimientos que dieron lugar a la nueva Mayoría Moral de New Gingrich, a la reacción a la victoria de Barack Obama con el Tea Party, o incluso a lo que representa ahora Donald Trump", relata. Los sitúa "en el espacio más conservador del independentismo, que no está ocupado por ningún partido", y no duda en calificarlos de "derecha extrema".

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Más lejos aún el antropólogo Manuel Delgado, que niega que se pueda hablar de "derecha independentista", y afirma directamente que se trata de "fascismo independentista". "Siempre hemos partido del imaginario que la derecha es diferente en Catalunya y en España, y no es cierto: las premisas de un cierto patriotismo esencialista son iguales a en Catalunya y en España", asegura.

Delgado también se niega a hablar de un fenómeno nuevo. "No estamos hablando de un accidente meteorológico, estamos hablando de un elemento consustancial a lo largo de toda la historia del catalanismo. Y, cuando hablo de fascismo, no lo hago en sentido despectivo, como un calificativo que se dirige automáticamente a la adversario, sino en el sentido histórico y literal de la palabra. en el sentido de gente como Dencás o los hermanos Badia, y éstos serían los herederos", cree Delgado.

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El contrapregón de Toni Albà mostró la fijación de cierto espacio contra los Comunes. EFE

Cerca y lejos de Convergència

Mucho más matices ve Subirats. "Es una posición difícil de situar en el eje izquierda-derecha tradicional, porque por un lado es anticonservadora y se opone a la derecha tradicional, y por otro también es anti-izquierda", opina. Tampoco ve sencillo situarlos en el mapa político tradicional. En todo caso, considera que "si tuviéramos que situarlo en algún espacio, sería en las cenizas que está dejando CiU". Pero de forma crítica, porque "les es muy fácil renegar de sus antepasados, porque no tienen nada que ver [con ellos]". Con la precisión que "tampoco les gustan los otros independentistas de la CUP y de ERC".

Sea o no un fenómeno nuevo, lo que sí se ha percibido como novedad es la aparición de un discurso inequívocamente independentista desde la derecha, cuando, históricamente, la izquierda - "la izquierda marxista", puntualiza Delgado- siempre había sido hegemónica en el independentismo. Subirats lo explica justamente por la inspiración libertarian de esta corriente. "Creen que un factor de rotura en su línea ideológica es justamente romper con un estado, España, que tradicionalmente ha sido jerárquico, patriarcalista, y que ha tendido a hacer negocios aprovechándose del aparato estatal, y no sobre la base del esfuerzo individual", interpreta.

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En la misma línea, apunta que "la independencia significa una ruptura muy fuerte, no sólo con el Estado, sino con una tradición del catalanismo bienpensante de la derecha catalana". En este sentido, cree que "este independentismo rompedor desde posiciones no de izquierda quiere ir más allá de la lógica benevolente y de 'pájaro en mano' que tradicionalmente, desde Cambó y la Mancomunidad hasta el pujolismo, ha querido más que nada modernizar el Estado, pero participando en él.

"Es una novedad porque siempre hemos visualizado el independentismo en espacio de radicalidad más de izquierda que de derecha", explica Colomé. Que añade, "la CDC reconvertida en PDECat, ha dejado huérfano un espacio muy importante, porque en vez de convertirse en un gran partido conservador se ha movido hacia la izquierda para competir en el espacio de ERC".

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La tradición "fascistizante" de cierto independentismo

Ligeramente diferente lo ve Delgado, que insiste en que, aunque la hegemonía del espacio independentista siempre había estado en la izquierda, a la vez ha habido "otros grupúsculos de raíz fascistizante italiana". Delgado opina que, dentro del independentismo, "siempre ha existido esta derecha cargada de esencialismo, que cree que existe un alma catalana que puede ser contorneada de forma clara, y que permite situar la población en función de su grado de adscripción a una naturaleza primigenia de la catalanidad ". Y cree que, si no se ha manifestado suficientemente hasta ahora, es porque "ha sido disimulada por las condiciones que impuso el franquismo", y que "cuando desaparezcan las condiciones de sumisión en España, desaparecerán las caretas y nos tendremos que ver las caras".

"Hay una especie de tregua entre todos los que creemos en el proyecto de emancipación nacional", añade Delgado. Que remarca que "con la independencia, estas contradicciones aparecerán de una forma inequívoca". "La idea de que somos un solo pueblo es cierta, pero no nos engañemos: la sociedad catalana está tan dividida como cualquier otra, y también tenemos nuestros Trumps y nuestros Le Pen", concluye.

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También hay acuerdo en que esta corriente está básicamente formado por intelectuales con presencia en los medios, más que por políticos. "No les sirve tener un partido, es mucho más importante fijar la hoja de ruta y la agenda de los partidos", afirma Colomé. "Por eso es muy útil para ellos ser opinadores y tener presencia en los medios, porque su objetivo clarísimo es influir sobre aquellos que tienen poder de decisión política", añade. Aquí coincide Subirats. "No veo que haya un político que encarne mucho este sector", explica. Y sólo ve una remota posibilidad de que esta corriente "pueda acabar reconfigurada en un partido si el proceso sigue sufriendo los obstáculos que está sufriendo, y teniendo en cuenta la recomposición que deberá haber en el espacio que está dejando libre Convergència".

Los Comuns, el blanco preferido

Igualmente es obvia una cierta fijación de esta corriente con el espacio de los Comuns, que ha sido el blanco predilecto de sus críticas. Colomé lo cuenta desde una óptica de dinámica de partidos. “Del 2010 al 2014, el objetivo fue destruir el espacio del PSC. Una vez conseguido este objetivo -en parte por las contradicciones del propio PSC, surge un movimiento imprevisto, los Comuns, que remueve el espacio de izquierdas y se come el antiguo espacio de los socialistas, y se convierte en el nuevo objetivo", relata .

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Subirats, en cambio, ve una explicación más ideológica. Explica que, al igual que esta "nueva derecha independentista", también los Comuns "representan una cierta ruptura de las tradiciones estatalistas, jerárquicas y patriarcales provenientes del siglo XX". Pero que, mientras las posiciones de los Comuns "están situadas en una lógica de colectivismo cívico", las de esta corriente apuntan al extremo liberalismo"."Este grupo da por superada la contradicción con las tradiciones del siglo XX y, por tanto, su principal oponente son aquellos que quieren renovar una idea de lo que es común que es contradictoria con su idea renovada de lo individual", considera. "Son un espejo mutuo, de alguna manera", concluye.

Otro rasgo característico de esta "nueva derecha independentista" -que admiten incluso los aludidos- es su agresividad verbal, no muy habitual en la tradición de la opinión publicada en Catalunya. "Pretenden ser rompedores y políticamente incorrectos", explica Subirats. "Esto los sitúa en una posición contracorriente y refuerza su carácter 'rebelde'", considera, para concluir que esta agresividad "forma parte de su vestimenta". Más crítico es Colomé, que reflexiona que "no es tan importante su virulencia verbal, sino como utilizan mecanismos de destrucción del adversario, para desacreditarlo y expulsarlo del espacio de opinión". Y que opina que "quieren constituir su corpus como un canon, de forma que quien no esté a favor está en contra, porque no quieren un debate de ideas, quieren imponer las suyas".

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Dedéu se defiende contraatacando

Justamente lo mismo, pero con los papeles cambiados, opina quién probablemente ha salido más a la luz cuando se ha hablado de "nueva derecha independentista", Bernat Dedéu, que opina que los artículos que hablan de este fenómeno responden al objetivo "de aislar a una cierta gente que podemos estar destacando en los medios, contraponiéndose a lo que representa que es un independentismo progresista y más inclusivo". "Utilizan la táctica de agruparnos con gente moralmente execrable como sería Donald Trump", critica. Y sospecha que "la operación consiste en situarnos en una tesitura radical para buscar una ideología independentista de izquierdas y moderada, que incluya sectores de ERC y los Comuns, para plantear una nueva mayoría de izquierda autonomista pseudo-independentista si fracasa el proceso".

Dedéu también cree que "hay una tirria desde ciertos movimientos de izquierda a aceptar que la derecha o el centro-derecha encabece la ruptura". Añade que "una de las cosas interesantes del movimiento cívico catalán es que no reivindica ninguna ideología", y que, desde esta misma izquierda, hay "un intento de radicalizar una serie de gente para apartarla del debate".

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En cuanto a su -inqüestionable- agresividad verbal, Dedéu no la niega, sino que la reivindica. Explica que, en Catalunya, "durante mucho tiempo ha sido habitual que la gente no diga lo que piensa", y que, en cambio, ahora "hay una serie de escritores, como Enric Vila, Jordi Graupera o yo mismo que escribimos sin complejos, y esto, que debería ser celebrado, es en cambio motivo de escarnio ". Y concluye que "quien debería dar explicaciones es quien actúa bajo el velo de la corrección política y la castración en las palabras".

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