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EEUU siempre supo que la amenaza a la democracia española eran los ultras, y no la extrema izquierda

Los informes secretos de los diplomáticos norteamericanos y del Departamento de Estado muestran que Washington era plenamente consciente desde más de un año antes de la muerte de Franco que la Transición podría ser inter

CARLOS ENRIQUE BAYO

Al final de la dictadura y durante la Transición, Washington siempre agitó el 'peligro comunista' como el mayor riesgo que afrontaba España tras la muerte de Franco. Pero en sus cables secretos reconocía una y otra vez que la verdadera amenaza para el desarrollo de una democracia española la constituía la ultraderecha; de ninguna manera la extrema izquierda.

Desde el primer momento en que la embajada de EEUU empieza a analizar los desafíos que se planteaban con el cambio de régimen (en el verano de 1974, cuando una grave enfermedad obliga al dictador a ceder temporalmente a Juan Carlos la jefatura del Estado), los diplomáticos norteamericanos explican sin ambages al secretario de Estado, Henry Kissinger, que las únicas fuerzas que pueden descarrilar el proyecto monárquico del futuro rey son las ultraderechistas, y especialmente los militares más autoritarios, que ya tienen identificados y que años después participarían en la intentona golpista del 23-F.

El 26 de agosto de 1974, el entonces embajador estadounidense en Madrid, Horacio Rivero, dirige a Kissinger un pormenorizado informe de 11 páginas, titulado 'Evaluación de Juan Carlos y expectativas para la transición' , en el que empieza por advertir de la posibilidad de que 'el achacoso caudillo no dure hasta final de año'. El comienzo es tranquilizador, y vaticina que el todavía príncipe 'alentará algún tipo de liberalización y democratización del régimen'.

Pero el embajador enseguida alerta de que 'la principal amenaza para él desde el régimen vendrá inicialmente de la ultra-derecha, que incluye a algunos oficiales militares retirados que conservan influencia', mientras que 'lo más probable es que los grupos de oposición democrática le den la oportunidad de demostrar sus supuestas intenciones liberales'.

Más adelante, el legado subraya que si Franco queda incapacitado y Juan Carlos trata de 'forzarle constitucionalmente a entregarle todos sus poderes (...) puede producirse un conflicto entre el círculo íntimo de Franco y los que apoyan al príncipe, que podría poner en peligro una sucesión ordenada'.

La embajada de EEUU vaticinó que el Episcopado pondría freno a las protestas del 'clero más progresista'

Entre los máximos apoyos de Juan Carlos, el informe destaca  'la banca y la comunidad financiera', pero de la Iglesia sólo prevé que quedará a la espera de los acontecimientos hasta 'que haya pasado el tiempo suficiente para que el Episcopado pueda juzgar si está avanzando en lo que ellos consideren la dirección correcta. Los líderes eclesiásticos también tratarán de mitigar algunos de los movimientos de protesta patrocinados por el clero más progresista'.

En el otro extremo del régimen franquista, 'la facción Movimiento/Falange seguirá siendo una amenaza para Juan Carlos: lo que se puede denominar como los conservadores derechistas, que incluyen principalmente el conglomerado del movimiento sindical-falangista y diversos generales retirados, que cuentan con bases políticas pequeñas pero notorias en virtud de sus escaños en las Cortes y en el Consejo Nacional del Movimiento. Entre las personalidades prominentes de este sector de las que se puede esperar que se opongan a cualquier verdadera liberalización o manipulación de las ‘sacrosantas' estructuras del régimen, figuran Blas Piñar, José Antonio Girón, el teniente-general Campano López (capitán-general de la región de Madrid), así como los tenientes-generales retirados Iniesta Cano y García Rebull'.

En cambio, el embajador de EEUU supera en el informe la fobia estadounidense por el comunismo para aventurar que el PCE 'mantendrá externamente una tregua política temporal durante la transición', basándose en 'las recientes declaraciones contradictorias del secretario general, Santiago Carrillo'.

En cualquier caso, Rivero advierte a Kissinger de que 'otro factor potencialmente dañino será la actitud y las acciones del padre de Juan Carlos, el considerablemente más liberal Don Juan (...) si algunos sectores del régimen creen que Juan Carlos está siendo excesivamente influido por su padre'.

'Ni la oposición moderada ni el PCE plantearán problemas al Gobierno' posfranquista, escribió el número dos de Kissinger

Catorce meses después de ese extenso informe de Rivero, y ya a sólo un mes de que el dictador fallezca, el número dos del Departamento de Estado de EEUU, Robert S. Ingersoll, elabora un resumen de todos los elementos a disposición de la diplomacia norteamericana que comienza haciendo hincapié en que 'cualquier amenaza a la transición parece emanar de la derecha, en vez de la izquierda (...) derechistas de la línea dura, civiles y militares, podrían tratar de frustrar la sucesión e instalar como jefe del Estado a un derechista intransigente'.

En esa 'Evaluación de la situación post-Franco a corto plazo' , del 21 de octubre de 1975, el subsecretario de Estado norteamericano considera, no obstante, que esos ultraderechistas no tratarán de reemplazar a Juan Carlos, sino que se inclinarán por 'influir en él, neutralizarlo o sortearlo' porque, en el fondo, 'no querrán comenzar a desmantelar un sistema que fue construido básicamente para proteger los intereses conservadores, ni exacerbar cualesquiera incipientes divisiones en el seno de los militares'.

En cambio, afirma Ingersoll, 'la oposición moderada, aunque no esté entusiasmada con el príncipe, y el Partido Comunista de España, pese a oponerse abiertamente a él, es improbable que planteen problemas serios al Gobierno' posfranquista.

Exactamente eso fue lo que ocurrió en los años siguientes.

 

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