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Espadas se dedicará a tiempo completo a la política andaluza una vez aprobado el presupuesto en Sevilla con Podemos e IU

El candidato del PSOE a la presidencia de la Junta afirma tras aprobar con la izquierda las cuentas municipales de 2022: "Hubiera querido terminar este mandato. Lo puedo asegurar de corazón. Pero en la vida hay que tomar decisiones y creo que Andalucía necesita otro gobierno".

Juan Espadas.
Juan Espadas. Laura León

Juan Espadas cerró este lunes los presupuestos del Ayuntamiento de Sevilla para el año próximo con Podemos e IU. Espadas lleva varios meses, desde que ganó las primarias por el liderazgo del PSOE andaluz a la expresidenta Susana Díaz, compatibilizando la labor de oposición al Gobierno de Juanma Moreno con la alcaldía, lo que ha causado inquietud en algunos sectores de su partido.

Ahora, una vez que –considera– ha dejado con las cuentas para el año 2022 la mayor parte de los deberes hechos en el Ayuntamiento, no terminará el mandato y se dedicará a tiempo completo a la política autonómica, según la idea que ha expresado él mismo en alguna ocasión y de la que este martes pretende dar todos o casi todos los detalles.

El planteamiento que tiene, según las fuentes consultadas por Público, cuando deje el cargo, es recorrerse Andalucía de cabo a rabo de aquí hasta las elecciones autonómicas que se convocarán cuando diga el presidente de la Junta.

Espadas dejará la alcaldía –la fecha concreta se la reserva aún, pero, si sus planes se cumplen, podría ser antes de navidades, según las fuentes consultadas– y pasará a ser senador por designación autonómica.

Este nombramiento, que le garantiza un sueldo público y que entra dentro de ciertos usos y costumbres de la política andaluza –Moreno fue también senador un tiempo cuando estaba en la oposición–, ha sido criticado por la izquierda andalucista, que le ha buscado las cosquillas con el asunto –"cobrará un buen sueldo mientras se dedica a hacer campaña", ha dicho Teresa Rodríguez–. Para Espadas, según las fuentes, es una oportunidad de llevar asuntos de Andalucía a Madrid, y lo asume con normalidad. El Pleno del Parlamento podría nombrarlo a propuesta del PSOE esta semana y luego, tomaría posesión el próximo 21 de diciembre en el Senado.

Cuando Espadas renuncie al puesto de alcalde, el Ayuntamiento tendrá que celebrar un pleno en el que se elegirá, con seguridad, al candidato o candidata que proponga el PSOE. La ley prevé que sea el número dos en la lista, salvo que se produzca una renuncia. En este caso tendría que ser la de la concejal Sonia Gaya, hoy secretaria de Organización del PSOE de Sevilla –dejará de serlo el próximo 19 de diciembre y será relevada por Rafael Recio–. En todas las quinielas sucesorias está el edil Antonio Muñoz, de la máxima confianza de Espadas.

Este lunes, ya con el presupuesto municipal en el bolsillo, Espadas resaltó que su equipo y él mismo se habían dejado la piel para lograrlo. Una de las razones por las que ha querido irse con las cuentas aprobadas, es debido a que puede utilizarlo, llegado el caso, contra Moreno, quien no fue capaz de cerrar el suyo, tras la negativa de Vox, al no haber apostado por generar el clima adecuado con el PSOE.

En el Ayuntamiento, el alcalde abrochó un discurso con sabor a despedida en el que resaltó el "cambio absolutamente radical de estilo político", un hecho que se ha traducido, a su juicio, en una imagen de "gobierno en mayoría" cuando ha estado "siempre en minoría". Espadas tiene 13 concejales de 31. "Hubiera querido terminar este mandato. Lo puedo asegurar de corazón. Pero en la vida hay que tomar decisiones y creo que Andalucía necesita otro gobierno", dijo Espadas, según recoge Europa Press.

La hora de la verdad

Después de haber dado el paso de competir con Díaz –hoy también senadora– ha llegado la hora de la verdad para el PSOE andaluz. Es el momento en que Espadas y su proyecto, que ha vinculado al del PSOE federal, al de Pedro Sánchez –después de años de guerra y tregua entre San Vicente y Ferraz– se juegan el todo por el todo.

La militancia del PSOE lo eligió, una vez perdido el Gobierno andaluz, para enterrar el hacha de guerra con Ferraz, unir al partido en la medida que fuera posible y mejorar los últimos resultados electorales. La apuesta se antoja hoy complicada a la luz de las encuestas, que auguran una victoria importante del PP en Andalucía –eso sí, siempre de la mano de Vox–.

Es la primera vez que los socialistas afrontan unas autonómicas desde la oposición. El resultado de diciembre de 2018 fue el peor de su historia, pero logró ser la primera fuerza. Perder esa posición, la de primer partido de Andalucía, sería un nuevo golpe, muy duro, para una organización acostumbrada a ganar y que ha gobernado Andalucía siempre, salvo estos tres años. Desde ese punto de vista, el reto que ha asumido Espadas es grande. Un líder del PSOE solo termina de serlo cuando es al mismo tiempo presidente, recuerdan cuadros socialistas con experiencia.

Espadas no da nada por perdido. El affaire presupuestario y la estrategia con la que lo afrontó la negociación –tendió la mano durante todo el tiempo, aun cuando se produjo la filtración del audio del vicepresidente Juan Marín que acabo por desbaratar todo– le ha permitido coger aire, al quedar en el ambiente un cierto aroma a que su oferta de pacto no fue aceptada por el PP por razones estratégicas y no del todo bien explicadas.

A Espadas se le medirá por lo que obtenga en los comicios que Moreno convocará cuando más le convenga. De momento, los socialistas han cerrado el ciclo orgánico: las piezas están ubicadas y la idea de Espadas es apoyarse en dos ejes: el Gobierno de España y los casi 500 alcaldes del PSOE en Andalucía, todo un ejército que, bien orientado y con ganas, puede lograr muchas cosas. El secretario general del PSOE andaluz tiene ahora mismo dos problemas fundamentales de cara a los comicios. Por un lado, no es tan conocido como su rival, el presidente Moreno, y, por otro, ser alcalde de Sevilla, podría decirse, penaliza sobre el papel en otros lugares de Andalucía, en los que existe cierta desafección hacia la ciudad.

Espadas fue alcalde de Sevilla a la segunda gracias, sobre todo, a la defensa que hizo de su candidatura precisamente Díaz –entonces secretaria general y presidenta– después de haber sufrido una derrota apabullante en 2011: en la primera ocasión fue arrasado por el PP y sufrió el castigo que se le reservaba a José Luis Rodríguez Zapatero por su gestión de la crisis postLehman. A la segunda, fue alcalde.

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