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La Florida de L'Hospitalet, el barrio de Morad al que el rapero no puede volver

Hablamos con los vecinos de uno de los barrios más densos de Europa, que ha visto cómo Morad se ha catapultado al éxito mundial. Tras su detención la semana pasada por una acusación de desórdenes públicos y daños, queda apartado de la zona hasta nueva orden por el juzgado número 5 de Hospitalet.

Un dels edficis dels Blocs de La Florida.
Edificios en La Florida. Público

Los Bloques de la Florida, en L'Hospitalet de Llobregat, se construyeron durante el franquismo para realojar a la gente que vivía en las barracas del Somorrostro, en la Barceloneta. Ahora es conocido por las nuevas generaciones por ser el barrio del que ha salido Morad, el cantante español con más reproducciones en Spotify y rey ​​de los mec de la rue (MDLR) en nuestro país. En francés significa "chico de la calle", y él mismo se ha puesto esta etiqueta bajo la que se engloban los jóvenes de varios orígenes de los suburbios de las ciudades europeas.

Paradójicamente, el joven ahora tiene prohibido entrar en el barrio que le ha visto crecer y donde ha grabado sus videoclips que han dado la vuelta al mundo, como Pelele, que tiene 53 millones de reproducciones en YouTube.

Los vecinos se debaten entre la condena de la medida y la reivindicación del barrio, pero también aparece malestar

Acusado de incitar desórdenes públicos, Morad no puede entrar en la Florida por orden del juzgado de instrucción número 5 de Hospitalet de Llobregat. A raíz de dos contenedores y dos coches quemados la semana pasada en la zona, los Mossos le detuvieron por un delito de desórdenes públicos y daños que está siendo investigado y por el que se ha decidido aplicar la medida cautelar. El rapero, que fue puesto en libertad provisional al día siguiente de la detención, no podrá entrar hasta que haya sentencia firme o termine el procedimiento por otra parte, aunque al ser una medida cautelar, la Audiencia Provincial podría levantarla.

En el barrio levanta pasiones y también polémicas, como no puede ser de otra forma ante una figura de esa magnitud. Morad El Khattouti El Horami, su nombre completo, tiene sólo 23 años pero ya se ha colado en la lista de los más escuchados en Spotify junto a nombres tan potentes como Rosalía o C. Tangana.

Entre quejas de "discriminación" por la medida y reivindicaciones del "orgullo" que sienten los vecinos por el rapero también se cuela el malestar porque "no cuida el barrio" y las aglomeraciones que se generan con sus visitas se alargan hasta altas horas de la madrugada. En unos bloques en los que tan sólo caminando por la calle ya se oyen los ruidos de sartenes y ollas preparando la comida, algunos vecinos están molestos por lo que consideran que genera un "alboroto" nocturno que afecta a los trabajadores. Sin embargo, muchos muestran sorpresa por una medida que no entienden. "Es famoso, es normal que la gente se alborote"" dice una señora mientras tira la basura.

"Que no pueda entrar es discriminación", dice un vecino de unos 40 y pocos años mientras acaba de comer en un bar en la calle. Sus hijos han salido en los videoclips del rapero, como la mayoría de niños del barrio. Los niños son el punto débil del joven, como lo reconocía en un post en Instagram poco después de saberse la noticia de su "destierro": "Me habéis echo daño a mi y a todos mis niños, el que me sigue y me conoce sabe que lo único que me gusta es estar con los niños de mi barrio" [sic].

El joven rapero, que se ha criado en los bloques aunque nunca ha vivido ahí, tuvo una infancia y una adolescencia duras, marcadas por las dificultades económicas de su madre, a la que profiere una admiración total. Cuando tenía 12 años perdió la custodia y estuvo en distintos centros de menores, también de justicia tras ser acusado de varios delitos -especialmente hurtos, algunos de los cuales no había cometido-. Esto le ha llevado a una defensa enconada de los niños del barrio y su futuro. Ahora, muchos quieren dedicarse a la música de mayores, como él.

"Lo odian, cada vez que viene al barrio aparece la comisaría entera"

Con su familia había vivido unas calles más allá de los bloques, aunque para él es este el lugar al que pertenece. A los niños les paga la cuota anual del equipo de fútbol, ​​también les ha conseguido equipación a través de un acuerdo con Adidas y a menudo se los lleva de compras o a sus conciertos, explican los propios vecinos. "Los contenedores aquí han quemado toda la vida, él no tiene ninguna necesidad de hacerlo", sostiene el hombre del bar sobre los altercados de la semana anterior, molesto porque cree que "le han cogido manía" porque un chico de barrio haya tenido éxito.

También lo cree Bdro, un joven sentado en la plaza que se presenta como amigo de Morad. "Él da la cara por el barrio", afirma. Viste al mismo estilo que el rapero: equipación de Adidas, chancletas de tira con calcetines y corte de futbolista. "Lo odian, cada vez que viene al barrio aparece la comisaría entera", explica sobre la relación complicada del rapero con la policía, a la que ha acusado de trato vejatorio. Morad ya fue investigado por varias causas previamente, aunque en marzo fue absuelto de una acusación de intento de robo en una casa en Barcelona.

Cada vez que el joven aparece por la Florida, se congregan decenas de personas que quieren hacerse fotos con él y saludarle, también de fuera del barrio, reconoce Bdro. "No entiendo qué le pasa a la gente, él ayuda y no dice nada, hay que darle valor porque no hay personas así", afirma el joven, molesto con los vecinos que se quejan por el ruido que pueda generar.

Antonio y Bartolo son dos de ellos. Son cuñados y se encuentran por la calle mientras el primero se levanta del bar para ir a casa. Ellos no comparten esta admiración por el cantante y dicen que aunque al principio sus hijos sí salían en los videoclips, dejaron de hacerlo a raíz de las primeras quejas por el alboroto el pasado verano. "Si mirara por el barrio, se marcharían a una hora decente", dicen en referencia a Morad y sus seguidores, a los que acusan de no respetar el descanso de los vecinos.

Entienden que no depende sólo de él, pero consideran que "no está cuidando el barrio" cuando hay trabajadores que no pueden dormir hasta altas horas de la madrugada por el ruido que hacen, escuchando música, charlando y fumando porros. Señalan que la mayoría son "niñatos" que dirán lo contrario pero lamentan "poco respeto" hacia la gente mayor.

Uno de los barrios más densos de Europa

En uno de los barrios más densos de Europa, los Bloques han sido hogar de varias generaciones y han visto cómo han ido cambiando sus inquilinos. Actualmente en la Florida viven más de 30.000 personas, con una densidad de 80.189 habitantes por km², casi cuatro veces más que la media de la ciudad. En Barcelona, ​​la densidad es de algo más de 16.000 personas por km². Esta alta densidad, junto con la vulnerabilidad económica, hizo que fuera uno de los barrios con mayor incidencia de la covid y donde se planteó un segundo confinamiento en verano de 2020.

Los años 50 y 60 fue cuando la Florida y L'Hospitalet en general crecieron exponencialmente

Manuel Román vive en una de las últimas calles de los Bloques desde hace 64 años. Ahora tiene 86 y mira la transformación del barrio desde la perspectiva que le permite la edad. "El barrio ha cambiado, quedamos pocos de los inicios", explica. Él se mudó con 22 años directamente desde la Barceloneta, unos años después de haber llegado de Zamora, su ciudad natal. Las décadas de los 50 y los 60 fue cuando la Florida, y L'Hospitalet en general, crecieron exponencialmente. Más tarde las llegadas serían de países como Marruecos, Pakistán o Bolivia.

Esta mezcla entre los que llegaron antes y los que lo hicieron después también la sacan en la conversación Antonio y Bartolo, que dicen que "antes el barrio era una unión" y de eso ya no queda nada.

"Los hijos se han ido y me dicen que cuando yo y mi mujer faltemos venderán el piso, me lo dicen tal cual", añade Román. Aunque afirma que ahora hay más inseguridad que hace años, lo desvincula de Morad y defiende que él intenta mantenerse apartado de las polémicas que pueda haber. Lo que queda claro es que pese a la fama mundial, Morad no ha dado la espalda a sus orígenes: "No se ha olvidado de estos barrios, y nosotros le queremos mucho", concluye Bdro.

Críticas a una medida "desproporcionada"

La prohibición de ir a una zona concreta de la ciudad, como le ocurre a Morad con la Florida, no se trata de una medida inédita, pero el alejamiento normalmente se aplica en casos en los que peligra la integridad física de las personas, como en los casos de violencia machista.

En el caso de Morad, el Centre Irídia pels Drets Humans condena una medida que considera "desproporcionada" porque no se están juzgando delitos graves y también porque no existe una condena previa contra el cantante por hechos similares. "No es casual que se plantee una medida absolutamente desproporcionada como ésta desde un marco de racismo institucional existente muy claramente en el poder judicial", sostiene el abogado Andrés García Berrio.

Derechos fundamentales como el de libre circulación, a la vida familiar e incluso a la libertad de expresión se pueden ver vulnerados y García Berrio señala que es una resolución que debe justificarse muy bien. "Tiene que ver con el pulso que el sistema judicial hace a Morad, un perfil que no gusta", apunta. El abogado considera "paradigmático" que se de este trato a una persona de tal proyección pública y considera que puede tener "una motivación ejemplificadora" dentro del racismo institucional. "Me cuesta creer que esta medida pudiera imponerse a una persona blanca por los mismos hechos en otro barrio", afirma.

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