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Francisca Adame, la poetisa de la Memoria

La mocita de los presos

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Francisca Adame.

Actualizado:

Más vale tarde que nunca,
esto es una gran verdad,
pero escuchemos la voz
de los que estuvieron
y ya no están.

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Escucha la entrevista a Francisca Adame:

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De Ciudad Real a Adamuz, de La Herrería a Hinojosa o Villanueva de Córdoba. “Los diez hermanos y mi madre, que no era mujer de mucho espíritu, íbamos detrás de él, de aldea en aldea sin perderle la pista, porque no sabíamos dónde iba a acabar cuando terminara la guerra”.

“Al acabar la Guerra, mi padre y otros dos hermanos combatientes se fueron a Alicante a esperar el barco ruso que los iba a sacar de España. Pero ese barco nunca llegó"

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Pero la contienda terminó para Manuel en un campo de concentración y, para Francisca, en el nuevo peregrinaje de una adolescente analfabeta convertida en mujer a golpe de hambre, frío y desprecio, que asumió el coraje que le faltó a su madre, una mujer asustada que sólo le repetía: “Niña cállate, niña calla”.

Francisca Adame al finalizar la Guerra Civil.

La mocita de los presos

A un hermano lo enviaron al Castillo de Santa Bárbara y lo condenaron a cuatro años. A Manuel lo condujeron al fuerte de San Fernando y, tras ser condenado a muerte, al presidio de Córdoba. Y allí marchó Francisca; a servir en casas y a aprenderse de memoria una cárcel que ─hoy afirma─ también fue la suya. Porque la visitaba cada día para llevar un canasto con comida para su padre ─“plátanos, pan duro, lo que pillaba”─ y marcharse cargada de recados del resto de presos: cartas escondidas en zapatillas que después repartía o la cesta de la manduca llena de ropa sucia.

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De aquellas idas y venidas hay un día especial en la memoria de Francisca: “Uno de los presos que recogían los canastos de la comida se acercó y me dijo: ‘Corre porque, si no fuera porque eres casi una mocita, te daba un beso’. ¡Y entonces los besos no se daban así con tanta facilidad! Y yo le pregunté ‘¿Por qué?’ ‘Porque le han quitado a tu padre la pena de muerte”.

El capitán Manuel Adame, padre de Francisca.

Se la conmutaron por 30 años de prisión que pasó entre Sevilla, Dos Hermanas y el campo de concentración del que salieron los esclavos que levantaron otra de las megalómanas infraestructuras del dictador: el Canal del Bajo Guadalquivir, 158 kilómetros horadados a pico y pala, que hoy riegan 80.000 hectáreas de campo andaluz y que, gracias a Francisca y a la Comisión de la Memoria Histórica, desde 2006 se enseña en las escuelas como el Canal de los Presos.

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Poetisa de la Memoria

Y fue ella, Margarita, que reunía a sus amigos en la cocina de casa, la que confirmó la militancia antifranquista de Francisca. Recuerda la muerte de Franco como “una liberación” que tuvo que contener rodeada como estaba en Fuente Palmera de una familia fascista. Su necesidad de contar le llevó, a los 65 años, a matricularse en la escuela de adultos para aprender a leer y a escribir y, desde entonces, no ha dejado de poner blanco sobre negro lo que ella llama “cachos de mi vida”.

Los poemas de Francisca son, explica, "cachos de dolor que tengo grabados en mi corazón y que no quiero que se pierdan cuando muera" 

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“Cachos de dolor ─explica─ que tengo grabados en mi corazón y que no quiero que se pierdan cuando muera”. Poemas que cuentan la Guerra Civil, las penurias de los presos, de los emigrantes; versos sobre la lucha de las mujeres; contra el olvido de los mayores. Una trova sencilla, sin rencor, que sólo pretende que no se repita lo que ocurrió y “acabar con el silencio que fue nuestro segundo apellido durante más de 40 años”.

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