Magdalena Álvarez tiene desde el viernes otra petición de dimisión en su colección particular. En ésta ocasión del Parlament de Catalunya. Pero, de momento, la ministra puede respirar tranquila porque la vicepresidenta primera, María Teresa Fernández de la Vega, dejó claro ayer mismo que de echarla nada de nada. Al menos por ahora. Según ella el gobierno 'no atenderá' la exigencia porque lo que acuerde la cámara catalana 'no afectan' al ejecutivo de Zapatero.

El Parlament aprobó con los votos de todos los grupos menos el PSC (96 votos ante 36) la petición de 'depuración de responsabilidades técnicas y políticas' por las obras del AVE hasta Barcelona y el colapso y cierre parcial de sus trenes de Cercanías. Esa depuración pasaría por cesar a la ministra, según la moción de Esquerra e ICV-EUiA, socios de los socialistas en la Generalitat.

La petición fue apoyada no sólo por la oposición y dos de los tres partidos del gobierno. La votaron también Josep-Lluís Carod-Rovira, Joan Puigcercós y Joan Saura, que compaginan cargo de conseller con el acta de diputado. Lo mismo que el president José Montilla. Él se ahorró la votación porque estaba presidiendo la reunión de la assamblea de regiones con poder legislativo que se celebraba en Barcelona.

Artur Mas deploró la no asistencia de Montilla y le instó a tomar medidas después de 'quedarse sólo'.

Acusación de sucursalismo

El debate más duro fue entre PSC y ERC. Los últimos acusaron a sus socios de actuar como una 'sucursal' del PSOE en Catalunya y priorizar la imagen de Zapatero al interés ciudadano. Los otros les echaron en cara su 'incoherencia'.

Miquel Iceta recordó que no es el Parlament quien debe juzgar al gobierno español y conminó a ERC a buscar la reprobación de la ministra en el Congreso. El republicano Joan Ridao recordó 'la patética' resistencia de Álvarez a dejar el cargo pese a su gestión.