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Maragall ajusta cuentas

El ex president repasa en sus memorias sus diferencias con Zapatero y el PSC

DAVID MIRÓ

Pasqual Maragall siempre tuvo fama de imprevisible, pero la lectura de sus memorias, Oda inacabada, que llegan el lunes a las librerías, demuestra justo lo contrario, que su pensamiento, al menos en lo que respecta a la relación entre Catalunya y España, siempre fue el mismo. Si acaso ahora es mucho más realista respecto a lo que significó el proceso estatutario, que a la postre le costaría el cargo de president y aceleró su abandono de la política.

'Seamos claros: no es que no nos explicásemos, que fallara la pedagogía, tampoco que no nos entendieran; es precisamente lo contrario: nos entendieron perfectamente y resolvieron que no, que no les interesaba lo que les proponíamos. Decidieron que no. Que no estaban dispuestos a aceptar un cambio de la vigente idea de España, formulada para una transición y convertida ahora en intocable'.

Esta es la conclusión de un proceso 'que tenía que hacer realidad para nuestros nietos los sueños nacionales de nuestros abuelos'. Maragall, sin acritud pero sin tapujos, explica como Zapatero y Montilla pusieron sordina a la tramitación del Estatut y prepararon su relevo a sus espaldas.

Sobre el presidente español el político catalán destaca como cambió de opinión sobre el Estatut 'empujado por la fuerza de un inmovilismo mayoritario en su entorno político y social, aun siendo de izquierdas, y por un instinto ciertamente desarrollado de supervivencia política'. El ex president lanza un aviso para navegantes: 'No fue a mi a quien defraudó, si no a todos los catalanes que creyeron en su promesa de que respetaría lo que Catalunya decidiera'. Y añade: 'Temo que esa decepción ha marcado el estado de ánimo de los catalanes y que lo expresarán en forma de desafección a España'.

Maragall se muestra dolido con su partido, el PSC, que le dejó en evidencia en más de una ocasión, como en el capítulo del 3% ('uno de los episodios más duros de mi carrera') o al anunciar enmiendas al proyecto de Estatut aprobado por el Parlament. 'Naturalmente, conocía de primera mano las reticencias al proyecto de un grupo destacados de dirigentes del PSC, con sus primeros espadas al frente, en sintonía con la lista de aspectos ‘inaceptables' que empuñaba el Gobierno español. Nunca hubiera creído que podrían llegar a desautorizar el voto solemne de sus propios diputados una horas después de haberlo emitido.'

Con todo considera 'una buena noticia' que Montilla sea president y constata que 'poco a poco ha dado muestras de asumir su papel presidencial y lo que eso implica ante el Gobierno de Madrid, sea amigo o adversario. Solo espero que el partido no le abandone como hizo en mi caso'.

Una vez ajustadas sus particulares cuentas, Maragall critica el actual sistema de partidos y vaticina que 'en Europa habrá dos partidos: el demócrata o progresista o el popular o conservador, como en Estados Unidos. Con matices internos, con elecciones primarias, con financiación transparente'.

Y en eso está ahora uno de los políticos más heterodoxos y difíciles de encasillar de la historia reciente de España.

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