La campaña más emocional de toda la democracia
Las cuentas de la campaña
Publicidad
Actualizado:
MADRID.— Politólogos, analistas, expertos en marketing electoral, medios de comunicación y hasta los propios partidos políticos están de acuerdo: las elecciones generales del próximo 20 de diciembre son especiales y diferentes a cualquiera de las más de 70 que se han celebrado en España desde 1977, entre comicios generales, autonómicos, municipales o europeos.
Publicidad
La irrupción de Podemos y Ciudadanos ha provocado que la cita con las urnas del 20-D sea la más reñida de la historia de la democracia española. Con un mercado electoral más fragmentado que nunca y un porcentaje de indecisos tampoco visto antes —el 41,6%, según el CIS—, hasta cuatro candidatos —Mariano Rajoy (PP), Pedro Sánchez (PSOE), Albert Rivera (Ciudadanos) y Pablo Iglesias (Podemos)— tienen posibilidades reales de victoria.
"Estamos ante un escenario inédito y muy volátil", abunda David Redoli, sociólogo y presidente de la Asociación de Comunicación Política (ACOP). En medio de esa incertidumbre, los cuatro partidos mantienen una narrativa muy diferente en busca de los indecisos. "Todos tienen una estrategia clara y la intentan seguir con más o menos fortuna", afirma Peytibi, que esboza la estrategia de cada uno de ellos: "El PP habla de recuperación e intenta que el eje de su mensaje sea que sin ellos vuelve la crisis. El PSOE busca la réplica al Gobierno y se presenta como única opción de cambio. Ciudadanos habla de renovación desde el centro para buscar cualquier voto de centro-derecha o centro-izquierda. Podemos también habla de renovación política buscando con propuestas sociales a antiguos abstencionistas y votantes del PSOE".
"Es indudable que si no hubieran irrumpido en el escenario Ciudadanos y Podemos con la fuerza con la que lo han hecho, a lo mejor no habría tanto cuidado y tanta energía depositada en la comunicación política"
Publicidad
Sin embargo, hay otro factor a tener muy en cuenta en esta campaña: el componente emocional. La aparición en el escenario de Pablo Iglesias y Albert Rivera, dos líderes carismáticos y jóvenes ha trastocado no sólo el mensaje, sino incluso la forma de vender el mensaje, de transmitir, y eso se está notando. La campaña de Ciudadanos quizá sea la que mejor ilustra los nuevos tiempos que corren en lo que se refiere al marketing político y la comunicación: apuesta por una campaña a la americana en la que sus actos electorales se caracterizan por una escenografía minimalista, apenas una gran pantalla, un foco y un escenario vacío y alejado del público donde Albert Rivera, con pinganillo y sin atril, acapara todo el protagonismo. En muchas ocasiones parece un consultor más que un político.
Gracias al infotainment, en estos días los ciudadanos han podido ver a un Rajoy "humanizado" y acompañado de su hijo mientras ejercía de comentarista deportivo en una emisora de radio; o jugando al futbolín en mangas de camisa con Bertín Osborne mientras le habla de su vida personal en un programa de TVE en horario de máxima audiencia. Es ese mismo Rajoy que ha mostrado una manifiesta aversión a los medios durante toda la legislatura y al que muchos acusan de haber gobernado a través de una pantalla de plasma en comparecencias sin preguntas. Pero en campaña, dice Redoli, "se trata de humanizar a los políticos". Y a eso se apuntan todos. "O entras al juego, o no entras, y en campaña electoral nadie se lo piensa, entra", concluye Redoli.
Publicidad
"Hay que llegar a la gente de todas las formas posibles para buscar su voto y todo aporta, aunque es verdad que la publicidad en la calle no impacta tanto"
Y para que te vean hay que innovar, pero sin renunciar a lo más tradicional. La estrategia de comunicación de los cuatro partidos a los que las encuestas dan más opciones pasa por compaginar lo moderno y lo más clásico. Es cierto que todos, incluido el PP de Rajoy, intentan modernizar su comunicación en busca de una mayor proximidad al votante; ya no se estila tanto el gran mitin de antaño: ahora se organizan actos más sencillos, más íntimos y más pegados a la calle. La televisión y las redes sociales se ocupan del resto. Sin embargo, como ya se ha dicho, los candidatos tampoco renuncian a una comunicación más tradicional, por así decirlo: ahí siguen la pegada de carteles, las caravanas, los lemas electorales, las octavillas, las vallas publicitarias en la calle, los folletos, el buzoneo, el envío de las papeletas a los domicilios de los ciudadanos.
Publicidad