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El nazi Andrés Orts se enfrenta a 38 años de prisión por violar a su pareja

El militar y ex dirigente de la banda nazi FAS, dueño del bazuca del denominado 'caso Pánzer' , está siendo juzgado por presuntos delitos de violación y maltrato familiar cometidos contra su ex pareja, también militar.

José Antonio Andrés Orts, miembro de la organización neonazi Frente Antisistema. AIP-Agencia

José Antonio Andrés Orts, alias “Erik”, fue detenido en Valencia en 2005 por la unidad de Policía Judicial de la Guardia Civil al ser identificado por los agentes como uno de los cuatro mandos de la organización neonazi Frente Antisistema (FAS), tras detectarse actividades presuntamente ilícitas como la venta y distribución de armas ilegales y prohibidas, que la organización -según la Fiscalía y la acusación popular- utilizaba como una presunta vía más de financiación para sus fines, considerados ilícitos y por lo que sus actividades venían siendo investigadas con supervisión judicial desde mediados de 2003.

En el registro en sus domicilios, tanto en el de Valencia como en el de la urbanización Alfinach de Puçol (Valencia), la Guardia Civil encontró gran número de armas, entre ellas el bazuca (un lanza-granadas C-90) que identifica en todas las crónicas de los medios de comunicación el 'Caso Pánzer'. También aparecieron numerosas armas, hasta tres folios constan en el sumario de la causa atribuidas a José Antonio Andrés Orts, y cuya devolución ha solicitado su propietario al quedar absuelto.

Tras ser juzgado junto a otros 18 miembros de su banda, la mayoría de ellos conocidos militantes neonazis y ultras -entre ellos el asesino del joven antifascista Guillem Agulló- todos fueron absueltos por la sección cuarta Audiencia de Valencia tras anular las escuchas telefónicas, haciendo caer toda la instrucción en aplicación de la teoría del “fruto del árbol envenenado".

José Antonio Andrés Orts, de 41 años, que cuenta con antecedentes penales por delitos de maltrato -según el informe de la Fiscalía de Valencia- se enfrenta ahora a la sentencia que dictará en los próximos días la Sección Quinta de la Audiencia Provincial de Valencia, por presuntamente violar, vejar y agredir a su ex pareja. Una sentencia que podría costarle 38 años de prisión, en el supuesto de ser condenado por estos hechos, si el tribunal asumiera plenamente la petición fiscal.

Durante el juicio celebrado en Valencia el militar negó los hechos y atribuyó las denuncias a que su pareja “padece un trastorno de la personalidad tras sufrir un aborto y que la relación se deterioró cuando regresaron de un viaje a la República Dominicana en 2012, pero a principios de 2013 volvieron a retomarla e incluso fijaron fecha para la boda”, según publicó el diario Levante-EMV.

El relato de hechos de la Fiscalía de Valencia atribuidos a este cabo del ejército español es realmente escalofriante, tanto por los hechos expuestos como por el largo periodo de tiempo en el que se desarrollan, entre los años 2010 y 2013. Cabe destacar el hecho de que la presunta víctima es también soldado y adscrita a la misma unidad que su presunto agresor, que es cabo.

Un relato de terror

El escrito a la sala de la fiscal María Ángeles Martínez Marzal es un relato duro y en momentos escalofriante, pero no obstante es demasiado común en los numerosos casos de violencia de género.

Según el escrito de la Fiscalía de Valencia “durante la relación el acusado dispensaba un trato degradante a su pareja, llegando a agredirla en varias ocasiones. En una de ellas, en septiembre del 2011, la pareja fue agredida, golpeándole el acusado en un ojo. En enero del 2012 y durante un viaje a la Republica Dominicana, el acusado le dio un cabezazo a su pareja en presencia de la hija del acusado, menor de edad en ese momento. Después de ese episodio finalizó la relación, pues durante ese viaje la pareja se quedó embarazada e interrumpió la gestación voluntariamente. Tras esto la relación se enfrió, aunque continuaron en contacto”.

En el escrito la Fiscalía señala que la víctima “se sentía sometida e incluso pidió ayuda psicológica en enero del 2012 ante las amenazas y vejaciones de José Antonio”. La ya ex pareja del cabo del Ejército inició entonces una nueva relación con un compañero de trabajo, también militar, “con el que comenzó a salir, sin embargo y como continuaba en contacto con el acusado, en enero del 2013 hubo un nuevo acercamiento con José Antonio lo que supuso que éste considerara que habían reanudado la relación”.

Lo que no cabe duda es que para el ex dirigente de Pánzer las fechas históricas son de una gran relevancia vital. Así, por ejemplo el día de San Valentín: “el 14 de febrero de 2013 José Antonio le pidió matrimonio a la denunciante fijándose la boda para el 12 de octubre de 2013”, día de la Hispanidad.

Según el relato de hechos de la Fiscalía “la víctima, con intención de que todo estuviera claro entre ellos, al día siguiente [de proponerle matrimonio y fecha de boda] le contó a [Erik] que había empezado a ir con otro chico. José Antonio se enfureció y le preguntó detalles de sus relaciones sexuales tratándola despectivamente. Tras esto el acusado hizo que su pareja le llevara a casa de su madre y le dijo a ésta que su hija era una hija de puta con intención de humillarla”.

Jose Ignacio Andrés Orts

Ese mismo día, el 15 de febrero de 2013, “la víctima empezó a tener dolor de espalda por una contractura dorsal muscular y el acusado la llevó al hospital Quirón de Valencia. Mientras estaban aparcados en la puerta en el interior del vehículo la golpeó en la cabeza con el puño y la mano abierta, y la amenazó con cortarle la pierna con una navaja, de forma que le quedaría una cicatriz y así cuando viera el corte se acordaría de lo puta que era”.

El extenso relato de la fiscal pone de manifiesto que la intensidad de la agresividad de José Antonio Andrés Orts sobre su pareja se iba acentuando día a día, haciendo participes a terceros de hechos íntimos de ámbito privado, como medio para acentuar la humillación hacia su víctima.

“Además, el mismo quiso humillarla delante de sus amistades y compañeros de trabajo: reenviaba conversaciones escritas por teléfono de su pareja con amigas; llamó en varias ocasione al hombre con la que ésta mantuvo una relación de finales del 2012, y solicitó una reunión con un superior – un coronel – para hablar mal de su pareja [y soldado] y de su conducta sexual, así como intentaba mostrar fotos íntimas de la misma en su trabajo (cuartel). Además de las amenazas a ella y su madre que iba a hacer que fueran violadas por terceras personas”.

“Todo ello provoca que a consecuencia la víctima empezara a padecer agorafobia. El acusado tenía tal control sobre su pareja que incluso quiso intervenir en el tratamiento psicológico que esta estaba siguiendo”, señala el escrito de acusación.

El relato fiscal continúa dibujando el infierno de la víctima. “El 23 de febrero [2013], ambos estaban en un bar de Puçol cuando el acusado volvió a sacar el tema de las relacione sexuales de su pareja con otros hombres y le dijo que era una zorra y una puta; como la víctima empezó a llorar, le dijo que no se le cayera ninguna lágrima porque le pegaría una ostia allí mismo. Luego fueron al chalé del acusado [en la urbanización Alfinach] donde la golpeó y mientras le preguntaba detalles de la otra relación y le quiso quemar con un mechero la cara y el pelo”.

Sin apenas días para el sosiego “una noche de marzo del 2013 en el domicilio de la víctima, su madre estaba durmiendo a su nieta, y al escuchar voces vio a su hija acurrucada y blanca y al acusado alzando una figura de la torre Eiffel y se acercaba a [su víctima] de forma amenazante, diciéndole la madre que se marchara”.

“El lunes 4 de marzo -sigue el relato de la acusación- tras pedir cita el acusado en la peluquería a la que iba su pareja, le cortó la coleta en una esquina de su casa, en el coche, y luego la llevó a la peluquería a que le arreglaran el corte, con la excusa de que era una promesa religiosa que su novia había hecho por la salud de su hija. Ella [la víctima], avergonzada no quiso decir nada, y luego cuando acudieron a casa de ella, el acusado le dijo a la madre de su pareja que le había cortado el pelo por que otros hombres habían eyaculado en él y lo tenía que sanear, y la llamó puta, zorra, golfa y él dijo que no servía para nada”.

A finales de marzo de 2013, “la obligó a grabar un video haciéndole una felación. Tal era el clima de temor que había conseguido infundir en la víctima que esta accedió a mantener relacione sexuales sin su consentimiento en dos ocasiones, en una de ellas la penetró estando de pie en casa y la otra le obligó a hacerle al acusado una felación en el interior del vehículo”, dice el escrito de acusación. Que prosigue diciendo que “para conseguir el sometimiento de su víctima la amenazó que le iba a rapar la cabeza y que la iba a secuestrar y violar entre cuatro hombres, cosa que esta se creyó por los antecedentes violentos del acusado y porque sabía que este había estado imputado y tenía acceso a armas”.

“El día 30 de marzo, y en presencia de la hija de la víctima, en un bar, discutieron y esta logró enfrentarse al acusado, el cual la cogió del cuello y la amenazó con una botella y de dijo que cuando saliera la iba a llevar a ostias por toda la calle -dice la fiscal- y le quito el teléfono móvil que le había regalado". Los hechos fueron denunciados el 8 de agosto de 2013.

Respecto a la credibilidad del relato de la víctima, los forenses aseguraron que la víctima presenta fuertes rasgos de dependencia emocional y que el golpe que tenía era compatible con un cabezazo.

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