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"Un nuevo líder de izquierdas debe apostar por ropa ecoética o todo su mensaje se caerá por tierra"

La periodista Patrycia Centeno, experta en el estudio de la imagen como herramienta de comunicación política, publica 'Espejo de Marx. ¿La izquierda puede vestir bien?', un ensayo sobre la evolución del vestuario cla

ALEJANDRO TORRÚS

Desde el primer momento en el que aparece el concepto de izquierda en la Revolución Francesa una vestimenta acompañó a los rebeldes. Los sans culottes adoptaron el pantalón largo de rayas como símbolo de rechazo al calzón de la realeza. Desde entonces no ha habido revolución ni régimen político sin una vestimenta asociada o calificada como adecuada para ejercer el poder. La periodista y especialista Patrycia Centeno, experta en el estudio de la imagen como herramienta de comunicación política, publica 'Espejo de Marx. ¿La izquierda puede vestir bien?', un ensayo sobre la evolución del vestuario claseobrerista en la escena política nacional e internacional.

La primera pregunta es obligada por el título de la obra. ¿Puede y debe un líder de izquierdas vestir bien?

Sí que puede, pero no debe. El título de la obra es una trampa. Lo que se considera vestir bien dentro del protocolo de la política viene marcado por el poder y el poder siempre ha estado representado por la derecha y por la Iglesia. La izquierda no debe vestir bien según los patrones que han ideado otros que no postulan con su ideario. El poder no puede obligar a todos, sean de izquierdas o derechas, a mantener una estética idéntica. Creo que la izquierda debería rebelarse y alejarse de la indumentaria clásica. .

En la obra señala que la adopción por parte de los líderes de izquierda de la indumentaria asociada al poder, como es el caso del traje y la corbata,influyó en la confusión ideológica de muchos líderes de la socialdemocracia. ¿Crees que la adopción del traje y la corbata por los líderes socialdemócratas europeos ha contribuido a su olvido de los ideales de la izquierda?

Sí. Antiguamente, la izquierda utilizó el ropaje que venía dictaminado por la derecha para penetrar dentro del sistema conservador que es la política. Si no se hubieran vestido como los conservadores jamás hubieran tenido cabida en el sistema. Una vez dentro ya podían romper estos moldes. En los 80, se comienza a hablar de un centro ideológico en el que todos intentan colocarse y buscar votos. La ropa que representaba este centro era el traje y la corbata. Ahí, todos, pero más la izquierda, renunciaron a su atavío original.

En el momento actual en el que la estructura y la cultura política surgida de la Transición se están tambaleando y se reclama desde sectores muy diversos una nueva forma de hacer política, ¿cómo debería vestir un líder que quiera ganarse la simpatía de los ciudadanos descontentos?

Hay que ser conscientes de que el traje y la corbata ya no tienen reflejo en la sociedad. En la calle cuesta encontrar a gente vestida de esta manera. Vivimos un momento en el que esta vestimenta está asociada a la troika, los hombres de negro, los banqueros y los políticos corruptos. Así que, considero, que cualquier nuevo líder debe fijar muy bien qué quiere transmitir con su vestimenta.

No obstante, lo primero que hay que hacer para vestir a un político es sentarse con él, hablar, conocerlo y buscar una ropa coherente con su ideología. Es muy importante, por ejemplo, que un líder ecosocialista sepa valorar la ropa que lleve puesta. No importa tanto si lleva traje o camiseta mientras que el mensaje que lanza con su ropa sea coherente con su discurso. Sí es exigible a los líderes que cuiden las condiciones en las que ha sido fabricada la ropa. Un líder de izquierdas debe tener en cuenta si su ropa ha sido fabricada con respeto al medio ambiente o si se ha tenido en cuenta los derechos del diseñador y de los trabajadores. Cualquier nuevo líder izquierdas debe apostar por ropa ecoética o sino todo su mensaje se cae por tierra.

Centrémonos en el caso de Alfredo Pérez Rubalcaba. Pasamos de verlo con traje y corbata, a verlo en vaqueros en alguna ocasión durante la campaña electoral y ahora lo vemos de nuevo habitualmente en traje y corbata, salvo en algún mitin que otro. ¿A qué se debe esto? ¿La elección de la vestimenta puede repercutir en la credibilidad de su mensaje?

A Rubalcaba le endosaron el pantalón tejano en la campaña de las elecciones generales de 2011. Fue una recomendación de los asesores para conectar un poco más con la juventud y con las nuevas generaciones socialistas. Fue un recurso fácil para asesores que no tienen ni idea de cómo vestir a un político. Rubalcaba lo que hizo fue ir a su armario y sacar el tejano de los años 70 y se los enfundó. Los tejanos le duraron dos días porque todo fueron críticas. Nadie veía a Rubalcaba, que tenía una imagen de político serio, enfundado en unos tejanos que le hacían parecer incómodo e inseguro.

Respecto a si su palabra tiene más o menos valor, creo que ha llegado un momento en el que Rubalcaba y parte del PSOE han perdido la credibilidad. También estéticamente. No puede ser que de lunes a viernes vayan de traje y corbata y el sábado y el domingo pretendan captar votos poniéndose unos tejanos o poniéndose unas coderas en una americana de pana. Cuando tachamos a un político de populista es cuando su estética no ha sido siempre igual así sino que se va adaptando a las circunstancias. Esto es lo que le ha ocurrido al PSOE. Al principio tenían una estética bastante fijada y cuando llegaron al poder renunciaron a ella. Que saquen ahora su vestuario de entonces no creo que les sirva para recuperar credibilidad.

Cuando habla de los orígenes y las coderas la imagen que viene a la cabeza es la de Felipe González. Se le conoció con una apariencia claramente definida: trajes de pana marrón, coderas, patillas... y una vez aterrizó en el poder abandonó tal estética y se enfundó en el uniforme clásico. Esta renuncia de su atavío clásico, ¿puede conllevar algún tipo de cambio en su ideología?

Hay un cierto tipo de trastorno en la personalidad. Cuando uno llega a la presidencia del Gobierno debe acatar una serie de normas y entre ellas están también las estéticas. Cuando González llegó al poder pensó que las greñas, las camisas de cuadros y las americanas de pana ya no tenían validez y que debía vestir otro tipo de ropaje. Este cambio, aunque se pueda justificar y sea visto como normal, está produciendo una renuncia a una parte de la personalidad del político. Cuando alguien cambia de indumentaria, por los hechos que sean, renuncia a parte de su personalidad y la personalidad también refleja la ideología. Esto no quiere decir que González abandonara toda su ideología, pero sí que es significativo que siga recurriendo a la pana y las coderas en las ocasiones especiales.

Dentro del panorama político estatal, la mayor novedad, además de ideológica, estéticamente ha estado protagonizado por los tres diputados de las CUP en el Parlament. Su manera de vestir ha roto con la estética habitual dentro de la institución y, de hecho, se han llevado alguna reprimenda de otros políticos como de Núria de Gispert. ¿Qué mensaje lanzan a través de su ropa?

Las CUP son una generación nueva de políticos y como tal son gente joven. Si salimos a la calle, la gente joven no viste como los políticos que tenemos en el Parlamento y de ahí uno de los lemas del 15M. No nos representan. Ninguno de ellos viste como nosotros. Además, todos son iguales y prueba de ello es que todos van vestidos iguales. En este contexto, llega un partido nuevo, joven y con una ideología bastante definida y que se viste de modo acorde a lo que piensa. Una ropa muy informal para lo que es sido el código estilístico político.

Las reprimendas de Gispert o las críticas a Oltra por llevar una camiseta protesta responden al conservadurismo político. Cuando llegan las CUP y deciden vestirse de esa manera el sistema se rebota contra ellos e intenta defender su particular dominio. Utilizan la técnica de avergonzar cualquier estética que difiera del traje y la corbata y lo califican de indigno o carnavalesco. La camiseta protesta ha sido demonizada y las chanclas de David Fernández también. Todo lo que se salga de la norma es criticado. Es un instrumento de defensa de la política conservadora.

En las últimas elecciones generales de Venezuela se pudo ver a Henrique Capriles, candidato opositor, utilizar un chándal y una gorra acercando su estética a la del chavismo. ¿Cómo se explica esta decisión de Capriles?

Me sorprendió muchísimo esa estrategia. Allegados a Capriles me lo han vendido como una estrategia para robarle votos al chavismo. Una estrategia equivocada, bajo mi punto de vista, pero que a ellos les pareció un modo de acercarse más al público chavista. Ha quedado claro, sobre todo tras las últimas elecciones, que la estrategia no les ha funcionado. Pero sí que es verdad que el gobierno de Chávez, y ahora de Maduro, se sintió amenazado cuando Capriles adoptó esta estrategia porque estaba utilizando una táctica que, de hecho, era la misma que utilizaba el chavismo.

El hecho de que el candidato de opositor tenga que imitar a Chávez en la forma de vestir para arañar votos resalta la fuerza simbólica que tiene el chavismo en Venezuela.

A Hugo Chávez se le puede reconocer el dominio y el control espectacular que ha tenido de la indumentaria. El mismo día que dio el golpe de Estado pidió lavarse la cara y en la televisión con la cara limpia, el uniforme y con la boina roja. Cuando salió de la cárcel utilizaba un liki-liki, que es un traje caribeño que también utilizó García Márquez para recoger el Nobel. Cuando se presentó a las elecciones utilizó trajes más occidentales y, después, como presidente se caracterizó por esa camiseta roja, que es conocida mundialmente. Cabe destacar también que Chávez es uno de los líderes que más dinero se ha gastado en trajes, corbatas, relojes, calcetines y en todo lo que nos podemos imaginar. Cuando se acusa a alguien de populista hay razones estéticas también y este es el caso de Hugo Chávez.

Evo Morales y Rafael Correa también han roto de alguna manera con la tradicional forma de vestir los políticos.

Creo que los políticos de izquierda se están dando cuenta de que esa indumentaria mimetizada con la derecha ya no tiene el poder de antaño, más que nada porque estamos viendo hasta a dictadores con traje y corbata. Los nuevos líderes están apostando por una estética mucho más significativa con el patriotismo, primero, en el caso de Evo Morales y con motivos étnicos, que ocurre también con las camisas de Correa. Han utilizado la estética como estrategia de defender lo nuestro y mandar mensajes contra del dictamen imperialista

Sin embargo, hay casos y casos. Rafael Correa, por ejemplo, cuando fue ministro de Hacienda iba siempre con corbata y le llamaban el rebelde con corbata. Ahora, cuando ha llegado a la presidencia del país dice que no soporta la corbata pero la viste dentro de su país y se la quita cuando tiene eventos internacionales, que opta por la camisa.

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