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La penúltima batalla de Gerardo Iglesias
El fundador de Izquierda Unida y ex secretario general del PCE denuncia el "abandono" que sufre por parte de la sanidad pública, a donde acudió hace ya 30 años para ser tratado de una lesión lumbar que contrajo en su trabajo como minero.
Cristina del Gallego Baraibar
Madrid-Actualizado a
Un accidente laboral mientras trabajaba en la mina dejó de por vida con una lesión en la espalda en el año 1990 a Gerardo Iglesias, quien fuera antaño secretario general del Partido Comunista de España (PCE), así como fundador y antiguo coordinador general de Izquierda Unida (IU).
Este viernes, su paciencia llegó a su límite y decidió plantarse con su silla de ruedas frente al ovetense Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA) para denunciar el "abandono" que denuncia que sufre desde hace ya 30 años por parte de la sanidad pública.
Su periplo médico comenzó en los años 90, cuando despuntó su lesión lumbar. Entonces, había renunciado a todos sus cargos políticos y, a diferencia de la gran mayoría de políticos, volvió a su trabajo como minero, sin privilegios tras su carrera política. Entre 1991 y 2003 le sometieron a cinco cirugías, ninguna de las cuales surtió el efecto esperado.
Después de la última operación, empezó a sentir un dolor neuropático que a día de hoy aún arrastra. Los once años que vinieron a continuación fueron aún peores: comenzó con revisiones cada tres meses en el Hospital de Cabueñes, en Gijón, y luego le pasaron a atender en la Unidad del Dolor. A la vista de que no mejoraba, de vez en cuando le tocaba pasar por quirófano para que le inyectaran.
Este proceso se repitió hasta en tres ocasiones. La última fue la más crítica: terminó intubado en la UCI durante 24 horas. Su situación cada vez iba a peor y fue por ello por lo que le empezaron a citar una vez al año. Su indignación se hizo aún más patente cuando en el hospital le dijeron que, si tanto dolor tenía, acudiera a urgencias.
Esa fue la gota que colmó el vaso y, visto lo visto, decidió trasladar su caso al HUCA. Corría ya el año 2014 y, cuando le atendieron allí, se decantaron por el empleo de un neuroestimulador medular, una alternativa que le habían desaconsejado durante una visita a la madrileña Clínica Ruber. Todo apuntaba a que esta terapia tampoco funcionaría. Y así fue.
El mismo Iglesias ha denunciado este viernes que desde ese año no ha recibido desde el HUCA "un seguimiento o estudio de la patología" que padece, salvo "consultas puntuales sin continuidad ninguna".
El fundador de Izquierda Unida incluso tuvo que acudir a la clínica privada Centro Médico de Asturias, donde un doctor descubrió que lo que le estaba dando problemas era un tornillo que tenía en la espalda, que estaba infectado.
Ocho años tuvieron que pasar para que Iglesias comenzara a ver la luz en el HUCA. Y, ya en enero de 2022, fue cuando por fin firmó el permiso para que le operaran de la espalda. Le "aseguraron que en junio" le realizarían dicha intervención y, a día de hoy, continúa sin tener noticias. Todo apunta a que tendrá que esperar hasta 2023 para entrar en quirófano.
"Me pregunto quién obstaculizó la operación que me iban a hacer en junio. ¿Cuál es la causa? El problema es muy grave", ha afirmado ante los medios apostados en la puerta del HUCA.
A sus 77 años, ha alzado la voz para visibilizar su situación "y la de mucha gente que se encuentra en mayor o menor grado marginada". Iglesias achaca lo sucedido a la "deshumanización" de la sanidad pública, a la falta de cobertura de plazas y a un "intento de ir privatizando poco a poco", un combo de causas que ha calificado de "absolutamente inaceptables".
"Pero no voy a ocultar otro sentimiento que tengo. Junto a esas razones objetivas y que viven muchos ciudadanos, en mi caso hay algo personal, y estoy convencido de ello. Hay un entorno social determinado que me tiene odio y no lo digo a humo de paja", ha remarcado.
Un cúmulo de motivos que han llevado a Gerardo Iglesias a acudir ante el Defensor del Pueblo, Ángel Gabilondo, en un intento de poner punto y final al calvario con el que ha convivido en las últimas tres décadas.
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