Este artículo se publicó hace 2 años.
La racionalización del desastre: cómo se explica la retirada rusa dentro de Rusia
Inna Afinogenova
Madrid-
El viernes pasado publiqué en el canal de Público un vídeo dedicado, precisamente, a la retirada de Jersón, y las especulaciones sobre unas posibles negociaciones sobre un congelamiento del conflicto, un armisticio temporal, etc. Véanlo si no lo han hecho aún porque expliqué de dónde sale esa información, a raíz de qué y si es posible una negociación ahora. Bueno, desde entonces se han producido una serie de hitos más que habría que tener en cuenta también. Os cuento:
Primero: ayer se reunieron en Ankara el director de la CIA, William Burns, con el jefe de la inteligencia rusa, Serguéi Naryshkin. La reunión no había sido anunciada previamente, se informó de ella inicialmente en medios rusos citando a fuentes cercanas. Luego, en medios norteamericanos apareció el motivo de la reunión.
Se reunieron no para negociar nada con Moscú, desde luego. Pero ahí se podría especular que uno de los temas de conversación habrían sido las condiciones de un eventual congelamiento del conflicto.
Estoy recurriendo a condicionales a propósito, porque es importante que nuestra audiencia sepa que es muy difícil en la situación actual tener una información precisa de lo que está pasando detrás del telón. Entonces solo nos queda armar un puzle con las piezas que tenemos.
Además de esa reunión de jefes de inteligencia, cabe destacar el hecho de que Rusia se retirara de Jersón sin encontrar demasiados obstáculos por parte de las tropas ucranianas. A esa retirada le siguió el levantamiento por parte del Departamento del Tesoro de EEUU de unas sanciones que impedían realizar transferencias bancarias a las misiones diplomáticas rusas. A eso le siguió la información de que el gobierno de Países Bajos autorizó la salida de Rotterdam de unos cargamentos rusos con 20.000 toneladas de fertilizantes hacia Malawi. Esos cargamentos llevaban meses bloqueados en el puerto holandés debido a las sanciones y de repente, un permiso para partir.
Ese diálogo, esa búsqueda de unos términos bajo los cuales podrían empezar a trabajar en algo sería resultado de un cansancio que genera esa confrontación geopolítica. La guerra se prolongó demasiado y si los países que no son muy beligerantes con Rusia al principio estaban callados, ahora ya empiezan a insinuar que no estaría mal ponerle fin a la operación especial militar.
Ya el septiembre pasado durante la cumbre de Shangai tanto China como la India han dejado claro que están interesados en un alto el fuego, se lo han transmitido a Putin tal cual. Si bien no van a sumarse a la estrategia elegida por EEUU y seguida por la UE de hundimiento completo de la economía rusa, tampoco parecen muy dispuestos a ayudar a Rusia, más allá de comprarle sus combustibles fósiles con un descuento inédito.
Ayer se reunieron Joe Biden y Xi Jinpin en el marco de la cumbre del G-20 en Bali. La conversación duró más de tres horas y terminó sin rueda de prensa
ni declaraciones conjuntas. Sin embargo, el tono que la ha caracterizado ha sido muy pacífico.
Está claro que nadie se hace ilusiones respecto a sus relaciones, pero parece que de momento no se van a cruzar las líneas rojas.
La clave es ahora: sí que va a seguir construyendo estrategias antiestadounidenses, pero muy a largo plazo. Pekín tampoco va a impedirle a Rusia seguir avanzando en la dirección en la que avanza, pero no le va a ayudar activamente. Seguirá comprándole petróleo y no se sumará a sanciones, pero cumplirá las sanciones extraterritoriales para no perjudicarse a sí misma; se abstendrá en las votaciones clave en la ONU, pero poco más.
Tanto el canciller Lavrov como la portavoz del Ministerio de Defensa han asegurado que están dispuestos a negociar, pero que se tome en cuenta la realidad sobre el terreno (la realidad es que aún mantienen ocupados partes de territorios). Ahora, ¿qué dice Ucrania? Tanto su presidente, como sus funcionarios, como los militares han dejado claro que quieren la liberación de todos los territorios, Crimea incluida. Volver a las fronteras de 1991.
Y aquí es donde llegamos a un callejón sin salida. Ayer mismo, el comandante en jefe de las FFAA de Ucrania -comentando la posibilidad de un congelamiento del conflicto- ha dicho claramente que no aceptarán compromisos. En marzo, cuando Rusia acababa de invadir el país, ya se habían negado a reconocer la soberanía rusa sobre Crimea y les iba mucho peor que ahora sin todo el armamento occidental que han recibido y sin el lend lease en vigor. ¿Por qué deberían renunciar a sus aspiraciones de recuperar esos territorios ahora? Por otro lado, tampoco veo que Rusia, sea quien sea su gobernante, acepte regresar a esas fronteras de 1991 y entregar Crimea.
La pregunta que me preocupa es: Si Ucrania decide recuperar Crimea por vía militar (siguiendo el consejo de Josep Borrell que dijo que el resultado de esta guerra se tiene que decidir en el campo de batalla), ¿cuál será la respuesta rusa? ¿Tienen alguna idea? Crimea no es lo mismo que Jersón, no se van a retirar fácilmente y dado que el único as en la manga que parece quedarle a Moscú son las armas nucleares, ¿qué creen que puede suceder?
Por lo que leo todos los días solo puedo confirmar lo que ya he contado una vez aquí en este programa: que dentro del polo "patriótico" que apoyó esa guerra desde sus inicios, hay divisiones cada vez más notables. Unos que llaman a no criticar nada nunca y hablan ahora mismo de una retirada estratégica, para prepararse y regresar después, obviamente, porque una derrota rusa es imposible, inconcebible. La 'racionalización' del desastre: el desastre no es lo que parece, es estratégico, ese es el camino hacia la victoria.
Otros están algo más dispuestos a aceptar la realidad. En esa aceptación de la realidad se ponen a criticar al Ministerio de Defensa, a los soldados, a todo el aparataje estatal... (algo bastante atrevido a estas alturas). Gente que estaba convencida del poderío militar ruso, de la posibilidad de una guerra breve y victoriosa, estrellándose ahora contra los hechos sobre el terreno.
Los que estamos en contra de esta aventura desde sus inicios no tenemos mucha representación dentro del país. Para nosotros, Rusia perdió esta guerra el 24 de febrero, el día que decidió iniciarla. Las consecuencias que pagará Rusia, sea como sea el acuerdo de paz o el alto el fuego, si es que se llega a él, las vamos a pagar sus ciudadanos durante toda nuestra vida, nuestros hijos y muy probablemente nuestros nietos. Para nosotros, la guerra está perdida desde el 24 de febrero. Y hasta hace poco no teníamos ningún punto de acuerdo con los patriotas 'halcones'. Pues ahora la situación parece que está cambiando: porque algunos de esos patriotas halcones llegan, aunque sea por una vía distinta, a la misma conclusión: que la guerra está perdida. ¿Con qué resultados?
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