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Rajoy dedica solo un par de minutos a hablar de corrupción y afirma que "hoy se persigue más que nunca"

El candidato a la investidura sigue con la presión a Sánchez ofreciendo pactos en educación, pensiones, financiación y violencia de género y responsabilizándole de unas hipotéticas terceras elecciones. 

El presidente del Gobierno en funciones, Mariano Rajoy (c), a su llegada al hemiciclo del Congreso de los Diputados esta tarde para la primera jornada del debate de investidura al que se someterá. EFE/Juan Carlos Hidalgo

PAULA DÍAZ

MADRID.- Apenas un par de minutos. Eso es lo que ha durado la alusión de Mariano Rajoy a la corrupción. Una cantidad ínfima dentro de la hora y veinte minutos que duró su discurso de apertura del debate de investidura al que se somete esta semana en el Congreso de los Diputados. 

Además, utilizó esos minutos para vender las escasas medidas tomadas por su Gobierno al respecto: "Hoy se persigue más que nunca", llegó a afirmar. "Nuestro país es más transparente, tiene controles más férreos sobre la financiación de los partidos políticos, nuevos requisitos para los altos cargos y hemos puesto en marcha nuevos mecanismos para recuperar hasta el último euro robado por los corruptos", agregó. Sólo aplaudió la bancada del PP.  

"Catalunya es mucho más que los políticos independentistas"

Lo mismo ocurrió cuando el todavía presidente del Gobierno en funciones puso encima de la tribuna de la Cámara baja sus propuestas de pactos de Estado por la Educación, contra la Violencia de Género, por la financiación autonómica, la sostenibilidad de las pensiones, contra el terrorismo yihadista o contra el desafío soberanista de Catalunya. 

Esta última fue una de las cuestiones que le sirvió a Rajoy para sembrar polémica. Catalunya fue la única comunidad que citó como 'peligrosa' en lo que a desafíos soberanistas se refiere, y no sólo volvió a hablar -sin nombrarla con ese término- de la mayoría silenciosa de la región ("Catalunya es mucho más que los políticos independentistas", dijo), sino que osó afirmar que él siempre ha estado dispuesto al diálogo con los dirigentes de la Generalitat.

Una cuestión que provocó risas en varios escaños de la Cámara, del mismo modo en que la izquierda abucheó su referencia a la primera Constitución española: "Señorías, a los diputados se nos elige para que representemos a cualquiera: tanto a los de Cádiz como a los de Valencia. Y esto es así desde el día de San José de 1812, cuando la soberanía pasó del monarca a los españoles, que dejaron de ser súbditos y se convirtieron en ciudadanos". El alboroto rompió el silencio habitual del resto del discurso, aunque la bancada popular intentaron acallarlo con sus aplausos.

La "única" alternativa

De otro lado, Rajoy utilizó también el pacto alcanzado entre populares y Ciudadanos y Coalición Canaria -juntos suman 170 escaños- para seguir ejerciendo presión sobre el líder de los socialistas, Pedro Sánchez. Así, volvió a calificar ese acuerdo como "abierto" y dispuesto a recoger más consensos con el fin, dijo, de dar a España el "Gobierno estable, duradero, sólido y tranquilizador, no sometido a vaivenes" que necesita "con urgencia". 

El presidente del Gobierno en funciones, Mariano Rajoy, se dispone a abandonar el estrado tras pronunciar su discurso de investidura, esta tarde en el Congreso de los Diputados. EFE/Juan Carlos Hidalgo

Una vez más, volvió a responsabilizar al PSOE del bloqueo actual y le pidió que, si quieren ser oposición, permita que haya Gobierno. "Estamos ante una responsabilidad compartida ante la que nadie debe mostrarse indiferente. Salvo que alguien exprese lo contrario, todos deseamos evitar terceras elecciones. ¿O es que alguien está pensando en convocar nuevamente a los españoles a las urnas?", acusó Rajoy a Sánchez entre los abucheos de la Cámara que frenó Ana Pastor con su única petición de silencio.

También se presentó como la única opción de Gobierno viable. "No existe una alternativa que atienda a los intereses de los españoles y esté en condiciones de intervenir inmediatamente. Si existiera sería para conformar un Gobierno de mil colores, radical e ineficaz, hipotecado por las exigencias de partidos cuyo objetivo es desafiar a nuestras instituciones y romper unidad territorial", argumentó.

Sin embargo, su discurso no convenció. No hizo ninguna concesión a sus oponentes y se centró en exponer las bondades alcanzadas por su mayoría absoluta (evitar el rescate, lograr crecimiento y empleo y destinar, dijo, 63 de cada 100 euros a políticas sociales) y alertar de los desafíos que amenazan al país: desde las posibles sanciones si no se aprueban los Presupuestos a tiempo y se incumple con Europa a los riesgos del Bréxit británico, pasando por el terrorismo, el fracaso escolar o la ruptura de la hucha de las pensiones.  

"No existe una alternativa que atienda a los intereses de los españoles. Si existiera, sería para conformar un Gobierno de mil colores, radical e ineficaz", vendió

Para luchar contra todo ello presumió de sus acuerdos alcanzados con C's y CC e intentó demostrar que ya no está solo recordando también a sus compañeros de filas de Foro Asturias, Partido Aragonés o Unión del Pueblo Navarro. Y vendió las medidas recogidas en los citados pactos como futuro programa de Gobierno: más facilidades a los autónomos, avances en la digitalización del país, un pacto nacional por la I+D+i y un plan de choque contra el desempleo, la futura rebaja del IRPF, la aprobación de un Estatuto Docente o el aumento de plazas de la Formación Profesional Dual. 

Todas ellas medidas ya conocidas tras la firma de los acuerdos a las que Rajoy decidió dedicar casi la mitad de su discurso. Entre ellas, su propuesta de diálogo para negociar "un modelo estable que preserve la igualdad y solidaridad de todos los españoles a la hora de recibir servicios públicos", "un Pacto Nacional por la Educación", el fortalecimiento "del sistema público de pensiones" con la "convocatoria inmediata del Pacto de Toledo", y un "pacto contra la violencia que se ejerce sobre las mujeres". 

De corrupción, en cambio, apenas citó que "la lucha por la regeneración" sigue siendo un objetivo que debe vincular "a todos".  Pero se quedó en medidas superficiales como no indultar a los condenados por corrupción, la regulación de los lobbies, o un genérico "mayor control" en las contrataciones públicas y la transparencia de los partidos políticos. De obligar a los cargos públicos a abandonar su puesto cuando son imputados y otras medidas a las que también renunció Albert Rivera, ni palabra. 

Es más, Rajoy no sólo pasó de puntillas por la corrupción, sino que aprovechó ese tema, junto a todas las demás "urgencias" del país, para cargar contra Pedro Sánchez. Aludiendo de nuevo a la necesidad de contar con más de los 170 escaños que ya tiene, no sólo para superar la investidura, sino para poder gobernar después y aprobar todas esas medidas, el todavía jefe del Ejecutivo espetó: "No se me ocurre un mayor daño a la democracia que decir a los ciudadanos que su voto ha sido inútil en dos ocasiones y que tienen que repetir elecciones por tercera vez. Respetar la democracia es la primera medida para fortalecerla", concluyó.

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