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Albert Rivera anuncia
un tsunami naranja
y Pedro J. encuentra
a su líder

Lleno a rebosar en la presentación del programa económico de Ciudadanos con una propuesta estrella: complementar el salario anual de las familias con menos ingresos

El presidente de Ciudadanos, Albert Rivera, y el economista Manuel Conthe. / EFE

MADRID.- Ya sea envidia por las pasiones que levanta Podemos en el ala izquierda del electorado o por la esperanza de que Albert Rivera reverdeciera viejos laureles y se mostrara ante el respetable en pelota picada, lo cierto es que la presentación en la noche del martes en Madrid del programa económico de Ciudadanos congregó a cientos de personas, que casi una hora antes de la hora fijada empezaron a guardar cola en la calle de Alcalá como si se tratara del primer día de rebajas.

A tenor de las encuestas y a su escala, Ciudadanos va camino de convertirse en otro fenómeno sólo explicable por el nivelón de la clase política que el país ha venido padeciendo en los últimos años. Rivera tiene al PP grueso de los nervios y ello explica la estrategia surrealista emprendida por esa mente privilegiada llamada Carlos Floriano para desactivarle: decir que es catalán, catalanizar el nombre del partido y recordar que quiere suprimir el Concordato con la Santa Sede por si algún católico se despista y le vota.

Aunque esta preocupación del PP debería servir para aclarar en qué campo juega Ciudadanos, Rivera se ha mantenido fiel a esa novísima regla de la haute couture de la política moderna y se resiste a decir si lo suyo es izquierda o derecha, carne o pescado, aún sabiendo que la pesca es una de las actividades que quiere fomentar en Andalucía. Para no dejar al personal con la incógnita, la presencia en primera fila de Pedro J. Ramírez y de su encantadora esposa Agatha Ruiz de la Prada –diadema incluida- debería despejar las dudas. Decepcionado con Rajoy, que primero era un ‘maricomplejines’ y luego el ogro que le apartó de la dirección de El Mundo, anda Ramírez buscándose un partido al que apoyar desde su futuro digital y parece haberlo encontrado para deleite de la humanidad en su conjunto.

Se trataba, como se decía, de presentar el programa económico de Ciudadanos y a ello se dispuso su autor, Luis Garicano, prestigioso catedrático de la London School Economics que anduvo en tiempos flirteando con Rosa Díez, hasta que, por lo visto, ha consumado con Rivera, del que asegura que es un líder “excepcional” que no encuentra parangón ni en España ni en el resto del mundo conocido.

Alguna de las ideas son, cuando menos, innovadoras. La más atractiva es, sin duda, el llamado complemento salarial anual, pagadero con el IRPF, y destinado a familias que no alcancen un determinado nivel de ingresos que, de hacer caso a declaraciones del propio Rivera, se situaría en los 12.000 euros anuales. Es la propuesta alternativa a la renta básica de Podemos y, según Garicano, permitiría luchar contra la desigualdad, incentivaría la búsqueda de empleo y, finalmente, elevaría el consumo y por ende la recaudación impositiva.

La segunda gran apuesta es acabar con la temporalidad con un contrato indefinido para las nuevas contrataciones, que llevaría aparejado una indemnización por despido creciente en función de la antigüedad y un seguro que aportarían los empresarios del 1% del salario, cuyos fondos estarían a disposición del trabajador en el momento de irse al paro o en su jubilación. Paralelamente, las empresas que menos despidieran se beneficiarían de bonificaciones en las cuotas a la Seguridad Social.

De explicar el tercer punto del programa se encargó Manuel Conthe, al que además de por su aspecto engominado tipo Chicago años 20 se le conocerá por haber sido presidente de la CNMV con Zapatero, hasta su dimisión por discrepancias sobre la OPA de Enel sobre Endesa, que era la opción favorita del Gobierno anterior. Se trata de una ley de segunda oportunidad para “deudores honestos” al estilo de la ley concursal prevista para las empresas.

 

Ante todo, buen rollito

Pese al corto espacio de tiempo que Garicano y Conthe coincidieron ya es posible adelantar que la relación entre ambos durará menos que los famosos peces de hielo de Sabina en un whisky on the rocks. Fue incluirse Conthe entre los autores de ese programa económico “sensato, barato e innovador” y ser desautorizado por Garicano al minuto siguiente: “Él ha trabajado un poco y yo 18 horas diarias”, afirmó. Ante todo, buen rollito.

Salvo para mencionar lo que denominó como el “tsunami naranja” y explicar que lo suyo era el “cambio sensato”, título que ha elegido para el libro que va a publicar y del que aprovechó para hacer la oportuna promoción, Rivera habló tan poco que sus incondicionales apenas sí pudieron aplaudirle. Lo hicieron con ganas cuando proclamó que quería llegar a la Moncloa “sin miedo” y declaró que sus enemigos no eran ni el PP, ni Podemos, ni el PSOE –adviértase el orden-, sino el paro, la crisis y la corrupción. De UPyD, claro, ni una palabra.

Hay quien asegura que Rivera juega a ser Suárez, y no cabe duda de que se le ve cómodo en ese centro al que ya se dirigía el PP desde los tiempos de Fraga y cuya ubicación exacta se le resiste. Para despistar afirmó que le gustaba prometer poco y citó a Kennedy para ensalzar el necesario protagonismo de una sociedad civil que se pregunta lo que puede hacer por su país. A Ramírez se le debieron saltar las lágrimas si es que sabe llorar.

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