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El “silenciado” genocidio de Córdoba capital

Una matanza sin miramientos

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Grupo de campesinos de Fernán Núñez (Córdoba) esperando su fusilamiento.

SEVILLA.- El investigador Francisco Moreno Gómez lleva más de media vida documentando “el genocidio” que se desató en Córdoba capital y provincia. Casi 4.000 víctimas desde el 18 de julio de 1936 y 11.500 fusilados en los pueblos divididos entre el frente republicano y el golpista. Cuarenta y ocho de los setenta y cinco municipios cordobeses amanecieron aquel verano en manos del futuro régimen militar. El resto intentaba crear una fuerte resistencia.

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Una matanza sin miramientos

Sin ningún tipo de escrúpulos tampoco se puede olvidar, si se habla de la represión cordobesa, del alto número de mujeres asesinadas a sangre fría. “Iban al cementerio de La Salud y San Rafael y allí los tiraban a todos en una fosa. Una carnicería espantosa que no es lo único significativo, ya que aquellas muertes estaban programadas dentro de un plan de crimen organizado. Una trama que obedece a una selección y eliminación sistemática del enemigo”, señala este historiador quien insiste en “definir aquellos días como crímenes de guerra y delitos de lesa humanidad”. Los grupos de derechas prepararon con alevosía el terrible golpe con campañas que no dejaban indiferente a las clases populares.

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Grupo de jóvenes y mujeres de Montilla, rapadas.

Cárcel y mortandad

Tras los primeros meses de represión, llegó a Córdoba el hacinamiento en las cárceles. La antigua prisión de la capital se situaba en el Alcázar Viejo. “El profesor Arizala fue uno de los que mejor me describió el duro ambiente de aquella prisión explicándome que cada día cambiaba de color. Un día era azul porque había tenido lugar una redada de ferroviarios, otros amarillo por el grupo de carteros, que mataron muchos en Córdoba ya que el alcalde, Manuel Sánchez-Badajoz era del gremio”. Panaderos, Hosteleros, Albañiles. Así fueron limpiando poco a poco la capital.

1689 víctimas sin identificar

El durísimo relato histórico deja evidencias claras de lo ocurrido aunque a día de hoy las administraciones locales, principalmente el ayuntamiento de Córdoba, no haya removido ni un trozo de aquella tierra para desenterrar los huesos. La mayoría de las víctimas en la ciudad no tienen, ochenta años después de la masacre, nombre en la fosa del cementerio de La Salud y San Rafael. Solo existe un listado que corresponde a 2.311 víctimas. Los conocidos “Muros de la Memoria” de estos cementerios han sido declarados, de forma simbólica, lugares de memoria en Andalucía sin llevarse a cabo más acciones al respecto como dar voz a los descendentes que reclaman su atención.

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Familiares “vencidos” por la justicia

Ana Ricarda Cobacho Cañete.

Entre todo ellos, hay algunos nietos destacados como el del diputado socialista Luis Dorado Luque que se han dejado la piel en la búsqueda de alguna reparación. Antonio Gutiérrez, nieto del diputado socialista Luis Dorado Luque fue uno de los pocos que removió sin descanso todos los trámites necesarios intentado cumplir justicia y reparación ante el Tribunal de Derechos Humanos de Estrasburgo.

Exhumación en las fosas de la Salud y San Rafael

El pasado 11 de junio, en la sede provincial de Comisiones Obreras de Córdoba, colectivos memorialistas (plataforma por la Comisión de la Verdad, UGT, CCOO, el Foro por la Memoria, el Foro Ciudadano para la Recuperación de la Memoria Histórica, entre otras) decidieron iniciar el proceso de petición formal al Ayuntamiento de Córdoba para la reactivación de la exhumación de las fosas de la capital. Entre las peticiones hechas al consistorio se encuentra una fundamental y es la de “asumir el deber democrático que tienen como parte del Estado para reparar la memoria de las víctimas”. Y piden, la exhumación de los restos de los familiares que lo soliciten en las fosas de Córdoba capital como un primer paso, además de la creación de un banco de ADN. Los familiares exigen, también en el escrito, la retirada de los símbolos presentes por la dictadura y la señalización de la vieja cárcel de Córdoba.

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