Este artículo se publicó hace 2 años.
Transición hegemónica
Pablo Iglesias
Madrid-
La política de la apertura y la reforma de Deng Xiaoping era un intento de que la burguesía nacional progresista pudiera estar controlada dentro de los límites del PCCh para el país, pero permitiendo su desarrollo como potencial motor económico de China.
El control estatal nunca se pone en cuestión, por lo que no rompe con Mao en ese sentido, pero sí se abre al exterior para lograr el desarrollo chino hasta que lograse su propia tecnología.
Estos supuestos afectarán a la forma en que Xi Jin ping logra ver la tecnificación y la diplomacia comercial, especialmente en el contexto de la guerra comercial y del salto de la exportación hacia la potencia del mercado interno. Para todo ello fue muy útil la deslocalización de empresas extranjeras en China, la conformación de grandes conglomerados chinos y la apertura controlada que sería modulada por Jiang Zemin años después.
Xi Jinping trataría de poner el foco en los excesos resultantes de esta política que fomentó la conformación de gigantes mercantiles, especialmente en el sector tecnológico, como pueden ser las prácticas monopolísticas o las pretensiones bursátiles en el extranjero.
Esto que dice Alejandro López, analista de política internacional y coordinador de Descifrando la Guerra, es clave para entender los desafíos de China como país que aspira a sustituir a los EEUU como primera potencia. Pero si algo enseña la historia del sistema-mundo capitalista es que ninguna transición hegemónica se lleva a cabo sin el concurso del gran mecanismo de reordenación política del mundo: la guerra. Hablar de geopolítica casi nunca trae buenas noticias.
Hoy en La Base hablamos de China donde en el XX Congreso del Partido Comunista se decide el futuro del país y en buena medida, del mundo.
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