Este artículo se publicó hace 4 años.
Ultraderecha en BrasilSe buscan líderes para combatir el discurso de ultraderecha en Brasil
Organizado por la Casa Fluminense, un curso de extensión de la Universidad Estatal de Río de Janeiro forma en Políticas Públicas a jóvenes procedentes de la periferia.
Víctor David López
Río De Janeiro-
El ritmo comunicativo del discurso de ultraderecha en Brasil es demasiado alto para que oposición, sociedad civil y medios de comunicación puedan hacer llegar a la ciudadanía las respuestas necesarias. Lo último del presidente Jair Bolsonaro es denunciar –sin pruebas– un supuesto fraude en las elecciones presidenciales que ganó en 2018 en la segunda vuelta. Según él, ha contrastado con documentos que debería haber sido elegido presidente directamente en la primera vuelta. "Encuéntrame un brasileño que confíe en el sistema electoral brasileño", ha declarado ante la prensa, y la masa le sigue.
La velocidad de crucero de la ultraderecha hace que los mensajes se vayan reciclando y reutilizando cíclicamente. En paralelo a las últimas declaraciones polémicas presidenciales, resucitaba la madre de todas las noticias falsas del conservadurismo brasileño, y la que más daño ha hecho: el denominado "Kit gay". Así denominan Bolsonaro y los suyos a la versión beta de la campaña "Escuela sin homofobia", que el Partido de los Trabajadores quiso dirigir al gremio de educadores durante el primer mandato de Dilma Rousseff. Lo ha vuelto a sacar a relucir el ministro de educación, Abraham Weintraub, cómodo en su posición de agitador cibernético. En el Brasil de Bolsonaro, asegura Weintraub continuando con la propagación de la farsa, los niños no recibirán el "Kit gay".
La ultraderecha marca el ritmo, dicta la agenda, y eso es lo que quieren evitar desde la organización Casa Fluminense. Novecientas personas se inscribieron en la quinta edición de su proyecto académico de políticas públicas, uno de los cursos de extensión de la Universidad Estatal de Río de Janeiro. Solo había espacio para cuarenta matrículas, el perfil estaba claro: se buscan multiplicadores, líderes para combatir el discurso de ultraderecha en Brasil. "Queremos hablar con personas que estén movilizando personas", comenta para Público una de las coordinadoras del curso, Yasmin Monteiro.
Problemáticas anexadas a la desigualdad
No se trata de pensar que Brasil carece de respuesta ante la extrema derecha, o que no hay suficientes líderes para plantar cara. Las problemáticas son más complejas, y están habitualmente anexadas a la desigualdad. "Las informaciones académicas y técnicas no están accesibles para la población, y eso dificulta la participación social", analiza Monteiro. "Esa información técnica está en manos de los tomadores de decisiones, que son hombres blancos y ricos, completamente desconectados de nuestras necesidades".
La velocidad de crucero de la ultraderecha hace que los mensajes se vayan reciclando y reutilizando cíclicamente
La poca participación social ha tenido efectos nefastos. "Por no pensar en las consecuencias del mañana ha salido elegido Bolsonaro", se quejaba una de las alumnas en la primera sesión del curso. "Muchas de nosotras llevábamos avisando mucho tiempo".
Entre medias de las primeras intervenciones de los instructores de este curso de políticas públicas, capitaneados por Henrique Silveira –coordinador ejecutivo de Casa Fluminense–, los cuarenta elegidos fueron presentado la causa que les mueve. De las más variopintas: desde actuaciones en hospitales psiquiátricos o proyectos orientados al desarrollo rural, hasta producción cinematográfica en barrios marginalizados o campañas por el encarcelamiento y contra la masificación de las prisiones. Una pedagoga se queja de las lagunas del sistema educativo: "En la escuela estudiamos que la princesa Isabel, mujer blanca, liberó a los negros. No tenemos una identidad construida". Una compañera, sabiendo cómo afecta este racismo en las favelas, se posiciona "a favor de la legalización de la marihuana, porque el Estado aprovecha esto [operaciones antidroga] para entrar en las favelas para matar, para destruir". Hablan con conocimiento de causa.
"La ausencia de proyecto es un proyecto", advierte Karen Kristien, otra de las organizadoras del curso, sobre el vacío de políticas públicas en Brasil. "Esa destrucción es una construcción". Cómo afecta mentalmente a la población el abandono al que son sometidos por parte de las autoridades es algo que se está estudiando ahora y que se seguirá estudiando dentro de décadas. Las reacciones pueden ser de las más diversas. "¿Por qué el negro, pobre y favelado vota a Bolsonaro?", se pregunta Kristien. "Puede ser por millones de razones, pero también porque piensa que el negro, pobre y favelado es el otro".
Cómo afecta mentalmente a la población el abandono al que son sometidos por parte de las autoridades es algo que se está estudiando y que se seguirá estudiando dentro de décadas
Son todos los alumnos, tal y como buscaba el proceso de selección, agentes multiplicadores, semillas que irán cambiando las actuales pautas de la ciudadanía. Esas pautas son hoy –con inestimable impulso de los medios de comunicación y las redes sociales– agresivas y violentas, y, por lo tanto, muy fácilmente absorbibles y manejables por la extrema derecha.
Entre las unidades didácticas del curso, las alumnas y alumnos se empaparán de presupuestos y gestión; comunicación y movilización social; derecho a la memoria y justicia racial; política habitacional; cultura como política pública; desigualdad de género; seguridad pública; justicia ambiental; desafíos del sistema de salud público, y movilidad urbana sostenible. Son conscientes de que intentar desplegar debates entre la población en torno a estas temáticas es casi suicida en año electoral –hay elecciones municipales en octubre–: los candidatos saben cómo alcanzar los sentimientos y los votos del electorado por la vía rápida. Es, por lo tanto, una tarea a medio y largo plazo, pero orientada a dejar poso, ideada para perdurar.
El objetivo no solo es formar futuros líderes políticos
Se antoja difícil molestar al entramado político brasileño desde afuera, sin adentrarse en la política y cambiar las cosas desde dentro. Este curso de políticas públicas, sin embargo, va más allá. "La pelea política, tal y como la entendemos, toma varias formas, no solo para los que se candidaten a concejales en un municipio", señala Yasmin Monteiro. "Necesitamos más líderes en la periferia, más líderes mujeres y negras, y líderes populares para presionar a los tomadores de decisiones, a alcaldes, a gobernadores, para monitorear las políticas públicas".
"Necesitamos más líderes en la periferia, más líderes mujeres y negras", señalan desde el curso
Recalca la coordinadora que ellos no están "creando nuevos líderes", sino contribuyendo al crecimiento de los que ya existen. "Hay mucha gente potente que tienen muy claro dónde quieren llegar, pero con acceso limitado a recursos. Este curso es el canal, el vector".
La programación incluye también una serie de visitas complementarias. Una de ellas, por ejemplo, será a la Asamblea Legislativa de Río de Janeiro, "para que los alumnos conozcan el espacio y que entiendan cómo pueden presionar a la Asamblea Legislativa si estuviera en marcha un proyecto de ley importante", explica Monteiro.
El discurso de la ultraderecha avanza hacia las municipales
Quince meses después de la toma de posesión de Jair Bolsonaro como presidente de la República, el discurso de ultraderecha que lidera no se detiene, y avanza directo a las elecciones municipales del mes de octubre. Este próximo domingo, 15 de marzo, han sido convocados actos por todo el país a favor del presidente y en contra del Congreso Nacional, con el que no está sabiendo lidiar el máximo mandatario. Desconoce, en definitiva, las travesías de una democracia.
El mismo presidente está convocando a sus seguidores para volver a dejar patente una demostración de fuerza en las calles, amenazando a uno de los tres Poderes del Estado. Las convocatorias responden a la llamada original del general Augusto Heleno, ministro del gabinete de seguridad institucional, que acusó al Legislativo de "chantajear" al Ejecutivo, por el mero hecho de estar dificultando al Gobierno la aprobación de ciertas partidas presupuestarias. Su mensaje, una vez más, ha calado entre los fieles.
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