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¿Cómo desengancharse de Tinder y otras apps de ligar?

400 millones de usuarios de apps de citas, de los cuales solo Tinder concentra 60 millones, representan un altísimo porcentaje de la población adulta con acceso a dispositivos móviles y conexión a internet en el mundo. Es evidente que Tinder y el resto de apps para ligar han cambiado las relaciones interpersonales en el siglo XXI. Ya no hay marcha atrás, esta forma de “conexión virtual, emocional y física” ha llegado para quedarse.  

Pero en nuestra mano está hacer un uso racional de estas herramientas digitales, o excluirlas de nuestra vida si consideramos que están teniendo un efecto negativo en la misma. A continuación, te ayudamos a detectar si estás enganchado a las apps para ligar, ofreciéndote un método en cuatro fases para decir bye, bye a Tinder y demás apps para ligar… Si eso es lo que realmente quieres. 

¿Estás enganchado a Tinder? ¿Quieres (realmente) dejarlo? 

Tinder y otras apps para ligar
Una mujer con Tinder en su móvil – Fuente: Depositphotos

La adicción a las redes sociales no es muy diferente a otras adicciones, aunque el mono pueda ser mucho más difícil de manejar, por supuesto, en otros ámbitos. Aficionarse de forma continuada a algo que nos produce placer es consustancial al ser humano. Pero hay que saber manejar estas adicciones, hay que entender los efectos perniciosos de un exceso de dopamina y otras hormonas en nuestro organismo.  

En este sentido, nos gusta decir que estamos “enganchados” al café, a correr, a Netflix, o a nuestra pareja como si fuera algo “bueno”, cuando ninguna adicción es, por definición, positiva. Es posible que tú fueras una de esas personas que sufrió con no poder ir al gimnasio o a correr durante la pandemia. Y es que hasta las “buenas” adicciones, como hacer ejercicio, son malas si nos convertimos en dependientes de ellas. No soy persona sin un café, no me siento completo si no salgo a correr, etc. Porque en algún momento deberás dejar el café o de salir a correr y llegarán los problemas y los lamentos.  

Por eso es conveniente manejar las aficiones placenteras antes de que se convierten en una adicción, antes de que nos enganchemos. Porque, después, siempre vamos a tener que hacer un esfuerzo extra para dejarlo. Porque casi todo en esta vida hay que dejarlo tarde o temprano, incluso la vida misma, si se nos permite el chiste malo.  

Cómo dejar Tinder en cuatro fases

Tinder y otras apps para ligar
Una persona abriendo Tinder en su móvil – Fuente: Unsplash

Lo mismo sucede con Tinder y otras apps para ligar. Por supuesto, no son tan “saludables” como hacer ejercicio, pero tampoco son negativas en sí mismas, si el usuario les da un uso racional. Pero, ¿cómo saber si estás enganchado a Tinder y otras apps para ligar? Pues de la misma forma que con cualquier otra adicción, respondiendo a estas preguntas honestamente: 

¿Puedo seguir con mi vida sin usar apps para ligar? ¿Me siento mal después de una sesión de Tinder? ¿Abro las aplicaciones de forma automática cuando no tengo otra cosa que hacer? ¿Dejo de hacer otras cosas importantes para darle al swipe? ¿Los beneficios de Tinder no compensan sus desventajas? Si has respondido a todo que sí, estás enganchado, es hora de dejarlo.  

Dejando Tinder. Primera fase: actitud 

Mujer con móvil
Una mujer con móvil – Foto: Pixabay

Para dejar cualquier cosa hay que tener, en primer lugar, actitud. Querer dejarlo. No vale decirlo públicamente, pero internamente tener la sospecha de que lo vas a seguir usando. Si no lo quieres dejar, no lo dejes, no hagas esfuerzos inútiles, no te mortifiques. Sigue con ello hasta que, realmente, quieras dejarlo. 

Pero si lo tienes decidido, si tienes la actitud, ponte en marcha. Nuestra recomendación es la misma que para otras adicciones. Corte radical. Nada de poco a poco. Elimina las apps de tu móvil. Y es hora de hablar de los beneficios de no usar Tinder. Porque en esta primera y segunda fase deberás tener muy presente los beneficios de tu esfuerzo. Porque cuando dejamos algo es porque nos va a beneficiar… aunque luego no todo sean beneficios. Pero de eso ya te enterarás más tarde. 

Los beneficios de dejar Tinder son bastante obvios. Menor vinculación al móvil y al mundo virtual, más atención al mundo real y a las personas que te rodean. Menos frivolidades, menos riesgos, menos decepciones emocionales, menos selfies ridículos, menos postureo. Más tiempo para otras cosas.  

Y, ante todo, un cambio de paradigma: comprobar que sí, que se puede conocer gente sin un móvil en la mano, como se hizo a lo largo de toda la historia de la humanidad hasta dos décadas. No debe ser tan difícil, pero, desde luego, hay que recuperar algunas habilidades sociales que se van perdiendo mientras nos apantallamos cada vez más desarrollando otro tipo de habilidades sociales… virtuales.  

Dejando Tinder. Segunda fase: ‘mono’, euforia y paciencia 

Tinder y otras apps para ligar
Varias personas consultan sus móviles – Fuente: Pexels

En la mayoría de los procesos de terminar con una adicción se da una euforia inicial si has logrado pasar de la primera fase, es decir si has pasado unos días sin caer en la tentación, si has superado el primer mono. Te ves capaz de lidiar con ello y llega la (peligrosa) euforia. Porque la euforia es la antesala de caer en la tentación.  

¿Por qué? Porque te ves capaz de “dejarlo” y entonces surge una idea peregrina: como puedo dejarlo “cuando quiera” no importa si hago un par de swipes más. Por un par no pasa nada, ahora que lo sé manejar. No hagas caso, si vuelves al redil es el principio del fin de tu proceso de desenganche.  

No te preocupes, porque tras la euforia llega una suerte de “valle”, tras superar la primera “cumbre” de tu adicción. Un valle un poco aburrido en el que empezarás a visualizar lo que será tu vida sin esa adicción. Y que no todo es tan maravilloso, pero será mejor que antes, de eso no tengas duda, no pierdas (toda la actitud) inicial, ten paciencia y confía en tu fortaleza. 

Dejando Tinder. Tercera Fase: consolidación 

Mujeres hablan
Dos mujeres hablan en una terraza – Fuente: Unsplash

Superado el valle de la paciencia llegas al principio del fin, pero del fin positivo, de haber logrado desengancharte. Dicen que para la mayoría de las adicciones conviene esperar en torno a un mes para empezar a considerar que estás logrando los objetivos. Con Tinder y otras apps para ligar no es muy diferente. Espera 28 días, como en la película. Y recuerda que el contador vuelve a cero si has caído en la tentación. 

Pero una vez superado ese mes sin abrir ni una sola vez las aplicaciones de tu móvil, enhorabuena, estás (casi) desenganchado. Y lo estás porque has comprobado que, efectivamente, los beneficios de no usar estas apps son mayores que los beneficios que aportaban su uso, que, seguro que también tenía alguno, ¿verdad? 

Dejando Tinder. Cuarta Fase: nostalgia y recaídas 

Tinder y otras apps para ligar
Una mujer se saca un selfie – Fuente: Pexels

Dice el escritor Jörg Donner que dejar de fumar es como perder un amigo, un amigo que no vas a poder volver a ver nunca más. Y la analogía no puede ser más brillante. Si hablamos de Tinder y otras apps para ligar, supone más que un amigo, supone “muchos amigos”, o más bien potenciales amigos, pero también, metafóricamente, tal como era la intención de Donner, dejar un lugar de descanso, un refugio para pasar el tiempo, para distraerse.  

Y entonces, una vez consolidado el proceso de desengancharse de Tinder, llegas a la cuarta y agridulce fase, la de los peligros de las recaídas, pero, ante todo, la de la nostalgia. Por supuesto, debes evitar ante todo caer en la tentación, al menos por respeto a ti mismo y al esfuerzo que has hecho por dejarlo durante varias semanas. Pero, a estas alturas, caer en la tentación es menos probable que en las fases anteriores

Porque ahora ya no sientes euforia, ni mono, ni debes ser paciente. El trabajo ya está hecho, pero descubres que la vida no es tan maravillosa sin tu adicción. Es casi la misma, pero sin tabaco… o sin Tinder. Y es posible que, de vez en cuando, te visite la nostalgia de aquellas citas inolvidables (que alguna hubo), de los flechazos, de levantarte por la mañana esperando el match, de, en fin, las descargas de dopamina… que ya no tienes, no en ese grado, al menos usando el móvil.

Y entonces llega el cierre definitivo del proceso: desvanecer la nostalgia recordando la otra cara de la moneda, la que te hizo dejarlo: las horas muertas dándole al swipe, las citas horribles, las conversaciones frívolas, las decepciones y riesgos, y el hecho de que, ahora, con Tinder enterrado, estás mejor. Y punto. Porque conoces mejor a las personas de tu alrededor. E, incluso, tal vez hayas conectado de forma íntima con alguien sin usar una pantalla como alcahueta. Como se hacía “antes”, ¿no?  



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