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El cruel experimento del pequeño Albert

Un bebé tranquilo y sereno que, al cabo de unos pocos meses, se comporta con ansiedad y desarrolla un miedo exacerbado a los animales con pelo... y a Santa Claus. En 1919, el psicólogo John B. Watson llevó a cabo el conocido como experimento del pequeño Albert para probar sus hipótesis conductistas.

El psicólogo estadounidense John B. Watson, uno de los impulsores del conductismo, realizó un polémico experimento en 1919 para probar una serie de hipótesis sobre el condicionamiento y la respuesta emocional de los seres humanos —particularmente el miedo— ante diferentes estímulos. Un bebé de tan solo 9 meses fue el sujeto del experimento: el pequeño Albert. 

Watson y el conductismo 

John B. Watson y el experimento del pequeño Albert
John B. Watson y el experimento del pequeño Albert

En el año 1913, John B. Watson presenta en la Universidad de Columbia “La psicología tal como la ve el conductista”, conocido más tarde como el manifiesto conductista. En él, Watson expone una serie de ideas que consolidan y unifican las diferentes propuestas conductistas que se venían haciendo en los años precedentes, entre ellos los famosos experimentos de Pavlov

Watson consideraba que la psicología era una ciencia natural cuyo principal objetivo debía ser la predicción y el control de la conducta. Inspirándose en otros grandes estudiosos como Wuntz o Darwin, Watson consideró que la mente debía ser ‘naturalizada’ negando su vertiente metafísica y dejando fuera conceptos como la conciencia o el alma: los sentimientos, las emociones o los recuerdos eran distintas formas de conducta y podían ser estudiados a través de “conductas aprendidas observables”. 

Tal y como lo definió años después Jacob Robert Kantor, psicólogo naturalista, el conductismo renuncia a las doctrinas del alma, la mente o la conciencia para centrarse en “el estudio de los organismos en interacción con sus ambientes”. Y Watson tenía un plan para estudiar ‘un organismo en interacción con un ambiente’: un bebé de 8 meses llamado Albert.  

Las fases del experimento del pequeño Albert 

El experimento del pequeño Albert
El experimento del pequeño Albert

Seis años después de la presentación de aquel manifiesto, John B. Watson y su ayudante Rosalie Rayner se plantearon hacer un experimento que llevara a un nuevo nivel los ensayos de Pavlov. Pero en vez de un perro, se trabajaría con un bebé. Y en vez de hambre, se experimentaría con el miedo.  

Objetivos del experimento 

Según se describe en el artículo publicado en 1920 por la pareja de psicólogos, los objetivos del experimento del pequeño Albert eran los siguientes: 

  • ¿Puede condicionarse a un niño para que sienta miedo de un animal que aparece simultáneamente con un ruido fuerte? 
  • ¿Se transferirá tal miedo a otros animales u objetos inanimados? 
  • ¿Cuánto persistirá tal miedo?  

La selección del bebé 

Para que el experimento se desarrollase en consonancia con los objetivos, se precisaba un sujeto que aún no hubiera manifestado emociones muy intensas. Desde luego que tenía que ser un ser humano de muy corta edad. Rayner acudió a un orfanato y sugirió escoger al hijo de una de las nodrizas que había vivido en un ambiente tranquilo sin muchos estímulos: se decía que apenas había llorado desde que nació. Era perfecto para el experimento

Toma de contacto con el pequeño Albert 

Con menos de 9 meses, Watson y Rayner iniciaron el experimento con una primera fase en la que expusieron al bebé una fogata y varios animales, pero Albert no mostró ningún temor.

Sí lloró, no obstante, ante el ruido producto de golpear una lámina metálica con un martillo, confirmando una de las hipótesis de Watson: el miedo —junto a la cólera y el amor— son los tres sentimientos reconocibles en niños recién nacidos, siendo el miedo condicionado especialmente por ruidos fuertes y falta de sustentación.  

El pequeño Albert y la rata 

Dos meses después de la toma de contacto, Watson y Rayner pasaron a la fase del miedo condicionado: comenzaron a mostrar diferentes estímulos a Albert para comprobar si podían modificar su conducta, si podía ‘aprender el miedo’.  

En concreto, mostraron una rata blanca de laboratorio que Albert quiso tocar, pero cuando hizo varios intentos de acercarse a ella, Watson golpeó la barra metálica. El bebé se echó hacia detrás y, cuando volvió a intentar tocar la rata, nuevo ruido metálico. Albert lloró

Albert aprendió el miedo 

El experimento del pequeño Albert
El experimento del pequeño Albert

Durante varias semanas más, Albert continuó siendo sometido a diferentes ciclos de experimentación que confirmaban los datos obtenidos en las primeras jornadas. El bebé comenzó a llorar cuando veía a la rata sin necesidad de escuchar el ruido metálico


Tal y como explica Watson en su informe posterior: “En total, se dieron siete estimulaciones conjuntas —ruido metálico y rata— para provocar la reacción completa. No es improbable que, si el sonido hubiera sido mayor, el número de estimulaciones conjuntas se hubiera reducido sustancialmente”.  

Albert, el abrigo de foca y Santa Claus 

Watson y Rayner habían conseguido el primero de los objetivos de su experimento y fueron a por el segundo. Se le mostraron diferentes animales de pelo y otros objetos inanimados como un abrigo de piel de foca y Albert lloró ante todos esos estímulos.

En última instancia —y en una escena que fácilmente podría formar parte de una película de terror— Watson apareció con una máscara y con una barba de Santa Claus. El bebé se apartó atemorizado y llorando. 

¿Watson se olvidó de desensibilizar al bebé? 

El experimento del pequeño Albert
El experimento del pequeño Albert

El experimento no cumplió con su último objetivo, no estudió cuánto podía persistir el miedo y, lo más importante, si se podía desarrollar una técnica experimental para eliminar la respuesta emocional continuada. Se dice que el mismo día que Watson iba a comenzar la última fase del experimento, Albert dejó el hospital.  

Se especula con que la madre retiró al niño del experimento, pero también se dice que el psicólogo conocía la marcha del niño y no previó (o no quiso prever) este hecho porque ya estaba conforme con haber cumplido los dos primeros objetivos de su experimento que, al fin y al cabo, ya eran un éxito para fortalecer su teoría conductista.  

Críticas al experimento del pequeño Albert 

El experimento del pequeño Albert explicado en el programa televisivo de Philip Zimbardo… psicológo del experimento de la cárcel de Stanford

Watson y Rayner fueron despedidos poco más tarde de la Universidad Johns Hopkins, la cual financiaba el experimento, por el romance que ambos mantenían, aunque a posteriori también se sugirió que la falta de ética del experimento podría haber influido en su salida.

Las críticas al experimento no se hicieron esperar. No solo se censuraba la crueldad de usar a un bebé para demostrar unas hipótesis, sino que se criticaba el hecho de que Watson no terminara el ensayo tratando de eliminar el miedo inducido al pequeño Albert cuya vida tras el experimento sigue siendo motivo de investigación: ¿desarrolló una fobia a los animales con pelo… y nada más?

En última instancia, experimentos como este conducen a la reflexión sobre los límites de la ciencia y de la soberbia y el ensimismamiento de (algunos) científicos. Tal y como dijo una vez el físico teórico Lee Smolin: “En el fondo, los científicos somos gente con suerte: podemos jugar a lo que queramos durante toda la vida”.  



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