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Nueve trucos que usan algunas empresas para que trabajemos más de lo que debemos

Ni tu empresa es tu enemiga, aunque a veces lo parezca, ni tu amiga, pese a que en ocasiones se vista de “colega”: se trata de una organización para la que trabajas y por cuya labor recibes un salario. Ni más ni menos.

Pero en un mundo laboral en el que el eufemismo ha sustituido al látigo y la productividad es la nueva explotación, siempre hay empresas —de todos los tamaños y sabores— que tratan de hacerte trabajar más de lo que debes… sin que lo notes. Te explicamos cómo lo hacen. 

Las trampas de tu empresa para que trabajes de más 

Trabajo - Fuente: Pixabay
Trabajo – Fuente: Pixabay

Siempre habrá empleados que trabajen menos de lo que deben, por supuesto, pero eso no es óbice para que todo trabajador, independientemente de su rendimiento y sentido de la responsabilidad, sufra los trucos más o menos gruesos de las empresas para espolearle a hacer horas extras sin cobrar, para exprimirle hasta llegar a casa vacío pero contento por tener “tanto” trabajo. ¿Cómo logra tu empresa engañarte para que no pares de currar? Con seducción, chantaje y eufemismo a paladas.  

La cantinela de la productividad 

Ya lo dijimos en su día: la productividad nunca debe soslayar los derechos del trabajador. Pero la moderna ética laboral sigue insistiendo en el valor supremo de la productividad que convierte a muchos trabajadores en ‘yonquis’ del trabajo. Y un adicto nunca está satisfecho con su dosis de trabajo, siempre quiere más productividad. ¿Conoces alguna empresa que te diga que no trabajes tanto, que no hace falta obsesionarse con la productividad porque podría afectar a tu salud física y mental?  

Convertido en el nuevo Santo Grial laboral, la productividad es una matraca que usan los responsables más plúmbeos de las empresas para intentar manipularte para que trabajes más de lo que debes. Cada trabajador debería decidir cuál es su nivel de productividad adecuado, que para eso nos han contratado, ¿no? 

Seduciéndote con el supuesto prestigio y valor de la empresa 

Trabajo en equipo - Fuente: Pixabay
Trabajo en equipo – Fuente: Pixabay

Acaban de despedir a 600 trabajadores de Apple en la primera ronda de recortes de la tecnológica desde la pandemia como consecuencia de la cancelación del proyecto de coche eléctrico. Pero seguro que ha ido George Clooney a despedirlos y se han marchado con una sonrisa y agradecidos por haber compartido oficina con el espíritu de Steve Jobs

Apple es tal vez el mejor ejemplo de la cuadratura del círculo laboral: una compañía de tanto (supuesto) prestigio capaz de seducir al trabajador para que se sienta honrado de participar en “misiones tan elevadas” como ayudar al desarrollo del enésimo iPhone.  

Todas las empresas aspiran a ser como Apple o Google para sus trabajadores, aunque luego se descubra que no es oro todo lo que reluce. Si tu empresa empieza a apelar a su prestigio y valores y al jefe se le pone cara de Steve Jobs inventando tecnologías para hacernos la vida más fácil, desconfía y vuelve a mirar lo que cobras: ése es el único valor y prestigio que cuenta, el mejor antídoto contra la seducción laboral. 

Alentando la ¿sana? competencia 

Los expertos en recursos humanos y liderazgo hablan de la rivalidad saludable como una fórmula exitosa para aumentar, ya sabes, la productividad y, de propina, la motivación. Así como Cristiano Ronaldo fue, según parece, un aliciente para que Messi fuera aún mejor, se supone que alentando la competencia en una empresa también trataremos de ser mejores trabajadores. 

Esto suena bien sobre el papel, pero la línea que separa la competencia saludable de la rivalidad tóxica es muy fina. Puede funcionar, pero si no funciona, las consecuencias pueden ser muy negativas para la salud mental de los trabajadores.  

“Lo necesito para ayer”, “hay que arrimar el hombro” y otras tonterías 

¿Cómo detectar a una persona tóxica en el trabajo?
Trabajadoras en una oficina

La primera vez que oí la frase “lo necesitamos para ayer” casi me muero de risa… hasta que comprobé que mi superior lo decía en serio. Un mes más tarde estaba buscando trabajo.

Cada vez es menos habitual que los jefes caigan en la tentación de soltar frases ridículas como esas, pero aún resiste una vieja guardia de líderes mesiánicos, tiránicos y absolutistas que no han leído los últimos manuales de recursos humanos. Todavía tienen el látigo guardado en un cajón… por si hay que espolear a los empleados por las bravas. Ni caso. Cuando oigas una frase de ese tipo, ríete (para tus adentros) y trabaja según tu sentido de la responsabilidad.


El buenrollismo laboral: cuando te quieren hacer creer que ir a trabajar es como salir de fiesta 

“El día de tu cumpleaños lo tendrás libre (aun así, no te escaparás de organizar un afterwork o de traernos un desayuno en los días anteriores o posteriores LOL!)”. Nada para levantar el ánimo en un día gris como echar un vistazo a las ofertas de trabajo de copy creativo, redactor publicitario y similares.  

Que si café y fruta gratis, que si ambiente joven y fresco, que si estamos llenos de energía, que si blablablá. Cuando ya te hayan metido en el redil del buenrollismo te empezarán a hablar de las ganas de trabajar, de la proactividad, de la flexibilidad, de la implicación, del multitask, del aprendizaje continuo, de elevados objetivos… Y sin darte cuenta ya estarás terminando un proyecto para ayer.

Así que tampoco te dejes seducir por el buenrollismo y el café gratis. Ya me pago yo el café y la fruta si es que me pagáis vosotros a mí lo suficiente. Y en cuanto al afterwork, si está pagado, tal vez vaya. Pero a punto de pistola buenrollista, no, gracias.  

Promesas y elogios 

Otra vertiente del buenrollismo laboral son las promesas y los elogios que no siempre son “bienintencionados”. Tu jefe no siempre te elogia honestamente, sino porque ha leído en el manual que los empleados satisfechos rinden mejor y son más productivos. Así que no te fíes de los elogios exagerados, porque en no pocas ocasiones no son sinceros, sino que buscan sedarte para que trabajes un poco más: “ya que lo hago todo tan bien, voy a hacerlo todo un poco más bien todavía”, y ya entonces dejarás de mirar el reloj y la noche te pillará en la ofi.  

En cuanto a las promesas, no será la primera vez que una empresa promete a unos empleados una serie de beneficios por alcanzar determinados objetivos que luego no se cumplen o tardan demasiado tiempo en cumplirse. No te fíes de las promesas y mira tu sueldo actual, no el futuro, especialmente si no hay nada firmado sobre esa promesa.  

Los objetivos inalcanzables 

Oficina - Fuente: Pixabay
Oficina – Fuente: Pixabay

¿Cuántas veces has dudado entre hacer el trabajo “mal” y entregarlo a tiempo o hacerlo “bien” y tardar más de lo que te piden? 

En muchos trabajos, especialmente aquellos enfocados a metas y/o proyectos concretos, se trabaja con un elevado nivel de presión que es azuzado por objetivos ambiciosos o directamente inalcanzables. Es especialmente habitual en grandes empresas con extensas cadenas de mando que se presionan unos a otros para sacar adelante determinados proyectos en tiempo récord. 


Si escuchas a un corrillo laboral hablando en un local de afterwork, los problemas siempre son los mismos: presión por terminar un trabajo en periodos de tiempo demasiado cortos. Y no es que tenga la culpa uno u otro jefe, es una espiral de presión laboral en la que todos se apremian a trabajar más rápido. ¿De verdad no es posible afinar los plazos de un proyecto para que no haya que andar siempre con prisas y ansiedades? Desde luego que sí, pero se ve que nos gusta sufrir y estar siempre sin aliento.

Sea como fuere, intenta en la medida de lo posible no entrar en esta espiral de presión en la que todos son presionados y presionan, por una razón muy sencilla: en ese escenario se trabaja peor… y se es menos productivo. Porque es cierto que un poco de presión suele ser positivo, pero demasiada es contraproducente. ¿Dónde está el límite? Deberás establecer tu propio límite, que no te lo impongan desde fuera.  

Compromiso, chantaje y amenazas 

Por orden de gravedad, también siguen existiendo en la actualidad otros trucos mucho más agresivos que no tratan de seducir, sino de presionar al empleado. Tal vez te hablen del compromiso con los valores de la empresa, pero tú no acabas de ver en qué te beneficia a ti contribuir a esos supuestos valores trabajando más de lo que debes. Tu único compromiso debe ser contigo mismo y tu propia responsabilidad personal como trabajador, el cual suele ser directamente proporcional a la pertinencia del sueldo que cobras por desarrollar ese trabajo. 

En cuanto al chantaje y las amenazas, ya entramos en terreno peligroso y que puede, en algunos casos, requerir la ayuda de profesionales, no solo psicólogos, sino abogados laboralistas. Ya lo hemos dicho otras veces: ningún trabajo merece un problema de salud mental: jamás permitas un chantaje o una amenaza en el trabajo, por mucho que necesites tu sueldo.  

Teletrabajar no es trabajar a todas horas

Teletrabajo
Teletrabajo

Por último, no hay que olvidar el nuevo escenario laboral que se está planteando en los últimos años, con trabajos híbridos o exclusivamente remotos. A pesar de sus ventajas, también conllevan sus riesgos, especialmente en relación al exceso de trabajo al estar permanentemente en la “oficina”. Cada vez es más habitual ver a trabajadores pegados a su móvil o a su portátil respondiendo correos electrónicos mientras cenan, consultando documentos mientras hacen los deberes con los hijos, trabajando a todas horas, en definitiva.  

La tecnología debe hacernos la vida más fácil, eso dice el eslogan. Pero para que esto se lleve a la práctica debemos poner (mucho) de nuestra parte. Trabajar a todas horas no es bueno para nadie, ni siquiera para la empresa porque, al fin y al cabo, no es productivo tener un trabajador de baja por depresión o ansiedad.

Ante todo, sentido de la responsabilidad (laboral)… y sentido común: cada trabajador sabe (o debe saber) cuándo y cuánto debe trabajar para hacer su labor adecuadamente. Y por mucho café y fruta gratis, por muchos elogios, chantajes o amenazas, eso no debe cambiar. 



1 Comment

  1. A mí me querían obligar a hacer horas gratis después de finalizada mi jornada laboral, como lo hacían la totalidad de la empresa. Yo me negué, les dije que estaba haciendo un curso muy caro y que no podía quedarme un minuto más. Luego la empresa quebró, los trabajadores lloraban y yo me reía.

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