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BarcelonaCotxeres, el gran centro cívico nacido de la lucha vecinal y emblema del barrio popular barcelonés de Sants
Cuando quedaron en desuso, a finales de los años sesenta, en estas antiguas cocheras se quería instalar un museo del tranvía. La oposición de los vecinos y las vecinas fue tan fuerte que el Ayuntamiento tuvo que retirar el proyecto. Centro cívico desde 19
Queralt Castillo Cerezuela
Barcelona-Actualizado a
El ambiente de este mes de diciembre, en las Cotxeres de Sants de Barcelona, no ha sido el habitual. El espacio, emblema del barrio popular barcelonés, está vacío debido a la crisis sanitaria: los talleres, uno de los motores del centro, se han cancelado y la situación de cara a la vuelta de vacaciones es incierta. En Sants, Hostafrancs y la Bordeta, barrios conocidos por una larga y fructuosa tradición asociativa, el centro cívico Cotxeres de Sants también ha sufrido -y sufre- la crisis originada por la covid-19.
En la recepción del histórico edificio, recuperado gracias a la lucha de los vecinos y las vecinas en la década de los años setenta, decenas de trípticos de las entidades que dan vida al barrio ofrecen información de todo tipo: clases de catalán, escalada solidaria en Montjuïc, inscripciones para la Coral de Sant Medir, recogida de alimentos, aula abierta... Los carteles de colores se mezclan con otros más sobrios: los de información sobre el SARS-CoV-2 y las medidas para no contagiarse.
En la entrada, los dos conserjes han estado ensobrando las postales que se han enviado por estas fechas a los ancianos del barrio -una iniciativa solidaria para que se sientan más acompañados. Mientras Xava y Xinxa, la pareja de gigantes de Sants creados en 1986 emulando un trabajador y una trabajadora de la antigua fábrica de la Espanya Industrial, los miraban con complacencia y aprobación.
Inauguradas en 1984 como centro cívico -aunque la primera zona de uso público se habilitó el 1977-, las Cotxeres son mucho más que un lugar donde ir a hacer talleres o asistir a algún acto en su espectacular auditorio -tan codiciado por los diferentes partidos políticos durante las campañas electorales-. Las Cotxeres son todo un símbolo del barrio que significa mucho para los vecinos y las vecinas que se dejaron la piel para recuperarlo. Entre ellos está Pep Riba, un histórico del Centre Social de Sants, asociación nacida en 1971. Desde el inicio, también es miembro de la ejecutiva del Secretariat d’Entitats de Sants, Hostafrancs i la Bordeta, una federación territorial creada en 1976 para representar a las entidades de la zona de parte de este distrito de Barcelona.
Todo comenzó con la campaña "Salvemos Sants día a día, ni paso elevado ni museo del tranvía". Cabe decir que, cuando en 1968 las Cotxeres quedaron en desuso -proyectadas por Tiberi Sabater i Carné, se utilizaban, al principio, como cuadra para mulas y caballos, y a partir de 1904 como nave para guardar los tranvías-, el Ayuntamiento puso sobre la mesa estos dos proyectos, pero la gente los rechazó directamente. "Pronto se abandonaron -explica Riba- y con la presión de los vecinos y vecinas se consiguió que el equipamiento fuera para el barrio. Siempre tuvimos claro que lo ganaríamos, porque en ese momento la fuerza vecinal era muy fuerte. El alcalde Socías había sido elegido a dedo y no tenía ningún partido detrás; el Ayuntamiento era predemocrático. Después, la democracia municipal, acabada de instaurar, era débil, y el asociacionismo, muy fuerte. Ahora las tornas han cambiado. Ellos [el Ayuntamiento] son más fuertes".
Riba recuerda que el Consistorio hizo una inversión inicial de manera puntual: "Durante cinco o seis años, la Comisión de Barrio gestionaba conciertos, festivales y otras actividades. Todo era muy provisional, ni mucho menos eran las Cotxeres de ahora". Después de aquellos años, en que todo se medio improvisaba, el Ayuntamiento llevó a cabo un concurso público para rediseñar el edificio y convertirlo en un espacio de uso popular bien acondicionado. "El jurado lo formaban la gente del barrio y algunos técnicos del Ayuntamiento. Yo fui secretario del jurado", recuerda Riba.
El equipamiento se fue transformando poco a poco, hasta convertirse en lo que es ahora: un espacio de más de 5.000 metros cuadrados con diferentes espacios, despachos, salas polivalentes y un gran auditorio que acoge desde conciertos hasta mítines o torneos de ajedrez. Si bien la transformación vino dada por la reivindicación vecinal, Riba reconoce que, al inicio, cuando el centro cívico comenzaba a funcionar, las entidades miraban de reojo: "Al principio, las entidades no dieron mucho apoyo, porque lo veían como una competencia desleal: ellas tenían que rascarse los bolsillos para hacer actividades y en las Cotxeres el dinero venía del Ayuntamiento".
Neus Anglès, gerente del Secretariat d’Entitats de Sants, Hostafrancs y la Bordeta, complementa a Riba: "El uso del centro cívico fue disminuyendo con el paso del tiempo. La severa rigidez de los horarios de apertura al público hacían poco viable que se abriera por la noche, y el encadenamiento de actividades era un hecho casi imposible. Había más de 7.000 metros cuadrados de superficie útil ofreciendo un panorama de uso desolador". En ese momento, el president de la Generalitat, Jordi Pujol, incluso puso sobre la mesa la posibilidad de privatizar el espacio -de hecho, todos los centros cívicos en general-, y fue entonces cuando se generó el revulsivo que las Cotxeres necesitaban: las pintadas, las movilizaciones en la calle y el reparto de octavillas tuvo como consecuencia la firma del Pacte de Joan Miró: se creaba una comisión de gestión del centro donde habría trabajadores del Ayuntamiento y miembros del Secretariat.
Este modelo de cogestión en las Cotxeres se empezó a poner en marcha en 1994. En 1997 se incorporó el Casinet d’Hostafrancs, otro centro cívico, y ha funcionado así hasta julio de 2020. Ahora, las Cotxeres estrenan un modelo de gestión cívica, es decir, aunque el equipamiento pertenece al Ayuntamiento, éste no incorpora ninguna trabajadora, ni en la dirección ni en los departamentos técnicos. "El Ayuntamiento hará un seguimiento del proyecto, pero la gestión será del Secretariat al 100%", dice Anglès. Otras instalaciones similares también en edificios históricos como la Lleialtat Santsenca ya funcionan con este modelo.
En las Cotxeres se programan una media de 400 talleres por trimestre, por los que pasan de 3.000 a 4.500 personas. Modificar la metodología y realizar las actividades online debido a la pandemia "ha sido un reto brutal", dice Anglès. Tiene muy claro lo que diferencia las Cotxeres de otros centros cívicos de la ciudad: "En nuestros programas de talleres y en nuestro día a día implicamos todo lo que podemos a las entidades del barrio, como los Castellers de Sants o incluso los mercados municipales de Sants y de Hostafrancs; hay un intercambio real entre las entidades y el equipamiento".
Las 321 entidades -es la federación de entidades más grande de Barcelona- que forman parte del Secretariat -que también gestiona los polideportivos de la Espanya Industrial y de la Bordeta- tienen derecho a hacer uso del espacio dos veces al año. Respecto a la gestión de los polideportivos del barrio, Anglès no se muestra tan optimista, ya que reconoce que es un ámbito en el que hay mucha competencia: "Los trabajadores tienen un buen convenio, pero la competencia revienta los precios".
En las Cotxeres se organizan actividades para todo tipo de gente y de edades. La oferta no deja a nadie fuera. Algunos de los eventos marca de la casa son el Open de Ajedrez, el Maratón de Cine Fantástico y de Terror o el Pau Sense Treva, que cada año antes de Reyes llena de ilusión a los niños con espectáculos y talleres. Este año, sin embargo, el formato del festival será reducido y en función de las restricciones establecidas por las autoridades.
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