La crisis climática lleva a Ourense al trópico: temperaturas de 40 grados en el año más lluvioso en un cuarto de siglo

La ola de calor que asuela en la Península Ibérica esta semana podría dejar temperaturas próximas a las 40 grados en Ourense, provincia que ha registrado en el actual año hidrológico —de octubre a septiembre— su récord de precipitaciones en el último cuarto de siglo.

Ourense tiene una peculiar situación climática. Forma parte de Galicia, un país con un clima oceánico -temperaturas suaves todo el año con veranos frescos y cortos e inviernos lluviosos y templados- aunque el suyo se asemeja más a los sistemas mediterráneos de estíos secos largos y calurosos. Este año, sin embargo, la provincia parece acercarse a los sistemas subtropicales, que suelen ser cálidos y lluviosos durante todo el año.

Según informa el diario La Región, Ourense ya registra la demarcación Miño-Sil ha registrado 1.440 litros por metro cuadrado. El récord anterior estaba en la temporada 2000-2001, con 1.891 litros. De hecho, transcurrido casi un mes de verano los embalses de la provincia están al 80% de su capacidad, cuando en los diez años anteriores la media no llegaba al 70%.

"Lo de los embalses viene de un invierno y sobre todo una primavera muy lluviosos", asegura Juan Taboada, coordinador de Meteogalicia, la agencia meteorológica de la Xunta. "El clima se define en promedios de 30 años y decir que un episodio concreto de un año se debe al cambio climático es aventurado, pero lo que sí estamos viendo es una gran desorganización meteorológica, con períodos largos sin lluvias y otros repentinos de gran intensidad", añade. "Y el conjunto de esas situaciones fuera de la media sí puede ser un indicio de los efectos del cambio".

Sensación térmica de 50 grados

No es la primera vez que en el interior de la provincia de Ourene se rondan los 40 grados. En julio de 2013 se llegó a los 45, y en el mismo mes en 2016 la sensación térmica en la capital alcanzó los 50 grados por la humedad y la falta de brisa.

En años recientes ha llegado a tener las máximas de las capitales de provincia de Europa, por encima de ciudades consideradas mucho más tórridas. Pero esas temperaturas elevadas continuadas coinciden ahora con una temporada de lluvias especialmente larga e intensa, cuyo último episodio se registró en la madrugada del pasado lunes.

El 21 de marzo de este año, en pleno invierno, Meteogalicia registró en Ourense ciudad 29,8 grados, la temperatura más elevada de toda España ese día, donde sólo se superaron los 28 grados en Motril (Granada) y en El Ejido (Almería). Los termómetros sólo habían subido tanto en ese mismo mes en dos ocasiones anteriores desde que existen registros de temperatura en la ciudad.

La peculiar situación climática de Ourense se debe a que es la única provincia gallega alejada del mar, de cuyos vientos e influencia "no la separan grandes cordilleras", pero sí alturas de entre 800 y 900 metros, como recuerda Taboada. Su capital está una especia de "pozo climático", el que forma el valle del sistema Miño-Sil. "Todos los elementos conspiran", añade el experto.

A Limia

La situación del actual año hidrológico en algunas comarcas de la provincia también es de récord. En A Limia, por ejemplo, una de las zonas agrícolas más importantes de Galicia y donde también suelen darse temperaturas extremas, se han registrado en menos de diez meses más de 1.700 litros de agua de lluvia por metro cuadrado, cuando en el anterior año más lluvioso a estas alturas no se habían superado los 1.500.

La Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) ha advertido de la llegada a toda la Península a partir del próxio miércoles de un anticiclón que traerá un "episodio generalizado de temperaturas muy altas para la época" que uno de sus expertos, Juan Jesús González Alemán, la convertirá en "sucursal del [desierto del] Sáhara".

Desde el año 2004, Aemet activa cada verano entre junio y septiembre su plan de prevención contra los efectos de las altas temperaturas. El Ministerio de Sanidad realiza también una serie de recomendaciones  a los ciudadanos entre las que figuran hidratarse con frecuencia, prestar especial atención a bebés, menores, embarazadas y mayores; reducir la actividad física y evitar la exposición al sol en las horas de más calor.