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Entrevista Jordi Évole: "La izquierda ha cometido una gran equivocación al tratar a Rajoy de tonto"

El periodista ha convertido 'Salvados' en un faro en la zozobra de la parrilla televisiva. Tras regresar con una entrevista al preso más antiguo de España, este domingo viaja a una Doñana amenazada y el próximo hará temblar el proyecto Castor.

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Jordi Évole, director y presentador de 'Salvados'. / REPORTAJE GRÁFICO: CHRISTIAN GONZÁLEZ

madrid, Actualizado:


Jordi Évole (Cornellà de Llobregat, 1974) es un hombre que pregunta. A través de sus interrogantes y de las respuestas de sus entrevistados, ha tratado de reconstruir a su manera los últimos años de la historia de este país, miserias incluidas. La fórmula ha convertido Salvados en un faro en la zozobra de la parrilla televisiva. A su reclamo, casi nadie ha huido de la quema: Rajoy, Felipe, Aguirre, Florentino, Otegi… Hace cuatro días regresó a las pantallas con Montes Neiro, el preso más antiguo de España, aunque al antaño Follonero le gustaría sentarse a la mesa con la reina y con el papa, todo se andará. Este domingo viaja a una Doñana amenazada y el próximo hará temblar el proyecto Castor.

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Su abuelo paterno fue alcalde socialista de Garrovillas de Alconétar (Cáceres) durante la Segunda República. ¿Cree que por las venas de los españoles sigue fluyendo la sangre de sus abuelos o se ha producido una desconexión?

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A fallback.


Supongo que habrá de todo, pero no es mi caso. Tuve la suerte de que mi abuelo viviese hasta que cumplí los veintidós años. Mantuve charlas con él, aunque menos de las que hubiese querido, porque cuando vas creciendo surgen muchas preguntas que me hubiera gustado hacerle. Llevo la influencia de mi abuelo en mi mochila personal.


Llegó la guerra civil y tuvo que exiliarse a Barcelona.

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Fue un exilio forzoso por motivaciones políticas, porque cuando acabó la guerra él estaba en el bando de los perdedores y en su pueblo nadie le daba bola. Me contó que, cuando era alcalde, en el momento de máxima tensión entre ambos bandos hubo quien quiso quemar el convento de unas monjas y mi abuelo se opuso. Gracias a él, no se llevó a cabo semejante quema...

"La corrupción acaba instalándose en el poder, da igual que sea una república o una monarquía. Pero a un presidente se le elige y a un monarca, no"

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Me gustaría haber charlado más con él sobre aquellos años tan convulsos y profundizar en algunas historias de la Segunda República: ¿por qué acabó como acabó?, ¿qué similitudes ve con cosas que están pasando ahora? Por ejemplo, con la situación del Partido Socialista, donde en aquel tiempo también había una facción más moderada y otra más de izquierdas.


Muchos españoles, en cambio, perdieron la memoria de sus abuelos, bien por no preguntar, bien porque apenas obtenían respuestas. Quizás ese manto de silencio se deba, en parte, al sufrimiento que atravesaron muchas familias.

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Yo el silencio en mi casa no lo padecí. Siempre se habló de política, de la pasada y de la presente. Hemos sido una familia muy pendiente de la actualidad. Para mi abuelo era sagrada la hora del parte, o sea, del telediario. Hoy le preguntaría más cosas, claro.


Su abuelo escribía.

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Han escrito tanto mi abuelo como mi padre. De ahí me viene el gusanillo por todo esto. De mi abuelo hay unos diarios por casa. Mi padre ha publicado en Destino y en varias revistas locales, y lo sigue haciendo.


¿Es cronista oficial de la villa?

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Ni mucho menos. De hecho, el título de “oficial” le molestaría bastante. Ahora escribe en la revista La Veu dels Barris, que se publica en Cornellá. Participa de los consejos editoriales y se lo toma muy en serio.


¿A qué se dedicaban?

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Mi abuelo fue registrador de la propiedad durante la República y mi padre era representante de muebles. Luego, mi abuelo se convirtió en administrador de unas minas en Catalunya. Primero en Coll de Nargó (Alt Urgell) y luego en Alforja (Baix Camp). O sea, la llegada de mi familia paterna fue a la Catalunya profunda, aunque luego luego se trasladaron al área metropolitana, en concreto a Cornellà.

Jordi Évole. / FOTO: CHRISTIAN GONZÁLEZ

Usted también se mantuvo fiel a la República, ¿no?

Sí, claro [risas]. Es un sistema mucho más democrático que una monarquía.

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¿De pequeño ya era tan preguntón?

Sí, pero sobre todo curioso. El periodismo es una gran coartada para convertirte en un chafardero y que nadie te diga nada. También te permite conocer a gente y meterte en algunos sitios hasta la cocina, una posibilidad que sólo tienen muy pocas personas.

Jordi Évole. / FOTO: CHRISTIAN GONZÁLEZ

Salvando las distancias, usted…

¡Qué va! Ojalá…

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"Me gustaría preguntarle a la reina cuántas veces ha soñado con hacer un reportaje sobre todo lo que está viviendo"

Tenemos que esforzarnos en hacerle llegar lo complejo al ciudadano de la manera más sencilla posible, que no significa simple. Hay que despertar el interés del ciudadano normal y corriente por el mundo que lo rodea, ayudarlo a que se lo cuestione y que no se quede con la primera versión de los hechos.

Peligro: montaje.

Totalmente. El montaje, como su propia palabra indica, conlleva una cierta manipulación. No creo en la objetividad, pero sí en la honestidad. Cuando te encuentras con un tema que te ha desmontado alguna de tus creencias, lo que no puedes hacer, a la hora del montaje, es volver a montar tus creencias. Es muy bueno que la realidad nos desmonte un buen titular.

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Hay críticos con la edición de sus programas, de modo que algunos entrevistados salen mal parados y usted, indemne.

Jordi Évole. / FOTO: CHRISTIAN GONZÁLEZ

En alguna entrevista le ha faltado pegada. ¿Cree que se le han escapado muchos entrevistados?

Jordi Évole. / FOTO: CHRISTIAN GONZÁLEZ

A usted, como a Obama y a Zapatero, también le han salido canas durante su Gobierno de salvación.

"Hay que despertar el interés del ciudadano por el mundo que lo rodea y ayudarlo a que se lo cuestione"

A nosotros, y toco madera, no nos han dejado de votar. La tele quema si la exposición es absoluta, pero yo tengo la suerte de hacer parones, lo que evita que el espectador y el equipo se cansen tanto. Aunque terminamos la temporada agotados, la televisión Guadiana nos va bien.

El pasado domingo regresaron con el preso más longevo de España. “Vuelve Salvados”, “Salvados regresa”… Parece una estrategia para captar la atención del público y para que su emisión siga siendo una novedad.

Jordi Évole. / FOTO: CHRISTIAN GONZÁLEZ

La agencia Reuters y The New York Times se han hecho eco de su programa. También se han establecido paralelismos entre Salvados y los documentales de Michael Moore. Sin embargo, quizás haya precedentes más próximos, tanto geográfica como culturalmente. Por ejemplo, en Italia ya se hacían espacios que combinan la denuncia con el humor, como Striscia la Notizia.

"No creo en la objetividad, pero sí en la honestidad. Es muy bueno que la realidad te desmonte un buen titular"

En su momento, supimos leer lo que venía, aunque fuese muy ligeramente. Incluso lo tratamos desde el humor, como la pareja desesperada por la crisis que se pone a vivir en la zona azul porque le sale más barato que alquilar un piso [Desequilibrados por la crisis]. Digamos que llegaba el olorcito de lo que estaba por venir.


En todo caso, no podías decirle a nadie que compraba y vendía un piso por más dinero que podría estar participando de la especulación inmobiliaria. Aunque luego, con el pinchazo y los desahucios, cambiase su perspectiva.

Jordi Évole. / FOTO: CHRISTIAN GONZÁLEZ

¿Habría deriva soberanista sin recesión económica?

Hubiese sido más difícil. La crisis fue uno de los factores —no el único, ni mucho menos— que ayudó a aupar al independentismo. Sin quitar que hay un movimiento de base en Catalunya, minoritario hace veinte años, que ha ido creciendo y se ha convertido en un eje central de la política catalana.


¿”Solos viviremos mejor”?

No me creo ese argumento. No tengo un gran arraigo por un territorio. Sí por mis amigos, por mi familia, por el bar donde me tomo el cortado… Pero no tengo un arraigo identitario con una bandera, con una virgen, con un patrón, con una simbología… Todo eso no me llama la atención. Además, me gusta vivir en un Estado tan plural en sus costumbres y en sus maneras de hacer, o sea, en un ente extraño que se llama España.

"En España hay corrupción arriba y abajo. Todas son denunciables, pero me da que a veces hemos perseguido más la pequeña que la gran corrupción"

Yo no me siento excluido, aunque en Catalunya mis opiniones no le gustan a mucha gente, porque considera que van en contra del procés. Y yo pienso: “Nooo… Es mi opinión, no digo algo para ir en contra del procés”. No obstante, a la mínima que ve una disensión, esa gente tan motivada va a por ella. Es un sector muy activo —en las redes y en alguna prensa—, si bien hay que saber dimensionarlo y no sobrevalorarlo. Hay muchas otras Cataluñas.


En 2014 juntó a Artur Mas y a Felipe González. A usted le habría gustado que frente al entonces president estuviese Rajoy. ¿No cree sin embargo que es más productivo entrevistar a políticos retirados, pues tienen menos que perder y se abren más?


Y pacífica.

¡Y pacífica!

Jordi Évole. / FOTO: CHRISTIAN GONZÁLEZ

¿Le ha afectado algún programa o es capaz de mantener la distancia?

Mantengo la frialdad cuando lo estoy haciendo. Aunque me ha pasado, es difícil que me emocione, pero luego me lo llevo… A la vuelta de Astral, todo ese verano y parte del otoño seguí montado en el barco. Quizás la cámara ejerza de protección: yo estoy aquí, tú estás ahí.


¿Cree que es un tío enrollado?

Ahora mismo, es el gran contrapoder simbólico de un mundo que no le gusta a mucha gente, llámese el mundo de Trump o el de Putin. Algunos dicen que es cosmético o que la Iglesia lo utiliza, pero él predica otro discurso, aunque sea una lluvia fina. No he oído a líderes mundiales hablar de los refugiados como lo ha hecho el papa. Fíjate, a quien más se lo he oído es a Angela Merkel…


Podría sentar al papa con Aznar y así mata dos pájaros de un tiro.

Yo prefiero tener al papa solo [risas].

"No tengo un gran arraigo por un territorio. Me gusta vivir en un Estado tan plural en sus costumbres y en sus maneras de hacer"

Tiene esa habilidad —no sé si personal o política— de plantarse ante un problema y parecer que no hace nada, pero algo estará haciendo. Porque, al menos a nivel interno, en el partido ha ido eliminando a todos sus enemigos de una manera inédita en política. Insisto, creo que la izquierda se ha equivocado tratando de iluso, tonto e incapaz a Rajoy.

Jordi Évole. / FOTO: CHRISTIAN GONZÁLEZ

¿Qué ha hecho la izquierda para que la extrema derecha le haya quitado al obrero?

Olvidarse del obrero. Hemos tenido gobernantes supuestamente de izquierdas que se olvidaron de a quiénes representaban. Aquí no tenemos una extrema derecha al uso, y yo me alegro, eh.

"Hay que tener cuidado, porque si estás todo el día inflamando desde los medios, puede ser que un día la calle se crea esa inflamación"

El obrero ha visto cómo su vida ha ido a peor mientras que aquel tío al que votó en los ochenta ha acabado en el consejo de administración de una empresa eléctrica o en una caja de ahorros, con un sueldazo del copón. Es muy decepcionante ver que la persona de izquierdas a la que dio su confianza ha multiplicado sus ingresos y se ha olvidado de dónde venía.

¿Le han ofrecido alguna vez ser candidato electoral?

Sí. De Catalunya Sí que es Pot, en las autonómicas de 2016.


No se veía desde el escaño interrumpiendo al orador de turno…

No me veo en el escaño interrumpiendo y sin interrumpir. La oferta duró dos minutos: lo que la persona que me la planteó tardó en enunciarla y lo que yo tardé en decir que no. No me interesa para nada la vida política. Se ha convertido en un horno que quema a la gente. Personas que ves frescas se convierten, de un año para otro, en personas calcinadas...


Salvados ha viajado a Doñana. Cuando en 1988 llegó el biólogo Miguel Delibes de Castro para dirigir su Estación Biológica, no fue muy bien recibido por los paisanos. ¿Con qué sensación ha vuelto usted? ¿Se muere Doñana? ¿Está enferma?


Claro, claro.

Jordi Évole. / FOTO: CHRISTIAN GONZÁLEZ

Salvados ha marcado la agenda periodística: la prensa publica noticias previas y se hace eco del contenido de los programas. ¿Eso es bueno o malo? ¿Quizás deberían concentrar los esfuerzos en sus propias investigaciones?

"Yo no me siento excluido, aunque en Cataluña mis opiniones no le gustan a mucha gente, porque considera que van en contra del procés. No es así, simplemente hay otras Cataluñas"

¿Por qué no destinamos ese tiempo a patearnos la calle —o sea, a ir a los barrios a hablar con la gente que lo está pasando mal y sufre problemas de verdad— y no a buscar la declaración y la contradeclaración del político de turno? En los informativos, hasta el minuto quince no hay una noticia que no sea de política. ¿En serio? ¿De verdad que hoy en este país no ha pasado nada más que lo relacionado con ese círculo tan pequeño que es la política?


Usted ve poco la tele. Me imagino que apenas tendrá tiempo para leer.

Pues sí. Veo poco la tele, leo mucho menos de lo que querría… Un desastre [risas].


¿Ha corrido usted el riesgo del endiosamiento?

Seguro que sí, aunque espero haberlo vencido [risas]. Esas cosas deben verlas los de fuera. Me gusta esa frase que dice: “La televisión no me va a hacer gilipollas porque yo ya era gilipollas antes”. Es importante tener tomas de tierra. Hay que saber relativizar que te conviertan en protagonista o símbolo de algo.

¿Qué lo mantiene con los pies en el suelo?


Su abuelo y el padre de Jordi Hurtado son primos hermanos. A usted se le presupone una vida longeva...


¿Cree que, si todo mejora, volveremos a tropezar con la misma piedra?

Por supuesto. Desgraciadamente. Y me sabe mal decirlo… Cuando entrevisté a Pérez Reverte, le comentaba: “Tío, están cambiando las cosas. Mira a la gente en la calle. La nueva política...”. Y él —con ese escepticismo que lo caracteriza— me decía: “No te equivoques. Cuando todo vuelva a ir bien, querremos volver a hacer todo aquello que hicimos y que nos hizo ir mal: volveremos a especular, volveremos a comprar pisos y a querer venderlos por el doble… No te engañes, va a ser así”.

Quiero pensar que algo hemos aprendido, aunque cuando leo que el sector inmobiliario se recupera, que el precio de los alquileres en Barcelona se multiplica, que comprarse un piso en Madrid está imposible… Pues todo eso, la verdad, te vuelve a poner otra vez con los pies en el suelo, porque igual estamos destinados a ser así. Pero bueno, yo creo que poquito a poco, granito a granito, también podemos construir una sociedad mejor.

@solucionsalina

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