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El hospital de campaña del padre Ángel

La iglesia madrileña de San Antón "cura las heridas" de los necesitados 24 horas al día.
Al frente de ella, el fundador de Mensajeros de la Paz, que ha visto su sueño cumplido.

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El padre Ángel, fundador de Mensajeros de la Paz, en la iglesia madrileña de San Antón.

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A las puertas de esta iglesia no hay mendigos. Todo quisque está dentro. “La gente viene aquí a curar las heridas”, susurra el padre Ángel. Ha comenzado la misa de siete y él atiende en una mesa camilla que hace las veces de confesionario. “Ésta es la iglesia de todos, la de los que están bautizados y la de los que no”. Un templo atípico que acoge almas descarriadas al reclamo de un luminoso con forma de cruz, similar al de una farmacia pero con luz azul. Reza: “Iglesia de San Antón. Abierta 24 horas. Paz”.

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Quien no viene a recibir y puede ofrecer cuenta con una máquina expendedora en la entrada. Parece de tabaco, pero es de donativos: un euro, arroz; dos euros, verduras; tres euros, aceite; cinco euros, carne. “El primer derecho es comer”, afirma el padre Ángel, que nació en La Rebollada, un pueblo asturiano que lleva la minería y la siderurgia en los genes. Madre gallega y padre vasco. Él, trabajador de Hunosa, minero. Allí empezó todo: don Dimas atendía a las viudas de la guerra y a él le preguntaban qué quería ser de mayor. “¿Futbolista? ¿Médico? Qué va, yo quería ser el cura del pueblo”. A los once entró en el seminario de Oviedo, a los veinticuatro se le metió en la cabeza fundar Mensajeros de la Paz y antes de los treinta ya se había venido a Madrid.

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