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Pioneras del matrimonio gay El trágico destino de Marcela y Elisa, las únicas lesbianas casadas por la Iglesia: ¿suicidio o cáncer terminal?

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Marcela y Elisa, en Oporto, adonde huyeron tras ser perseguidas en España. / FOTOS: ARCHIVO NARCISO DE GABRIEL

madrid, Actualizado:


1ª parte: Marcela y Elisa, las únicas lesbianas que se casaron por la Iglesia

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Marcela y Elisa fueron las primeras y únicas lesbianas españolas que se casaron por la Iglesia. Su historia de amor ha resistido más de un siglo, el tiempo que debió transcurrir para que otras mujeres pudieran sellar su relación con todas las de la ley. El decorado de este guion de película —basada en hechos reales— alternó las calles señoriales de A Coruña y las corredoiras polvorientas de la comarca de Soneira, donde pudieron amarse al amparo de la noche hasta que el engaño salió a la luz y se vieron forzadas a huir: Elisa se había disfrazado de hombre para, Dios mediante, decir “sí, quiero” ante el rector Cortiella. La espada de la Justicia y el garrote de los paisanos propició su fuga, primero a Oporto y luego a Buenos Aires, donde se les perdió la pista en 1904, tres años después de su boda. De Marcela nada más se supo. Elisa transitó su biografía de la mano de la tragedia, hasta componer un poema de amor, enfermedad y suicidio.

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En el caso de que no fuese cierta, ¿qué interés podría tener la prensa en publicar la noticia?, se pregunta De Gabriel, que siguió investigando las andanzas de Elisa hasta que se topó con otra pista durante una visita a Argentina. “Una señora me aseguró que su madre la había visto en Buenos Aires allá por 1940. Estaba muy enferma y atravesaba la fase terminal de un cáncer que le provocaría la muerte poco después”, asegura este experto en las vicisitudes de las amantes coruñesas. “Tampoco pude confirmar esta segunda versión a través de otras fuentes”, matiza el catedrático de Teoría e Historia de la Educación. “No resulta fácil hablar de ellas, porque sus trayectorias son prácticamente desconocidas, por lo que tenemos que interpretarlas a partir de su conducta y de su experiencia. Los únicos datos son las huellas que dejaron en la prensa, aunque se trata de informaciones condicionadas por el contexto de la época. No hay testimonios personales de las protagonistas, excepto una carta dirigida a dos periódicos portugueses en la que agradecen el apoyo recibido. Sus vidas están rodeadas por el misterio”, zanja De Gabriel.


Hasta aquí, la historia conocida, que fue difundida con profusión por las revistas de principios de siglo, que se centraron más en la ausencia de un varón en la boda que en la presencia de dos mujeres ante el altar. La prensa argentina, que había reproducido algunos artículos publicados en España cuando contrajeron nupcias, pasó por alto la demanda de anulación de Jensen, a la que sólo le dedicaron espacio en sus páginas La Prensa, La Nación, El Correo Español y El País. Hasta que el 18 de julio de 1904, Le Courrier de la Plata, editado en francés, publicó Un mariage entre femmes. El reportaje aporta dos novedades: su enfoque, que plantea la unión como “una nueva forma de feminismo”, y un informe pericial que sugiere que Elisa podría ser hermafrodita, un extremo que los médicos españoles habían descartado.

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El texto permaneció oculto hasta que el historiador argentino Hernán Díaz lo rescató durante sus investigaciones sobre la inmigración francesa, objeto de su tesis doctoral. Después de centrarse durante años en la colonia gallega, retrocedió al primer cuarto del pasado siglo para comparar ambas comunidades. De ahí su encuentro casual con Marcela y Elisa en el diario francófono de Buenos Aires. “La historia no sólo me pareció muy singular, sino que además trataba sobre inmigrantes coruñesas, un tema que ya había abordado, con lo cual me apuré a traducirla y se la envié a algunos amigos”, explica el también responsable de investigación del Museo de la Emigración Gallega. A este lado del Atlántico, Paco Pita, presidente de la Asociación Cultural Irmáns Suárez Picallo, recibe el escrito y pone en alerta a Narciso de Miguel, pues contenía novedades sobre la condición sexual de Elisa. “Me chocó el titular, Matrimonio entre mujeres, y el enfoque del caso, diferente al de los periódicos españoles”, explica Pita, que no dudó en encargarle un artículo al decano de la Facultad de Ciencias de la Educación para publicarlo, junto al original, en el último número de la revista Areal de Sada.

El fotógrafo José Sellier inmortalizó a Marcela y Elisa.

Lo del bebé es lo de menos, porque aquí lo importante es la lucha de dos personas por visibilizar su amor. No obstante, como no hay más información que la de la prensa de la época, no queda otra que caminar a tientas sobre sus vidas. Por ejemplo: ¿Elisa era lesbiana, transexual, hermafrodita o, sencillamente, se travistió para burlar al cura y cegar a quienes no veían con buenos ojos que dos chicas se amasen? Durante las exploraciones a las que se sometió a la fuerza en A Coruña, donde empezó a vestirse de hombre, los doctores aseguraron que no era tal. Su defensa ante el rector Cortiella contiene algún dato falso: “En mi niñez he vestido faldas; pero notando que me sentía más hombre que mujer, consulté en el extranjero, diciéndome un médico que era hermafrodita y que podía optar por el sexo masculino, por prevalecer éste en mí”. En realidad, Mario/Elisa no había estado en el extranjero, aunque se hubiese presentado como un joven que acababa de regresar de Inglaterra, una simple treta para poder casarse.

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[Reportaje: las únicas lesbianas casadas por la Iglesia]


Mané Fernández
, experto en transexualidad, aclara que hace más de un siglo “no se hablaba de intersexualidad, sino de hermafroditismo, que abarca una sola parte de la primera”. Los médicos no podían establecer quién era transexual con un examen físico, mientras que el hermafroditismo era más evidente. “Elisa, si fuese hermafrodita, pudo nacer con ambos genitales, si bien ninguno desarrollado, por lo que quizás era un hombre”, añade el portavoz de la Federación Estatal de Lesbianas, Gais, Transexuales y Bisexuales. ¿Por qué fue inscrita entonces como mujer? “A lo mejor se le veía la vulva y la vagina, pero no el micropene. Si fuese así, fabricaron a un transexual, porque en realidad sería un hombre”. Fernández cree que el autor de la noticia está dando detalles “de que algo pasaba” cuando alude al “pequeño defecto físico”. O sea, “la posible existencia de un micropene”, concluye el experto en transexualidad de la FELGTB, quien subraya que Elisa “no tenía por qué estar disfrazándose de hombre, sino adaptando la vestimenta a su identidad”.

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Sin embargo, ellas no se conformaron con vivir juntas, sino que quisieron oficializar su amor, por lo que se vieron expuestas al escarnio público y a una vida a salto de mata. “Solas y sin apoyo, se tiraron al vacío. No les rondaba la muerte, pero sí el repudio absoluto y, en consecuencia, el exilio, lo que refleja su gran valentía”, afirma José Carlos Alonso, quien en su día reivindicó su figura al frente del colectivo Milhomes. Además del premio que lleva su nombre, el Ayuntamiento de A Coruña, gobernando por la plataforma En Marea, les va a conceder una calle en la ciudad, otra de las reivindicaciones históricas de Alonso. “Teníamos una deuda no sólo con dos mujeres, sino también con las primeras que lograron casarse”, explica Rocío Fraga, concejala de Igualdad y Diversidad. Un reconocimiento, pues, a las identidades sexuales un siglo después de que las autoridades y la prensa de entonces se quedasen en la superficie. “Aunque es la historia de dos mujeres, también es la historia de la transgresión de los roles de género”, apunta De Gabriel. “Ahora bien, para la sociedad de la época tuvieron más mérito los pantalones de Elisa que la relación sexual entre ellas”.

Elisa, fotografiada en la cárcel de Oporto.

En aquel tiempo, en la prensa del corazón también abundaba la casquería, por mucho que alguna publicación llamase a la moderación. No tanto por respeto a Marcela y Elisa, como por el sufrimiento que acarrearía a sus familiares, “que nada han hecho por perder su reputación”, como señalaba la Revista Gallega. “Lo que es más censurable [es] tener por único fin [...] la venta de más ejemplares del periódico indiscreto resumiendo en un puñado de céntimos la tranquilidad de un hogar honrado”. El artículo, publicado en 1901 bajo el título El fomento del escándalo, pedía mano dura con la pareja: “Castiguen a los culpables, pero déjese en paz con su dolor a los que son del todo inocentes, aunque la culpa de los otros les haga padecer”.

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Tan sólo alguna voz crítica con el sistema, como la de Emilia Pardo Bazán, que se había vestido de hombre para poder estudiar en la Universidad. “¡Cuánto siento que sea tan escabrosa la inaudita novela que estos días se ha divulgado en la prensa!”, escribió en La Ilustración Artística la escritora coruñesa. El artículo Sobre ascuas, además de laudatorio, es la excepción que confirma la regla: “La destreza y resolución con que urdió la maraña para soltar la personalidad femenina y adquirir legalmente la condición viril revelan inteligencia nada común y son materia de asombro para el novelista que apenas acertaría a idear enredo semejante”. Lo hizo a posteriori Felipe Trigo, que publicó en 1903 la novela erótica Sed de amar, aunque no fue tan valiente como las protagonistas, a quienes en la ficción hizo regresar a Galicia como dos mujeres porque la realidad le resultaba demasiado desvergonzada para la época.


No fue el caso de las señoritas de Llangollen, dos aristócratas angloirlandesas que, víctimas de un inminente matrimonio forzoso, huyeron vestidas de hombre a Gales. Allí se establecieron en una cabaña, donde se amaron sin tapujos y se cultivaron en idiomas, literatura y geografía. Corría el año 1780 y, mientras se leían libros una a la otra, a veces sonaba la puerta. Era Shelley, Byron o Scott, que acudían a conocer a Lady Eleanor Butler y a la Honorable Sarah Ponsoby. No sólo terminaron siendo aceptadas tanto por sus familias como por los intelectuales, sino que se ganaron la admiración de la reina consorte Carlota de Mecklemburgo-Strelitz, quien persuadió al rey Jorge III para que les concediese una pensión.

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