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Otra mina en Aznalcóllar amenaza dos enclaves tartésicos y un corredor del lince

Colectivos ecologistas y culturales ofrecen una “oposición frontal” al yacimiento a cielo abierto de una empresa canadiense por su impacto paisajístico, arqueológico y ambiental.

Imagen de la finca donde se abrirá la eventual mina a cielo abierto en Aznalcóllar, Sevilla.- Perfil de Facebook de No a la minería en Campo de Tejada.
Imagen de la finca donde se abrirá la eventual mina a cielo abierto en Aznalcóllar, Sevilla.- Perfil de Facebook de No a la minería en Campo de Tejada.

Aristóteles Moreno Villafaina

A escasos kilómetros del desastre de Aznalcóllar (Sevilla), que en 1998 provocó una catástrofe medioambiental sin precedentes, una nueva mina de cobre a cielo abierto amenaza dos yacimientos tartésicos y un área de especial valor ecológico, que incluye un corredor del lince.

El proyecto minero, patrocinado por la empresa canadiense PAN Global, aún está en fase preliminar. Ya se han ejecutado 170 perforaciones exploratorias y el resultado, según la compañía minera, apunta excelentes perspectivas. La firma canadiense ha detectado un “potencial prometedor” después de que el 99% de los pozos sondeados hayan alcanzado “mineralización”.

La futura mina se encuentra en la frontera de los términos municipales de Aznalcóllar y Escacena del Campo, justo entre las provincias de Sevilla y Huelva. Su previsible explotación en los próximos meses ya ha desatado el absoluto rechazo de colectivos patrimonialistas y ecologistas, que temen que la compañía minera cause daños irreversibles en la zona. A apenas un kilómetro de las prospecciones, se encuentra el yacimiento arqueológico de Tejada la Vieja, uno de los principales enclaves prerromanos de Andalucía, con presencia de restos tartésicos, fenicios y turdetanos.Panorámica satélite de la futura mina, en Aznalcóllar, Sevilla.- Perfil de Facebook de No a la minería en Campo de Tejada.

“Es una de las principales referencias tartésicas y corre peligro”, asegura José Fadrique, presidente de la asociación patrimonialista Al Bassal, de Escacena del Campo. El colectivo teme que la veta descubierta tenga un filón en dirección al yacimiento arqueológico y acabe amenazando su integridad.

Tejada la Vieja no es el único vestigio patrimonial en la zona. La antigua ciudad romana de Laelia también se encontraría afectada directamente por una eventual intervención extractiva, según denuncia la asociación patrimonialista. El yacimiento aún no está excavado, pero los expertos aseguran que esconde un tesoro arqueológico sobresaliente fundado en el periodo tartésico.

En la página web corporativa, PAN Global asegura tener un “importante paquete de terreno que cubre más de 5.700 hectáreas” y declara haber explorado “activamente” Escacena y la Romana desde 2019, cuando, al parecer, descubrió la presencia de cobre, estaño y plata. Imagen satélite sobre el yacimiento arqueológico de Laelia.- Cedida por Ituci Verde.

Para la explotación del proyecto utiliza la firma local Minera Escacena S.L., que en mayo de 2022 contaba con un capital suscrito de 7,1 millones de euros, según recoge el portal especializado Infonif. Público se ha puesto en contacto con la compañía a través del correo electrónico, pero al cierre de este reportaje aún no había obtenido respuesta.

El rechazo de las organizaciones ecologistas es, si cabe, más contundente. “Tenemos una oposición frontal a la mina”, avisa Chema Fernández, presidente de la asociación ecologista Ituci Verde, radicada en Escacena del Campo. “Desarrollismo no es lo mismo que desarrollo”, explica de entrada este biólogo y técnico ambiental. “Desarrollismo es prosperar y obtener recursos a cualquier costa, sin tener en cuenta los perjuicios ambientales, culturales y patrimoniales”.

Es el caso, en su opinión, de la futura mina a cielo abierto que amenaza la comarca. La explotación minera afectaría al Campo de Tejada, perteneciente a la gran vega del Guadalquivir, que es una zona de especial protección de aves esteparias, desde aguiluchos cenizos a abutardas, carracas, sisón y cernícalos primilla.

“Son comunidades de aves muy sensibles a la alteración de su hábitat y están en franco decrecimiento en los últimos años”, lamenta Chema Fernández. La mina a cielo abierto, sostiene el ecologista, aceleraría la destrucción de sus ecosistemas preferentes para la nidificación y el campeo.

Otra de las especies potencialmente amenazadas por el proyecto minero sería el lince. El arroyo de Barbacena, que actúa como corredor ecológico entre las estribaciones de Sierra Morena y la campiña, podría sufrir graves afectaciones por el Proyecto Escacena.

“Hay indicios más que evidentes de que el lince ibérico está recolonizando esta zona de Huelva y sus áreas de paso son los bosques de ribera. Entendemos que con una explotación de este tipo esa posibilidad se reduciría notablemente”, explica el ecologista.

Ituci Verde ya ha presentado dos alegaciones ante la Junta de Andalucía, en junio de 2022 y julio de 2023, solicitando información y exponiendo su preocupación sobre el impacto ambiental y arqueológico del proyecto. Si la empresa decide finalmente poner en marcha la mina a cielo abierto, deberá tramitar su autorización formalmente ante la administración autonómica, previo informe de impacto ambiental.

El colectivo ecológico sospecha, no obstante, que el dictamen no frenará la iniciativa empresarial. “Actualmente, la línea de la Junta de Andalucía es la de facilitar este tipo de autorizaciones para ejecutar explotaciones mineras. Por encima de ese informe técnico, hay un criterio político. Y no sería la primera vez que la comunidad científica determina una cosa y nuestros representantes públicos optan por la contraria. Un ejemplo sencillo son los acuíferos de Doñana”, argumenta Chema Fernández.

El grupo ecologista lamenta que los responsables de la administración se apoyen en el “cortoplacismo de la creación de empleo” para autorizar actuaciones de enorme impacto ambiental.

“Entendemos que las personas necesitamos trabajar para vivir, pero no podemos seguir utilizando el mismo modelo de desarrollo que en el siglo XIX. Abrir una mina a cielo abierto es destruir patrimonio ambiental, paisaje milenario y legado arqueológico a cambio de un empleo que será el mínimo posible”, expone Chema Fernández.

Con esta nueva mina, la localidad de Aznalcóllar quedaría “encofrada” por la presencia de yacimientos extractivos al norte, al sur y al este. “Sería un municipio completamente rodeado de explotaciones mineras y acosado por balsas de residuos. Sin paisaje, ni arbolado, ni campo verde. Y nosotros en Escacena del Campo no queremos eso para nuestro pueblo”.

Ituci Verde no es la única organización conservacionista que está plantando cara a la iniciativa minera. En Aznalcóllar, la Asociación en Defensa de la Cultura y la Naturaleza (Adecuna) también se está movilizando para denunciar las preocupantes consecuencias ambientales del Proyecto Escacena.

Y el portal de Facebook No a la minería en Campo de Tejada comparte desde hace meses material gráfico e informativo sobre el controvertido proyecto. Justamente, hace varios días dieron a conocer imágenes sobre los terrenos que el Ayuntamiento de Aznalcóllar “quiere sacrificar” en beneficio del yacimiento minero.

Ituci Verde se ha puesto en contacto en varias ocasiones con la compañía canadiense para proponerle un debate abierto sobre el proyecto en la emisora local de Escacena del Campo. “Nunca nos han contestado”, asegura Chema Fernández.

Según informa en su web corporativa, PAN Global es una empresa de explotación minera centrada en yacimientos de cobre, estaño y otros metales en el sur de España, y el de Aznalcóllar-Escacena es su “proyecto emblemático”. La empresa asegura que el enclave que planean explotar en los próximos meses está ubicado en el “cinturón pirítico ibérico, principal distrito de sulfuros masivos albergado en volcanes del mundo”.

En el desastre de Aznalcóllar de 1998, la empresa Bolidén destruyó buena parte de la cuenca del río Guadiamar, uno de los corredores verdes esenciales del Parque Nacional de Doñana. Veinticinco años después, la firma sueca no ha pagado ni un euro de compensación por los daños catastróficos ocasionados, que han debido de ser sufragados con dinero público. Los ecologistas temen que el Proyecto Escacena camine por los mismos derroteros.

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