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Las mujeres de los grandes centros financieros también sufren barreras de género

El dinero no lo es todo; ni el prestigio profesional. Las brechas salariales, la inseguridad en la movilidad urbana o la diversidad de permisos por maternidad perviven en el devenir diario de las ejecutivas, según un análisis de 'Bloomberg Businessweek'.

Vista del edificio del Banco de Inglaterra (izq.) en la City de Londres. REUTERS/John Sibley
Foto de archivo del edificio del Banco de Inglaterra, en la City de Londres. John Sibley / REUTERS

Los centros financieros no son paraísos de igualdad para las mujeres de la alta dirección de las empresas y bancos de inversión. Ninguna de las quince emblemáticas capitales de las finanzas internacionales que se evalúan en un reciente informe publicado en Bloomberg Businessweek ofrece las medidas de seguridad adecuadas para garantizar la igualdad de género. Es decir, que dejan unos amplios resquicios a la exclusión de su censo directivo femenino.

"Para millones de ellas, las ciudades que lideran los negocios están configuradas, más a menudo de lo que parece, con actos y experiencias que no pueden hacer", explican Ruth David y Adam Blenford, autores del reportaje, en el que pasan revista, a través de un análisis de mercado de la empresa Corus, especializada en investigación financiera, a cinco barómetros esenciales sobre la igualdad por razones de sexo: seguridad (datos sobre violencia de género y de arrestos por violación, entre otros), movilidad o los índices de garantías de acceso sin altercados a las redes de transportes públicos o privados como los taxis; facilidades y ayudas a la maternidad; avances en materia de equiparación de derechos (leyes antidiscriminación o de igualdad de género) y, por supuesto, la riqueza o brecha salarial.

En un baremo que computa de 0 a 5, Toronto es la capital con mejor valoración, con 3,66 puntos, mientras Sao Paulo ocupa el último de los quince puestos, con un 2,68. Dentro de un diagnóstico general que revela desigualdades estructurales y sociales de género. Y que recuerda el secuestro y posterior asesinato de Sarah Everard, ejecutiva de marketing de 33 años, en marzo pasado, en una calle del centro de Londres, a manos de un oficial de policía; homicidio en el que se acuñó la frase, en los medios de comunicación, de que "ella tan solo caminaba hacia casa". Su muerte -explica la información- puso el foco en los fallos de protección a las mujeres en la City y la capital de Reino Unido, que aprueba con nota el examen sobre igualdad y riqueza salarial, pero queda relegad a las últimas posiciones en cuanto a seguridad. Obtiene un 3,52 de puntuación.

Las quince ciudades seleccionadas por Bloomberg Businessweek detectan casos opuestos a los que describen para Londres. Capitales donde resulta relativamente seguro caminar por las calles en la que, sin embargo, han arraigado las desigualdades de género y salariales. Pero todas ellas tienen el galardón de hubs comerciales, financieras o empresariales que les otorgan perspectivas profesionales y retributivas por encima de las ratios globales promedios. No están todas las que son, pero sí son todas las que están, vienen a decir.

Antes de reconocer que los datos pudieran parecer insuficientes, aunque explican que los resultados se basan en sondeos de opinión en, al menos, 200 directivas de cada ciudad elegida, y que los datos recopilados para cada uno de los cinco indicadores emanan de fuentes oficiales: organismos multilaterales como la OCDE, la OIT o el Banco Mundial, foros como el WEF, entidad gestora de las cumbres de Davos, consultoras como Oliver Wyman, en el apartado de movilidad, think tanks como Mori Memorial Foundation y su Social Freedom and Equality Score o informes de Economist Intelligence Unit (EIU).

Toronto, la mejor valorada, destila altos niveles de igualdad y se revela con un buen rating sobre maternidad y riqueza. Su punto débil es la pobre movilidad, resultado de los intensos problemas de tráfico y de un servicio de metro demasiado antiguo y poco efectivo y puntual. Le siguen la australiana Sídney y Singapur, respectivamente, que copan el pódium. En ambas, sus notables calificaciones totales se desvirtúan por déficits en materia de protección y de oportunidades de reconocimiento profesional. Así, de la ciudad canadiense, Lara Zink, presidenta y CEO de Women in Capital Markets, destaca la gran "diversidad cultural, su dinamismo y la vorágine", aunque debe "hacer más por corregir la infrarrepresentación de las mujeres, los techos de cristal que aún persisten en materia salarial y por acabar con las barreras estructurales de género en los puestos de trabajo".

De Sídney, Sophia Rahmani, CEO y directora gerente de inversiones en Maple-Brown Abbott, destaca la generosa tasa de renta per cápita y la baja brecha salarial, pero critica los altos niveles de desigualdad de género, "aún muy visible" y la necesidad de reforzar la vigilancia policial y los procedimientos de denuncia, así como la mejora de la cultura igualitaria entre las empresas.

En parecido términos a Rahmani -quien trabajó en EEUU y Singapur antes de instalarse en la ciudad australiana- se manifiesta Shiyan Koh, cofundadora y socia de Hustle Fund, una firma de capital riesgo de la ciudad-Estado asiática, la más valorada en seguridad y maternidad, pero una de las más penalizadas por la pobre protección legal a las mujeres y las diferencias salariales. "Todavía hay casos de discriminación, como el rechazo a las bajas durante los embarazos, lo que implica que las mujeres sean reacias a solicitarlas o a rebajar su normal asunción de responsabilidades", especifica Koh, con más de veinte años de experiencia profesional en EEUU.

En otras ciudades como Dubai o Hong-Kong se aprecia la misma combinación que en Singapur. Altas notas en seguridad y pobres en protección a las mujeres; dentro y fuera de sus oficinas. "Hay en ellas, además, una discriminación de clase por razón de nacionalidad; las nacidas en estas jurisdicciones suelen tener obtener menos ingresos", explica Rosalía Vázquez-Álvarez, una especialista en econometría de la Organización Internacional del Trabajo (OIT). Un significativo número de mujeres de estas ciudades son empleadas como personal doméstico en una situación de ilegalidad dentro de sus mercados laborales. Dentro de un clima generalizado de pérdida de oportunidades de promoción profesional en Asia hacia las mujeres. Ciudades como Seúl, Hong-Kong o Tokio resultan lugares seguros para trabajar, pero a costa de menores ingresos y elevadas tasas de desigualdad.

En Tokio, por ejemplo, la mayoría de las mujeres entre 35 y 45 años deja su actividad laboral para casarse y tener hijos y, si se incorporan con posterioridad al mercado laboral, lo hacen con empleos temporales, asegura Yuriko Koike, que llegó a ser la primera gobernadora de la capital nipona en 2016. Un factor determinante en este sentido es que muy pocas mujeres acceden a cargos de responsabilidad y toma de decisiones en las empresas, enfatiza Koike, quien considera esencial "romper con esta dinámica para hacer a la sociedad japonesa más fuerte en igualdad de género".

Las capitales europeas, como Berlín, París o Londres, basan su fortaleza de género en derechos legales y en la consolidación de las generosas retribuciones por maternidad. En Alemania, de catorce semanas y con 14 meses de bajas parentales, así como facilidades para acogerse hasta a 3 años de excedencia garantizada por ser padres. Mientras Reino Unido concede 6 semanas al 90% del sueldo a las mujeres por maternidad. Pero fracasan en seguridad. Al igual que en urbes de las antípodas se descubre en los obstáculos al crecimiento profesional. En Reino Unido, por ejemplo, muere una mujer cada tres días a manos de un hombre, según Femicide Census, desde la que se combate la violencia de género.

Maya Atig, CEO de la Federación Bancaria Francesa, hace una disección precisa del escenario en el que se mueven las mujeres con responsabilidades directivas en Europa. Destaca la conciliación personal y profesional de París, con un modelo educativo que favorece a las mujeres con cargas laborales, y un sistema de transportes que se amolda a las necesidades de horarios. Y el hecho de que, en la actualidad, casi la mitad de los puestos ejecutivos del sector financiero francés los ocupan mujeres y casi el 30% ostentan el cargo de mayor responsabilidad. Pero sólo el 32% de las encuestadas cree que la capital gala es un espacio seguro para ellas; en especial, porque las tasas de homicidios son relativamente altas. Dies Donker, responsable del equipo financiero de ABN Amor Bank, destaca de Ámsterdam las ganancias salariales y los derechos de maternidad y arremete contra la escasa movilidad de la red de transportes de la ciudad.

En Sao Paulo, sólo el 10% de las mujeres consultadas describe la ciudad como un lugar seguro para vivir, a pesar de las recientes leyes de protección específica de género. Las desigualdades en el trabajo y las brechas salariales también han contribuido a la baja calificación de la ciudad brasileña. En la que el reportaje incide en la cultura del machismo y de violencia contra mujeres. "Es necesario cambiar las leyes y transformar el subconsciente colectivo de permisividad" hacia esta lacra, explica Rachel Maia, directiva de la minera Vale. De forma que "podamos sentirnos seguras de pasear tranquilamente por las calles sin temor a sufrir una agresión".

Porque la movilidad -asegura Mayra Buvinic, investigadora en el Center for Global Development de Washington, resulta esencial para el normal desarrollo de la actividad directiva y de cualquier ámbito o cargo profesional. "En una ciudad segura, existen mayores opciones de alcanzar unos puestos de trabajos sólidos", aclara.

Sobre Nueva York, Alexandra Lebenthal, asesora en el banco de inversión Houlihan Lokey, cree que la capital financiera estadounidense ha mejorado enormemente sus infraestructuras y redes de transporte, lo que la han convertido en "un lugar más seguro" que cuando se instaló en ella, en la década de los setenta. Pero los servicios y seguros sanitarios son un pago demasiado caro que retarda la decisión de maternidad. Mientras Kara Nortman, socia de Upfront Ventures, dice que la seguridad en Los Ángeles es superior a la de Nueva York, pese a la pobre movilidad de sus transportes y admite menores derechos parentales que los de la ciudad de la costa Este del país.

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