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El nuevo 15M siembra la Puerta del Sol de alegatos contra el calentamiento global

Miles de estudiantes se han manifestado en Madrid con motivo de la huelga global por el clima, en la que reclaman medidas políticas que permitan combatir las crisis climática.

Manifestantes se concentran en Sol con motivo de la huelga climática del 15M./EFE

Madrid se ha teñido de verde. Lo ha hecho después de que miles de personas, la mayoría de ellos estudiantes, se manifestaran este viernes en Madrid, con motivo de la huelga global contra el calentamiento global. Así, cerca de diez mil jóvenes –según los datos de Juventud por el Clima– han desbordado la simbólica Puerta del Sol para marchar hacia el Congreso de los Diputados al grito de "No hay planeta B".

La manifestación, inscrita en el movimiento climático Fridays For Future impulsado por la activista sueca Greta Thunberg, ha sido una muestra de fuerza de este nuevo movimiento ecologista que no sólo triunfa en Madrid, sino también en el resto del país. Tanto es así, que en paralelo a los actos de la capital, otras miles de personas han salido a las calles de más de cuarenta ciudades del Estado.

Aunque la convocatoria estaba enfocada a los movimientos estudiantiles, también han acudido miembros del colectivo Yayo Flautas, que, ataviados con sus clásicos chalecos amarillos, han cedido sus fuerzas a la lucha de esta nueva generación, que reclama acciones eficientes para frenar el calentamiento global. Más allá de ello, en la marcha apenas se han visto emblemas de organizaciones y movimientos políticos, ya que las protestas buscan la transversalidad ideológica.

"No somos apolíticos, somos apartidistas. No apoyamos el programa de ningún partido político, pero si que tenemos reclamos políticos y exigimos a la clase política que cumpla con su palabra", explica a Público José, un estudiante de ingeniería informática de 22 que desde hace varias semanas se ha sumado a las huelgas ecologistas del Fridays For Future. Para este joven activista, las consignas de esta manifestación van dirigidas también a la ciudadanía, que tiene un poder importante para efectuar cambios políticos. "Si no conseguimos que nuestro mensaje llegue, vamos a tener que repensar como actuar, pero seguiremos saliendo a  la calle". 

Koro, una de las portavoces de Justicia por el Clima, organización que coordina todas las protestas a nivel internacional, insiste en desvincular el nuevo 15M de cualquier organización. Aunque en las calles se han visto muchas pancartas que señalaban a las empresas como culpables principales del cambio climático, la portavoz explica que la lucha no busca revertir el modelo productivo. "No es necesario", opina, para advertir que los intereses principales del Fridays For Future es que los políticos sigan las indicaciones de los científicos, que durante décadas llevan alertando que el planeta tiene fecha de caducidad.

"Queremos que se cumplan los acuerdos que se han firmado en los pactos de París. Los científicos llevan décadas avisándonos y si no hacemos algo ya, el problema se agravará", explica Rosalía Gonzalo, otra de las portavoces del movimiento. Entre las palabras de esta joven, aparece una referencia constante a Greta Thunberg. Esto no es ninguna novedad, ya que la joven sueca se ha convertido en todo un icono político para los estudiantes españoles: "Gracias a su fuerza nos hemos visto impulsados a salir a las calles", explica la manifestante. 

La manifestación, que ha durado algo más de dos horas, ha concluido con una sentada en la Plaza de las Cortes y con la lectura de un manifiesto en el que se ha alertado a los dirigentes políticos de que "quedan once años para actuar".  Un periodo de tiempo que se refiere a los estudios de la ONU, que ponen 2030 como la fecha límite para evitar la catástrofe global.

La manifestación de Madrid, una de las más multitudinarias, es sólo un ejemplo de la fuerza que está adquiriendo el movimiento estudiantil verde. Es un ejemplo de más de cuarenta, ya que se han convocado manifestaciones similares por todo el país, desde ciudades grandes como Barcelona o València, hasta pequeñas urbes como Logroño o Arrecife, en Lanzarote. 


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