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¿Qué es el “pacto social” que piden cerca de 10.000 familias catalanas para retrasar el primer móvil hasta los 16 años?

Pretenden contrarrestar la presión a la que se ven abocadas para comprar el primer móvil a los 12 años y prohibirlos en los institutos. El próximo curso todos los centros en Catalunya tendrán que regular su uso

Una imatge d'arxiu d'una escola a Parets del Vallès. Albert Segura /ACN

Emma Pons Valls


La relación entre móvil y adolescentes está en cuestión. Cada vez más expertos levantan la voz acerca de sus efectos nocivos sobre la salud mental y al inicio de curso varios centros catalanes prohibieron su uso. En las últimas semanas, lo que era un chat de familias del barrio barcelonés del Poblenou preocupadas por la edad en la que comprar el primer móvil a sus hijos ha pasado a ser un foro de más de 9.000 miembros con réplicas por toda Catalunya y también en el Estado.

Las familias que forman parte de Adolescència Lliure de Mòbils quieren un "pacto social" para retrasar la edad del primer móvil hasta los 16 años. Ahora son cerca del 90% los adolescentes que lo tienen a los 12, coincidiendo con la entrada en el instituto. Las familias se quejan de que aquellas que no quieren darlo todavía se ven muy presionadas por el entorno, y reclaman abrir un debate para retrasarlo hasta los 16.

Cerca del 90% de adolescentes tienen móvil a los 12 años, lo que crea una presión social que las familias rechazan

Una de las impulsoras de la iniciativa es Elisabet Garcia, madre de tres hijos del Poblenou. Preocupada porque el hijo mayor ya está a punto de cumplir los 11, empezó a hablar con otras madres. «Creo que nos estamos equivocando a la hora de dar esos smartphones a los 12 años. Son una herramienta interesante, pero creo que nos hemos anticipado. No da tiempo a educar al niño en su buen uso».

Algunas de las acciones que proponen para impulsar este pacto social son fomentar la creación de grupos de trabajo en los centros para debatir sobre estas herramientas, hacer encuestas a la comunidad educativa para saber la situación en cada centro y también promover un documento de compromiso con el que visibilizar a las familias que apuestan por retrasar el móvil y así apoyarse.

Preocupa, por un lado, los efectos sobre la salud -especialmente mental- pero también el torrente de información al que tienen acceso sin supervisión y que, a estas edades tan tempranas, todavía no se ha podido abordar, como por ejemplo la pornografía.

Alrededor de esto están surgiendo todo tipo de colectivos y campañas, como la Plataforma per una Digitalització Saludable i Regulada, que quiere llegar a las familias que se están planteando comprar el primer móvil para sus hijos en las próximas Navidades.

https://twitter.com/Salut_Digital/status/1721541594992509118

Presión para no apartar al hijo

«Hasta ahora, muchas familias daban un smartphone a los 12 años para que su hijo no fuera el único que no tenía, para no separarle del grupo. No queremos esa presión social, queremos decidir libremente en función de si el niño está preparado», explica Garcia. Ella cree que el suyo no lo está, ni tampoco la mayoría: «Yo no quiero darle móvil a los 12 años».

Esa preocupación entre las familias ha llegado hasta el Parlament. Esta semana la consellera de Educació, Anna Simó, ha sido preguntada por nuevos pasos del Departament, que apuesta por la regulación en los centros.

El 37% de centros catalanes han prohibido el uso de móviles

Según una encuesta de finales del pasado curso, un 52% de centros regulan de algún modo el uso del móvil, pero sólo el 37% han prohibido totalmente los dispositivos.

Simó considera que "no se trata tanto de prohibir como de educar". Según argumentó en el Pleno, no sólo es necesario regular, sino que hay que «dar herramientas» a los adolescentes y las familias para que puedan afrontar la situación «con criterio».

«Evidentemente que debe educarse en el buen uso, pero para ello se necesita un margen, y antes de los 12 no hay tiempo», responde Garcia, también a las voces que recetan educación para hacer frente a los malos usos de la tecnología.

La fuerza que ha cogido el movimiento ha forzado a la Generalitat a pronunciarse de nuevo y todos los centros tendrán que tener cierta regulación el próximo curso. Adolescència Lliure de Mòbils, en su manifiesto, apuesta por extender la prohibición y expresa que aproximaciones diferentes pueden crear «desigualdades» entre los institutos.

Insomnio y falta de concentración

No son pocos los expertos que alertan sobre los efectos que estos dispositivos provocan en cerebros todavía en desarrollo, como son niños y adolescentes. Problemas para dormir y dificultades para relacionarse y concentrarse son algunos de ellos.

El psiquiatra Marc Ferrer, jefe de Hospitalización del Servicio de Psiquiatría de Vall d'Hebron, sostenía en esta entrevista con Público que "las redes funcionan como una droga". No en vano la adicción a la tecnología está en el punto de mira de una ley de adicciones que prepara la Generalitat y también cobró protagonismo en el Plan de Salud Mental 2023-2030 del Ayuntamiento de Barcelona.

«No necesitan un smartphone a los 12 años para nada. En casa ya tienen ordenadores, tablets… Una cosa es cuando están dentro de casa, que puedes tener un control, y la otra que lo lleven todo el día en el bolsillo», insiste Garcia.

Desigualdades entre niños

Otro factor que apuntan desde Adolescència Lliure de Mòbils es las desigualdades entre niños, donde no todos cuentan con una familia que pueda supervisar totalmente su uso del móvil y las redes. «Hay familias que trabajan todo el día, con los niños solos en casa. Algunos estamos muy encima, pero algunos no pueden, y por tanto hay que regular un poco».

Psiquiatras y psicólogos se reconocen muy preocupados por una situación que ven cómo en los últimos años ha ido empeorando y que es uno de los factores que incide en la mala salud mental de los adolescentes. 4 de cada 10 chicas manifiesta malestar emocional, según un informe de la Agencia de Salud Pública de Barcelona.

"Como sociedad seguramente deberíamos hacer un planteamiento muy amplio y proponer herramientas para que no todo recaiga en los padres o los propios adolescentes", apunta Rosa Calvo, psiquiatra del servicio de Psiquiatría Infantil y Juvenil del Hospital Clínic.

Esto va en la línea del «pacto social» reclamado por cada vez más familias para retrasar el primer acceso ilimitado a los móviles.

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