Este artículo se publicó hace 3 años.
Un padre 'coraje' relata en una novela la odisea para encontrar a su hijo 'robado'
Luis Vega Luna publica 'Robado', un libro en el que describe la labor detectivesca desarrollada en la última década para hallar el rastro de su hijo nacido en 1977 y del que no posee ni un solo documento que acredite su defunción al nacer, como le aseguraron en la maternidad.
Madrid-Actualizado a
Veinte de noviembre de 1977. Luis Vega Luna, un diplomado en Administración de Empresas, de 29 años, recibe una noticia que le marcará el resto de su vida. Tras el parto de su mujer en una prestigiosa clínica privada de Madrid, los médicos le comunican que ha sido padre de mellizos, una niña y un niño que ha nacido muerto, deforme, según le cuentan los facultativos, y al que declina ver por indicación de esos doctores.
Veintisiete de enero de 2011. Luis Vega Luna, prejubilado de 62 años, comienza a buscar a ese hijo con el convencimiento de que nunca murió, a la vista de una serie de indicios y de interrogantes que ninguna administración --ni la judicial ni la sanitaria, entre otras-- le ha podido aclarar a día de hoy.
Hasta esa fecha de 2011, Luis Vega vivió tranquilo con su esposa, su hijo mayor y su hija, la melliza que nació el 20 de noviembre de 1977. Pero a partir de entonces comenzó una búsqueda, que continúa hoy, para hallar el paradero de aquel bebé al que los médicos de la prestigiosa clínica le recomendaron encarecidamente no ver. Un bebé muerto, de dos kilos y medio de peso, ochomesino. "El niño viene muy mal, con malformaciones y presenta un aspecto muy desagradable; no tiene formado el culito y presenta malformaciones en las manos", le dijeron esos médicos. "Nosotros nos encargamos de todo", le aseguraron en relación al entierro del pequeño. Años después esas frases adquirirían otro significado, al descubrir Luis que su hijo no consta enterrado.
Con el objetivo de que se conozca el intenso proceso de búsqueda de este padre 'coraje', Luis Vega ha escrito un libro, 'Robado' (Editorial Edinexus), que presenta esta semana en Madrid. Su búsqueda constituye, en realidad, una auténtica aventura, con detectives privados, localización de personas que podrían ser ese hijo buscado, entrevistas con fiscales, lazos con otras personas afectadas... Un compendio de experiencias, bien relatadas, que convierte este libro en una sobrecogedora radiografía de cada paso real que ha dado este padre para aclarar el destino de aquel hijo que hoy tendría 44 años.
La convicción de que su hijo no murió la alcanzó Luis a raíz de enterarse por la prensa de que cientos de afectados de lo que se empezó a llamar en 2011 el robo de bebés se habían unido y de que iban a presentar un denuncia conjunta ante la Fiscalía General del Estado. A partir de ese momento empezó a buscar los documentos que probaban la muerte del bebé, tal cual le aseguraron en la maternidad.
Sin embargo, no dio con ninguno y sigue sin poseer algún documento que avale el fallecimiento: la historia clínica de su mujer no ha aparecido porque la clínica asegura que no conserva los documentos antiguos; no consta enterrado ningún feto hijo de Luis y de su mujer, según le acreditan los Servicios Funerarios madrileños; y no existen antecedentes sobre Legajo de Aborto de su mujer en el Registro Civil, como debe ser preceptivo en el caso de los neonatos fallecidos al nacer. Si no se puede probar la muerte de una criatura es porque quizá no murió, ese fue el convencimiento de Luis cuando decidió convertirse en detective.
El objetivo del libro, según cuenta Vega a este diario, es "difundir, divulgar, llegar lo más lejos posible en el conocimiento de la realidad de los 'niños robados'. Que llegue a los padres de "mi hijo" y entiendan que no pretendo recuperarlo sino simplemente que sepa que no fue abandonado". Para este hombre, nacido en Larache (Marruecos), en 1948, su libro es un "alegato" sobre el problema de los 'bebés robados', para "que no se olvide y para que se comprenda el papel de la Justicia y de otras instituciones que no han hecho todo lo posible para solucionar nuestras demandas", dice Luis. Advierte en su libro que la "política en esta historia no juega ningún papel. Y si alguien pretende encontrar la más mínima entretela política creo que se equivoca". Él califica de negocio sin escrúpulos el fenómeno de los 'bebés robados'.
56 candidatos
Su "desengaño" con la Justicia comenzó cuando la Fiscalía General del Estado archivó la denuncia conjunta de cientos de afectados, a la que él se sumó. Entonces decidió ponerse manos a la obra, por su cuenta, para resolver el enigma respecto a su hijo. Contrató a una detective que le facilitó un listado de varones nacidos en Madrid el 20 de noviembre de 1977.
La lista arrojó 56 nombres. "Uno de esos cincuenta y seis podía ser el chico que estábamos buscando. Pero ¿y si no lo era? ¿Y si no quiere ser localizado? ¿Y si no reconoce o acepta que fue robado? ¿Y si, por no disgustar a sus padres, rechaza todo contacto? ¿Y si.......?", consta en un pasaje de 'Robado'.
El argumento que siguió Luis Vega para reducir aquella lista fue el siguiente, según refleja en su obra: "¿Quién podría estar interesado en conseguir un hijo? Parece razonable pensar en alguien que no pudiera tenerlos. De ese razonamiento se extraía que el chico debería ser hijo único o primogénito". Siguiendo ese criterio, desestimó a 19 chicos de la lista.
"Otro razonamiento era, que los padres hubiesen tenido una edad dentro de la treintena. En los años setenta, eran muy pocos los casos de primerizas que ya hubieran cumplido los treinta". Analizando las partidas literales de nacimiento, logró reducir el listado a trece personas, al descartar al resto por tener sus madres menos de treinta años cuando dieron a luz.
A mediados de 2015, Luis Vega llevó al juzgado esos trece nombres, con la esperanza de que el juez fuera partidario de investigar para llegar a una conclusión, pero nada consiguió de la vía judicial. "De los muchos casos que conozco de bebés robados, el resultado de su judicialización ha concluido en un absoluto fiasco. La gran mayoría de ellos están archivados provisionalmente, sin que la Fiscalía proponga ninguna medida para progresar", consta en el libro.
En su novela, Vega relata con especial tristeza el acercamiento a uno de esos trece varones, que, según una investigación profunda, presentaba indicios de haber sido un niño apropiado, es decir, un niño que no fue legalmente adoptado, sino que su nacimiento fue adjudicado en el Registro Civil a otros padres diferentes a los cuyos biológicos. Pero el juez impidió que pudiera investigarse ese nacimiento.
Su amistad con el exjuez Garzón
Luis Vega explica que la decisión de contar a sus familiares y amigos el proyecto en el que se había embarcado en la creencia de que su hijo no murió resultó difícil, aunque, según indica, se encontró con la comprensión de casi todo el mundo. Entre sus amigos, el exjuez Baltasar Garzón: "Para Baltasar fue muy llamativo que sucediera en aquella clínica, ya que él recordó algo que sucedió cuando nació su hija en esa misma maternidad. Me contó que él asistió al parto, presenciando el alumbramiento de la niña y estando presente todo el tiempo. Sin embargo, cuando le dieron la partida de nacimiento, ésta hacía referencia a un varón. Cuando llamó la atención sobre este particular, le extendieron otra partida de nacimiento sin retirarle la errónea. Se lamentó de que no hacía mucho que la había tenido entre las manos y, haciendo limpieza de papeles, por inutilidad, la tiró. Podría haber servido como prueba indirecta", consta en el libro.
Sor Pura
El libro no se olvida la monja que ejercía como asistente social en la prestigiosa clínica donde Luis y su esposa fueron a parar aquel día de noviembre de 1977. Sor Pura fue la intermediaria de cientos de adopciones, muchas irregulares, que se produjeron en los años 70 en Madrid.
"'Tu Casa' es el proyecto de sor Pura, consistente en una especie de chalet en la calle Rodríguez Lázaro, 13, de Madrid, en el que llegan a atender hasta 60 mujeres. Reconoce que el 40% de estas mujeres se desprendieron de sus hijos, para los que ella gestionó la correspondiente adopción", consta en el libro. Luis ha conocido a varias de aquellas criaturas, ya adultas, que siguen buscando a día de hoy a sus verdaderas familias. Muchas mujeres embarazadas solteras no tuvieron más remedio que entregar a sor Pura a sus bebés, obligadas por coacciones o necesidades, repudiadas por una moral patriarcal que condicionó la vida de las mujeres españolas durante la dictadura y el inicio de la democracia.
Luis Vega concluye su libro con un repaso de los casos más significativos de la trama de los niños robados y con la única condena que ha habido hasta hoy, la del doctor Eduardo Vela, aunque se quedó sin reproche penal porque el delito había prescrito. Poco después, la denunciante, Inés Madrigal, supo que su madre la había entregado en adopción y que no era un bebé robado con el que Vela presuntamente había traficado. Una noticia que sirvió para atacar desde algunos sectores al colectivo de los 'bebés robados', pero "no hay que olvidar que el doctor Vela fue juzgado y reconocido responsable de suposición de parto y falsificación de documento independientemente de que la madre de Inés la entregara voluntariamente", apunta Vega.
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