Este artículo se publicó hace 2 años.
¿Qué piensan las personas migrantes sobre la reforma migratoria de Escrivá?
'Público' habla con cuatro personas migrantes para escuchar su opinión sobre la reforma del reglamento de Extranjería que plantea el Gobierno.
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Este reportaje se publica en colaboración con PorCausa.
El Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones ha puesto sobre la mesa la que hasta ahora es su apuesta más ambiciosa en materia migratoria: una reforma normativa que podría facilitar sustancialmente la regularización de personas extranjeras para incorporarlas al mercado laboral, especialmente a sectores con escasez de mano de obra como el campo, el transporte, la construcción o la hostelería, entre otros.
La propuesta del ministerio que encabeza José Luis Escrivá quiere modificar el reglamento de Extranjería y entre sus novedades destacan la posibilidad de que los estudiantes extranjeros puedan trabajar, las facilidades para la contratación en origen y la simplificación de los requisitos y la burocracia para obtener papeles, entre otros.
Desde que trascendió el borrador de la reforma a los medios la semana pasada, numerosas voces expertas en extranjería, economía, política y tercer sector han opinado a favor y en contra: unas defienden que se trata de una medida pragmática, buena para las personas en situación administrativa irregular –más de medio millón, entre ellas más de 150.000 menores, según los cálculos de la fundación porCausa–, otras critican que el Gobierno "instrumentalice" a las personas migrantes y solo acceda a reconocer sus derechos por motivos estrictamente económicos.
Pero, ¿qué opinan de todo esto las personas migrantes? El proceso de consulta pública previo a esta propuesta concluye este lunes. Todo apunta a que no registrará una gran participación de las miles de personas extranjeras que trabajan de sol a sol y sin contrato cuidando a ancianos en A Coruña, recogiendo fruta en El Ejido o sirviendo copas en Salou, por ejemplo. Muchas personas que podrían verse afectadas por esta medida apenas disponen de tiempo libre o no saben qué es un proceso de consulta pública.
Público se sienta a escuchar a cuatro personas migrantes que quieren compartir su punto de vista. Esto es lo que dicen.
"Para alguien en mi situación, esto ayuda"
Thierry Penda es camerunés, está a punto de cumplir 25 años y ahora mismo está en Almería. Explica con tono pausado que sus manos han recogido casi todo lo que ofrece el campo español: aceituna, patata, naranja... Es viernes y está preocupado porque la temporada de sandía está a punto de terminar y ha habido menos trabajo de lo previsto.
Hace tres semanas sufrió un desmayo en plena faena. Él lo achaca al agotamiento. Este joven camerunés lleva seis años en España "sobreviviendo", explica. No derrocha palabras para definir su situación laboral: "Esto es pura explotación, hago jornadas de 13 horas en el invernadero y cuesta mucho respirar ahí dentro, es muy duro".
Thierry percibe 7 euros la hora, 60 céntimos por debajo del mínimo legal, y no siempre cobra todas las horas trabajadas. "No tengo elección: acepto estas condiciones porque no tengo papeles". No se plantea denunciar su situación, de la misma forma que no se atrevió a denunciar al empresario que le explotó durante dos meses en una nave de Sevilla y desapareció sin pagarle ni a él ni a otros tres jóvenes en la misma situación.
¿Qué le parece esta reforma? "Para alguien en mi situación, sin papeles, lo primero es que esto ayuda, venga como venga, sean cuales sean sus motivaciones. La mayoría de los trabajos precarios los asumimos los migrantes", opina Thierry, y añade que "esta propuesta instrumentaliza, pero también es verdad que España necesita gente para el campo, la construcción y otros trabajos que el español no quiere hacer o en los que no aguanta ni una semana. ¿Qué es lo que necesita cualquier migrante? Trabajar. Si nos dan esa facilidad, y si además se nos permite estudiar, pues bienvenida".
Thierry Penda: "Esta propuesta instrumentaliza, pero España necesita gente para el campo, la construcción y otros trabajos"
Este joven también recibe con buena disposición la idea de poder estudiar y trabajar que contempla esta reforma. Thierry empezó la ESO para adultos, pero no la terminó. Según cuenta, le quedaba una asignatura, pero abandonó cuando supo que no le darían el título porque su matrícula no era válida "por los papeles". Algunos amigos suyos sí que lo consiguieron. Después hizo un curso rápido de carretillero con una ONG a través de un programa subvencionado por el Gobierno, pero no le sirvió para nada. Le gustaría hacer una formación profesional, "es un proyecto que tengo en la cabeza, pero sin papeles es todo muy arbitrario, no puedo", afirma.
Si Thierry pudiera cambiar una sola cosa del sistema actual de extranjería, empezaría por reducir la burocracia. "Hay demasiado papeleo, yo cambiaría este lío porque si no tienes contrato, no puedes conseguir papeles, y si no tienes papeles, un empresario no te puede hacer contrato. Es un círculo vicioso, estas leyes son racistas".
Mientras las altas esferas de la política dirimen qué hacer con esta reforma migratoria, Thierry sigue trabajando en el invernadero, siguiendo el ejemplo de otros migrantes que consiguieron regularizarse tras varios años trabajando para un mismo empresario. "La calidad del trabajo durante esos tres años es de explotación total, pero muchos lo intentamos soñando con que habrá final feliz y nos darán la residencia", explica. Thierry se despide con un mensaje para al Gobierno: "Por favor, si no quieren echarnos un cable, por lo menos faciliten a los empresarios que puedan contratarnos, reduzcan la burocracia y los plazos larguísimos de Extranjería".
"No se han creado fuentes de empleo con condiciones justas y dignas"
Carolina Elías, es salvadoreña y feminista, así se presenta ella cuando le preguntamos. Llegó a España en 2009 con un permiso de estudiante y con una beca para estudiar. Al terminar esa estancia regresó al Salvador y más adelante decidió volver a España para estudiar un doctorado en género. Regresó costeando ella misma el viaje. Cuando se terminaron sus ahorros y viendo que era inviable continuar estudiando sin trabajar, comenzó la búsqueda de empleo.
En 2012 encontró pocas salidas laborales en su área profesional y la única oportunidad que encontró fue como empleada del hogar. No pudo darse de alta en la seguridad social por el tipo de permiso de estudiante que tenía y ante el caos burocrático su única opción fue renunciar al permiso de estudiante para comenzar a tramitar el arraigo social. "Lo que más recuerdo de ese tiempo es que pasé miedo. No te imaginas el pánico que me daba mientras estaba a la espera del permiso de residencia y trabajo de que me fuera a parar la Policía y me fueran a llevar presa a un CIE", recuerda.
Carolina ya no es trabajadora del hogar. Actualmente preside el Servicio Doméstico Activo (SEDOAC), una organización que lucha por los derechos de las trabajadoras del hogar y los cuidados en España. Está feliz cuando responde a Público, y es que acaban de conseguir una gran victoria para el movimiento: la ratificación del convenio 189 de la OIT. Con todo el ajetreo de los últimos días no ha podido leer todavía la reforma en detalle aunque si conoce las líneas principales de la propuesta.
"Solo se nos ve como una mano de obra y creo que siempre hay una doble moral, en el sentido de que existe el discurso de querer a la gente mejor preparada, querer los mejores profesionales pero a cambio los trabajos que ofrecen a las personas migrantes no se corresponden con la formación exigida", explica. Recuerda que "a principios de 2021 tuvimos una reunión con el ministro Escrivá y nos dijo que pronto íbamos a ser llamadas asociaciones y entidades a consulta pero vemos que esto ocurre hasta que ya está todo montado ahora, que han abierto consulta".
Carolina reflexiona pausadamente sobre el panorama del mercado laboral español. Ante la precarización que existe en ciertos sectores, y aunque hay esfuerzos como la última reforma laboral por solucionarlo, cree que en ese sentido el problema principal ha sido que hasta el momento "no se han creado fuentes de empleo con condiciones justas y dignas". Además, si para un joven nacional es a menudo complicado encontrar trabajo es su área de especialización, para una persona migrante esto es casi imposible.
A la dificultad de encontrar el empleo adecuado a tu formación se une la discriminación y el racismo que una persona migrante enfrenta durante el proceso. "Le ha pasado a muchas compañeras que terminan guardando en un cajón su experiencia laboral y formación académica porque una vez entras en el trabajo del hogar somos muy pocas las que logramos salir de él, acabas creyendo que sólo puedes hacer eso", afirma.
La reforma de Escrivá propone una mejora de los procedimientos de la gestión de la contratación en origen y de la migración circular, premiando el compromiso con la norma. "Me parece bien que en la vía de la contratación en origen, se flexibilicen los requisitos porque eso significa que las personas ya pueden venir con derechos desde allá pero me preocupa por la gran cantidad de las que estamos aquí. ¿Qué pasa con nosotras?, ¿qué pasa con todas las personas que no tienen papeles todavía?, ¿qué pasa con toda esa economía sumergida que provoca además situaciones de esclavitud como las que viven las trabajadoras del hogar?", se pregunta Carolina.
Con el proceso de ILP para una regularización extraordinaria de personas migrantes en España abierto y en plena recogida de firmas para conseguirlo, Carolina no cree que esta propuesta sea la que ponga en riesgo ese objetivo.
"Viendo la actitud del Gobierno actual no veo que vaya a ser posible la regularización, independientemente de que existiera o no esta reforma del ministro Escrivá", lamenta. "Pero esto no puede detenernos en la lucha por visibilizar esta situación y quererla cambiar. Vamos a seguir recogiendo firmas, tenemos que seguir dando esa batalla, esto no nos va a detener!, dice convencida.
Mientras la regularización extraordinaria llega, Carolina piensa en el presente y el trabajo que esta posible reforma plantea, "ahora tenemos un borrador de propuesta, queda por ver cómo se regula de verdad esto, esa es la clave", asegura.
"Se hace desde un punto de vista extractivista y no de derechos"
Karen Patricia Rodriguez, hondureña, migró por amor a España hace 12 años. "Todo el mundo me dice eres ya madrileña y yo no, madrileña no, vallecana si, porque si me siento vallecana, que es donde vivo", explica sonriendo.
Karen es activista y milita en la Red de Hondureñas Migradas y en la Comisión de Migración y Antirracismo del 8M de la Asamblea de Madrid. Estudió ingeniería industrial en Honduras, pero no ha ejercido como ingeniera en España. Opositó y trabaja desde hace un año y medio como administrativa en una universidad pública, "saqué provecho de mi nacionalidad obtenida y decidí opositar, ahora estoy muy contenta, por fin un trabajo digno y con un horario que me permite conciliar", explica. Anteriormente trabajó como recepcionista, administrativa, limpiando oficinas… siempre trabajos temporales y bastante precarios.
A Karen le indigna, aunque no le sorprende, que para preparar la reforma no se haya llamado a consulta antes a los movimientos migrantes. "El Gobierno tiene ya muy claras las ideas y lo que quiere, no quieren dar más de lo que necesitan. Parece que no les interesa escuchar la opinión de las personas migrantes", explica.
Karen considera que esta reforma es instrumentalista y no pone el bienestar de las personas en el centro, "se hace desde la necesidad de mano de obra en algunos sectores, desde un punto de vista extractivista y no de derechos", dice con convicción.
La reforma propone una flexibilización para el acceso de estudiantes internacionales a un permiso de trabajo. Por su trabajo en la universidad, Karen está en contacto con muchos estudiantes extranjeros que no pueden pagar el coste de un máster o doctorado aquí y su única salida para costearlo es endeudarse, ya que no pueden trabajar. Por eso cree que esta flexibilización, de llevarse a cabo, sería "super positiva" para muchas personas.
Karen Patricia Rodriguez: "Cualquier regularización siempre será positiva, incluso desde una manera instrumentalista"
Karen se encuentra en situación regular en España y sabe por propia experiencia cómo cambia tu vida tener o no papeles. Por eso cuando valora de manera general la propuesta de Escrivá lo hace positivamente a pesar de sus críticas. "Cualquier regularización siempre será positiva, incluso desde una manera instrumentalista, duele mucho decirlo pero para muchas familias esto supone una mejora de sus condiciones de vida, porque tener papeles significa tener derechos, ser reconocido como ciudadano de primera categoría, entonces regularizar, aunque sea a un pequeño sector, es un avance", argumenta Karen.
Karen no quiere despedirse sin añadir que "Europa se permite el lujo de contratar mano de obra en origen, pero sin un concepto de movilidad humana naturalizado. Esto solo existe para ciertas personas según el pasaporte de tu lugar de origen, otras somos consideradas mano de obra barata, desafortunadamente", concluye.
"Es importante que los migrantes opinemos"
"Yo lo que quiero es poder trabajar". Yassin Isalih tiene 20 años y es de Beni Mellal, Marruecos. Llegó a España hace cuatro años y pasó de ser un chaval a ser un acrónimo: 'MENA'.
No conoce en detalle los pormenores de esta reforma, pero tiene claro que "si lo que quieren es facilitar los papeles, me parece genial". Para él, la gran diferencia de quienes están en situación administrativa regular radica en la posibilidad de acceder a un empleo, y también en las condiciones del mismo. "Muchos amigos míos trabajan en el campo cobrando 15 o 20 euros al día, echando ocho horas y más, porque no tienen papeles y hay quien se aprovecha", explica.
Ahora mismo Yassin vive en Madrid en un piso tutelado. En cuatro años ha tenido tiempo de hacerse un grupo amigos, aprender español y mucho más, pero sigue sin papeles y, por tanto, "sin puertas abiertas ni oportunidades". De esta reforma le llama la atención que las autoridades no hayan hecho más esfuerzo por conocer el punto de vista de las personas migrantes, más allá de procesos consultivos y otros trámites que para él parecen lejanos. "Es importante que los migrantes opinemos, este es un país democrático y libre y tenemos derecho a opinar", argumenta.
Si pudiera transmitir un mensaje al ministro Escrivá, le diría que lo primero que debe atajar es la exigencia de un contrato de un año de duración y jornada completa para obtener el arraigo laboral. "Yo llevo aquí cuatro años y no lo he conseguido, creo que es excesivo y hay gente sufriendo mucho con esto", opina.
Este joven aplaude que la reforma proponga simplificar los trámites burocráticos. Él mismo se siente atrapado en la maraña de documentos, procedimientos y plazos. "Yo estaba en el centro de menores, me decían que tuviera paciencia, pero mis papeles no llegaban", recuerda. "El tiempo, el tiempo... Ahora tengo que esperar otros ocho meses para ver si lo consigo, y no estoy seguro".
Yassin asegura que sin la ayuda de amigos y de su educadora, no habría sabido siquiera cómo realizar los trámites de Extranjería. Yassin lleva cuatro años sin ver a su madre, su padre y sus hermanos, porque no tiene papeles y para él, salir de España implicaría no poder volver a entrar o tener que jugarse la vida para hacerlo. "Mi sueño ahora mismo es conseguir permiso de residencia, terminar mis estudios y trabajar", asegura.
Dentro de poco terminará un módulo de técnico de gestión administrativa, pero no sabe si podrá trabajar. Todo dependerá de si tiene papeles... Y de lo que suceda con esta reforma del reglamento de Extranjería.
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