¿Qué relación hay entre las desigualdades y los disturbios en Catalunya de las últimas semanas?
Los últimos incidentes con la Policía en Barcelona, Molins de Rei o Manresa no tienen conexión entre ellos y responden a una serie de casuísticas sociales marcadas por el aumento de la precariedad y un uso más intensivo del espacio público.
Emma Pons Valls
Barcelona-
En las últimas semanas, han saltado a los medios varias noticias de peleas y altercados en Molins de Rei, Vic, Manresa, Barcelona... En el marco de fiestas, pero no sólo eso, ha habido desde peleas entre grupos a batallas campales, enfrentamientos con la Policía y detenciones. ¿Qué está pasando? ¿Está ocurriendo, de hecho, algo (nuevo)?
El Govern se ha comprometido a reforzar a la Policía, y los ayuntamientos condenan "el incivismo". ¿Es esto la solución? ¿Qué hay detrás de esos conflictos? Hablamos con José Mansilla, antropólogo y miembro del Observatorio de Antropología del Conflicto Urbano, y Nora Miralles, investigadora en derechos humanos y miembro de A l'Aguait, un colectivo de seguridad comunitaria de Manresa.
Casos muy diferenciados
"Cada uno de estos incidentes es diferente, tienen raíces y casuísticas diferentes". Así lo resume Mansilla, que diferencia entre las situaciones que se dan en un "fin de fiesta", como puede ser en Molins de Rei o en La Mercè, en Barcelona, o peleas entre grupos que tienen un origen muy anterior al incidente en sí.
"Cada uno de estos incidentes tiene raíces y casuísticas diferentes"
En Molins de Rei (Barcelona), al finalizar la fiesta patronal, un sábado, cerca de un centenar de personas lanzaron objetos contra la Guardia Urbana en un primer momento, y después contra los Mossos d'Esquadra, que activaron agentes antidisturbios. Se trataba de jóvenes de fuera del municipio, de los alrededores.
Quemaron mobiliario urbano y también se produjeron saqueos en algunos comercios, como en un concesionario de coches. Posteriormente, los Mossos detuvieron a tres hombres de L'Hospitalet, Pallejà y Santa Coloma de Gramenet (Barcelona), respectivamente.
En Manresa (Barcelona), unos días después, hubo una pelea entre dos grupos de jóvenes que se conocían del instituto y estaban enfrentados por un incidente con un patinete. "Fue una pelea vistosa, pero poco lesiva, sin heridos. Eran chicos muy jóvenes", de tan sólo 13 o 14 años, apunta Miralles.
Pocos días después, hubo un gran despliegue policial que detuvo a 11 chicos, de los cuales ocho menores, en su casa. A l'Aguait, el colectivo al que pertenece Miralles, lo calificó de "redada racista": "Se creó un caldo de cultivo tan bestia que acabó con estas detenciones espectaculares para calmar a la ciudadanía", añade la investigadora.
Por su parte, en Vic (Barcelona), a finales de septiembre, cuatro personas resultaron heridas por arma blanca a raíz de una pelea entre dos grupos, en un aparcamiento de la ciudad.
La construcción de un relato
Aparentemente, se trata de casos muy diferenciados y sin causa común. "¿Por qué hemos cogido estos casos y los hemos puesto juntos? No hay un denominador común. ¿Que pasan cosas en la calle? Claro", remacha Mansilla. El antropólogo explica que el objetivo es la construcción de un "relato" de que "está ocurriendo algo", y llamarlo "fenómeno" es parte de esa construcción.
El Govern se ha comprometido a reforzar a los Mossos
Con este enfoque, se justifica el aumento de la Policía o las medidas represivas que ha defendido el Govern y también varios ayuntamientos, como parte de un "relato securitario" que deja a un lado las causas, más complejas, de la situación.
El conseller de Interior, Joan Ignasi Elena, garantizó en el Parlament una "respuesta clara" de los Mossos ante la "violencia gratuita", y quiso enviar un mensaje de "tranquilidad" a la ciudadanía. "Estamos y estaremos reforzando a la Policía de Catalunya", aseguró, según las declaraciones recogidas por la ACN.
El PSC fue más allá, y reclamó un pleno monográfico para abordar la cuestión. Sin embargo, los Mossos han calificado de "normal" la cifra de 133 peleas tumultuarias en Catalunya en los últimos ocho meses.
La concepción del espacio público
La relación que tenemos con la calle modela, en buena medida, nuestra concepción de las cosas que ocurren en ella. Ambos expertos vinculan los cambios en los usos del espacio público con el aumento de cierta percepción de inseguridad.
La ocupación del espacio público y sus usos se vinculan con la percepción de inseguridad
"Llega el buen tiempo, [estos jóvenes] están en la calle y se visibilizan más. Esto, sumado a un aumento de hurtos que se les atribuye a ellos y a masculinidades jóvenes y hegemónicas, provoca que la gente tenga miedo", resume la investigadora sobre la situación en Manresa.
Se trata de jóvenes, mayoritariamente migrados o racializados a los que, hace ya algún tiempo, algunos grupos intentaron linchar. A raíz de esto y de experiencias de mediación y colectivos como la PAH Bages, nació A l'Aguait. Este grupo pone el foco en las "violencias sociales", que han aumentado y que generan esa atmósfera de inseguridad, como el racismo y las desigualdades.
Para Mansilla, la concepción del espacio público que se tiene en Catalunya bebe de una concepción "pequeño-burguesa" o de clase media, donde la calle no es un espacio de encuentro. "Ahora tenemos a gente que viene de fuera que hace un uso diferente del espacio público", puntualiza.
En Catalunya se ha concebido la calle históricamente como algo a controlar. "En la calle no pasará lo que queramos nosotros, pasará lo que la gente que quiera, es algo indomesticable", añade el antropólogo.
Aumentan las desigualdades y la sensación de inseguridad
Tras la pelea y las detenciones en Manresa, A l'Aguait organizó un acto de rechazo a los posicionamientos racistas. Un par de días después, se celebraba una manifestación reclamando mayor presencia policial "contra el incivismo y la delincuencia" que reunió a 2.000 personas y contó con el apoyo de los partidos de ultraderecha Vox y Front Nacional. El lema era "Manresa diu prou".
"Hay que dar la vuelta al discurso securitario que se está poniendo en la cabeza de la gente, que es un placebo y no aporta ninguna solución", dice Miralles. En Manresa, constatan un importante aumento del racismo, el paro y las desigualdades, junto con un decrecimiento de la renta y la ruptura de la cohesión social.
"La gente no conoce a sus vecinas, y Manresa es una ciudad conservadora, cuesta adaptarse"
"El perfil poblacional de la ciudad ha cambiado, sobre todo en algún barrio. La gente no conoce a sus vecinas, y Manresa es una ciudad conservadora, cuesta adaptarse a los cambios", enumera Miralles. Para ella, este es el contexto de la "sensación de vulnerabilidad" que impera y que, sumada al "ultraindividualismo", da alas a la visión securitaria. "Los vínculos se han agrietado".
En este contexto de precarización, Mansilla señala que "el espacio público es un salario indirecto", en el sentido de que frente al coste económico del ocio nocturno, como las discotecas, queda la calle, los botellones, y otros espacios gratuitos. "El espacio por excelencia de encuentro y de desigualdades es la calle. Una calle apaciguada y tranquila sólo ha existido en sociedades ni tan desiguales ni tan urbanas".
Políticas proactivas y no reactivas
Uno de los peligros del discurso securitario es su "capitalización" por parte de la extrema derecha. Esto se ha visto en la manifestación de Manresa, pero también en los discursos reclamando mayor presencia policial.
Uno de los peligros del discurso securitario es su "capitalización" por parte de la extrema derecha
"La extrema derecha se aprovecha de esta ideología y, ante esto, hay que apostar por políticas que no sean de reacción sino proactivas, que rompan con los mecanismos de generación de desigualdades", sostiene Mansilla. El diagnóstico está claro: "Lo mejor que podemos hacer para tener una calle más tranquila es que haya menos desigualdades".
Miralles también apunta en la misma dirección y señala que, en lugar de más efectivos policiales, una política que tiene efectos inmediatos en la reducción de delitos económicos, como los hurtos, es la creación de empleo. "Hace 40 años que la criminalidad en el Estado se mantiene estable. Puede haber repuntes, pero la mayoría son hurtos, un delito sin violencia".
La mediación y volver a crear redes vecinales para confiar en el propio entorno son otras líneas de actuación que proponen. "Son herramientas distintas a la Policía, porque no tienen como último medio la coacción, la violencia". "Hay que darle la vuelta a los discursos securitarios, porque el derecho a la seguridad no existe, pero sí la seguridad de los derechos", concluye Miralles.
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