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Rutas del Vino de Castilla-La Mancha, la mejor oferta de enoturismo en España
El enoturismo en Castilla-La Mancha es mucho más que degustar vinos excelentes. Es contemplar paisajes únicos, con historia, cultura y tradición. Es pasión, es gastronomía y hospitalidad. Por eso es también un turismo en auge, que permite combinar actividades en un día o todo un fin de semana.
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El vino forma parte de Castilla-La Mancha desde siempre. La región tiene una larga tradición vitivinícola y es la comunidad autónoma que más vino produce de España, por encima de 22 millones de hectolitros en la campaña de vendimia 2021. Más de 85.000 vitivinícolas y 600 bodegas lo hacen posible en estas tierras del El Quijote repletas de viñedos, que tanto tienen que ofrecer.
Decir enoturismo es decir Castilla-La Mancha. Sus Rutas del Vino se han convertido en la mejor oferta de enoturismo en España. Cinco grandes rutas permiten catar caldos inigualables en entornos que deleitan los sentidos: La Mancha, La Manchuela, Valdepeñas, Jumilla y Méntrida-Toledo. Las cinco son de obligada visita para disfrutar de manera intensa de todo lo que rodea al mundo del vino, al tiempo que nos sorprenden las tierras que inspiraron a Miguel de Cervantes para escribir El Quijote.
Multitud de bodegas y cooperativas se han volcado con el enoturismo en Castilla-La Mancha y cuentan con propuestas muy interesantes. Además del aliciente de degustar exquisitos caldos o conocer más sobre su proceso de elaboración, aunque no sepas nada de vino o ni siquiera te guste, el enoturismo es un tipo de turismo dirigido, sobre todo, a que disfruten quienes buscan experiencias diferentes en lugares tranquilos y poco masificados.
El corazón de La Mancha, para sentirse Quijote
Nueve municipios componen el corazón de La Mancha. Están distribuidos por las provincias de Ciudad Real, Toledo y Albacete y comparten la D.O. La Mancha: Villarrobledo, Socuéllamos, Alcázar de San Juan, Tomelloso, El Toboso, Campo de Criptana, Argamasilla de Alba, La Solana y Pedro Muñoz. Esta ruta de La Mancha regala impresionantes colores, horizontes infinitos y paisajes que hacen de la ruta enoturística un viaje fascinante a los lugares más quijotescos de la geografía manchega.
Las bodegas de esta ruta rezuman historia y los paisajes manchegos nos recuerdan que el vino está siempre muy presente. El suelo y el clima confluyen para producir una amplia variedad de vinos y una oferta vinícola excelente. Incluye catas de todo tipo, concursos, visitas a bodegas y a los viñedos, rutas a pie, en bici, fiestas, ferias, festivales... Es una ruta increíble para sentirse Quijote en Campo de Criptana o Alcázar, en el Toboso o en Argamasilla de Alba, donde Cervantes fraguó su obra más universal.
La Manchuela siempre apasiona
Los ríos Júcar y Cabriel son las grandes referencias de la comarca de La Manchuela, con 23 municipios que se reparten las provincias de Cuenca y Albacete. De norte a sur, Alarcón, Villanueva de la Jara, Iniesta y El Herrumblar; y hacia el sur, Villamalea, Villatoya, Cenizate, Navas de Jorquera, Casas Ibáñez, Alborea, Fuentealbilla, Balsa de Ves, Casas de Ves, Mahora, Villa de Ves, Alcalá del Júcar, Motilleja, Jorquera, La Recueja, Valdeganga, Carcelén, Alatoz y Pozo Lorente.
Sus vinos están amparados bajo la D.O. Manchuela. Se caracterizan por su carácter frutal, un notable aroma y excelente acidez. Abundan los tintos, tanto los jóvenes como los de crianza. Pero los vinos blancos, de color amarillo pálido y de sabor exquisito, también tienen gran protagonismo en esta zona donde se deben visitar bodegas y viñedos. En esta ruta merece la pena disfrutar de pequeñas localidades cargadas de magia como Alarcón, con sus calles y callejuelas; o Alcalá del Júcar. Son dos localidades declaradas Conjunto Histórico-Artístico que no dejan indiferente.
Valdepeñas, esencia del vino
Decir Valdepeñas es decir vino. Bodegas grandes y pequeñas comparten tradición y modernidad en vinos con carácter y personalidad, mientras que restaurantes y bares miman el producto de la tierra para ofrecer una gastronomía exquisita que combina lo innovador con lo tradicional.
Valdepeñas, Moral de Calatrava, San Carlos del Valle, Santa Cruz de Mudela y Torrenueva son los cinco municipios que conforman esta particular ruta en la que podremos disfrutar en municipios limítrofes con Sierra Morena y conocer de cerca la historia del vino y la enología en el Museo del Vino de Valdepeñas. En esta comarca cobran especial importancia grandes citas con el vino, como la Fiesta de la Vendimia y del Vino de Valdepeñas o las Fiestas del Vino de Moral de Calatrava.
Jumilla, vinos potentes y expresivos
Entre Albacete y Murcia, la Ruta del Vino de Jumilla es una excelente oportunidad para sumergirse en la cultura, tradición y costumbres de un territorio vitivinícola formado por la propia Jumilla y las localidades albaceteñas de Hellín, Ontur, Fuente Álamo, Montealegre del Castillo y Tobarra.
Los vinos de Jumilla se elaboran con uva monastrell, una variedad de la que se obtienen vinos potentes y expresivos, de colores violáceos y una redondez muy difícil de superar. Son una apuesta segura para maridar con una auténtica gastronomía como la castellanomanchega. Grandes caldos y paisajes y parajes únicos, salpicados por un rico patrimonio histórico y arqueológico de millones de años.
Méntrida-Toledo, a los pies de la Sierra de Gredos
Méntrida, Torrijos, Camarena, La Torre de Esteban Hambrán, Escalona, Maqueda, Montearagón, Fuensalida, Carmena, Quismondo y Nombela. Son la once localidades, a los pies de la majestuosa Sierra de Gredos y atravesada por el río Alberche que comparten la D.O. Méntrida.
En esta ruta destaca la gastronomía tradicional manchega y la artesanía popular, que encontraremos con mayúsculas en Fuensalida, donde todavía queda una industria que confecciona el calzado a mano. Aademás de las bodegas de la zona, es obligado visitar las plazas con encanto de Almorox, Escalona o Fuensalida.