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Sexismo en la consulta

Peor trato y tratamiento para el dolor

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Un médico atiende a una mujer en una consulta de Atención Primaria./ EFE

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MADRID.- Sara acudió el 1 de junio de 2007 a las urgencias del Hospital Regional de Málaga aquejada de dolor de estómago, náuseas y vómitos. El personal médico le realizó una radiografía abdominal “sin hallazgos significativos” y le administró un calmante. La paciente, de 37 años, siguió vomitando en el hospital y solicitó ser atendida por el especialista que cuatro años atrás le realizó un baipás gástrico. Al observarse agarrotamiento de las extremidades y aumentar el dolor, Sara fue examinada por un cirujano de guardia que le diagnóstico un “probable síndrome ansioso” y le dijo que lo mejor era que se relajara en casa. A pesar de que el dolor iba en aumento e incluso se quejaba de ardor en los riñones, se le dio el alta tras recetarle por tercera vez un calmante junto un protector estomacal y un laxante.

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Ya en su domicilio, sufrió un desvanecimiento y su familia llamó a una ambulancia que no pudo hacer nada por su vida. La autopsia dictaminó como causa de la muerte una hemorragia intestinal aguda. El Juzgado de lo Contencioso número 4 de Málaga ha condenado al Servicio Andaluz de Salud a indemnizar con 172.812 euros al marido y dos hijos de la fallecida por “mala praxis” por el diagnóstico llevado a cabo en urgencias. El juez decretó que “de haberse hecho un TAC con contraste para ver lo que ocurría en el tracto intestinal se habría llevado a cabo un diagnóstico correcto, máxime teniendo en cuenta los antecedentes de patología estomacal”. La historia de Sara, nombre ficticio para preservar su privacidad, puede parecer un caso extremo de mala praxis más pero atestigua una realidad: cuando las mujeres buscan ayuda médica debido al dolor son tomadas menos en serio que los hombres y reciben un tratamiento menos agresivo para su dolor.

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Peor trato y tratamiento para el dolor

“En atención primaria, numerosos estudios muestran cómo ante los mismos síntomas físicos se prescriben a las mujeres más tratamientos ansiolíticos y antidepresivos y a los hombres se les realizan más pruebas físicas”, explica Cristina Polo, psiquiatra y doctora en Medicina. Carlos Castaño, fisioterapeuta, observa este sesgo de género en su trabajo diario. “Lo más habitual en mi consulta es que acudan mujeres a las que, ante patologías diversas, se les ha dicho que no tienen nada. No hablo sólo de casos crónicos de dolor complejo, también de fracturas o patologías musculares en fase aguda a las que se manda a casa con signos evidentes de lesión”.

Cristina Polo: “Ante los mismos síntomas físicos, se prescriben a las mujeres más tratamientos ansiolíticos y antidepresivos; y a los hombres se les realizan más pruebas físicas”

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Entre pacientes con dolor de pecho, un análisis mostró que las mujeres tenían menos probabilidades que los hombres de ser admitidas, pero una vez hospitalizadas el trato fue similar. El síndrome de Yentl explica esta diferencia. Denominado así por la película Yentl (1983) en que Barbra Streisand se hace pasar por un hombre para poder estudiar la Torá, el síndrome alude a la “invisibilidad médica” de las mujeres en las enfermedades cardíacas hasta que su sintomatología se manifiesta en signos evidentes de gravedad. “El modelo médico sobredimensiona los indicadores biológicos del dolor y reconoce en menor medida la información subjetiva y las experiencias de las mujeres”, opinan Diane Hoffmann y Anita Tarzian, profesoras de Derecho de la Universidad de Maryland (Estados Unidos) especializadas en salud pública.

Elisa Chilet Rosell, doctora en Salud Pública e investigadora del Grupo de Investigación de Salud Pública de la Universidad de Alicante, ha realizado una investigación sobre la prescripción de analgésicos en España. “Hay una mayor probabilidad de prescripción de analgésicos en mujeres que en hombres sin importar el efecto del dolor, la edad o la clase social”, afirma Chilet. Otra conclusión de su trabajo es que las mujeres que padecen dolor y viven en las comunidades autónomas con mayor desigualdad social y económica entre géneros tienen mayor probabilidad de ser tratadas por el médico general y no por un especialista. “Estos resultados señalan que las mujeres no reciben una adecuada atención sanitaria en relación con la causa subyacente de sus síntomas. Las consecuencias son que la posible enfermedad puede seguir causando dolor y malestar, reduciendo la posibilidad de beneficiarse de la prescripción de un tratamiento adecuado al demorar el diagnóstico, así como los efectos secundarios del uso de medicamentos. El sesgo de género afecta a la salud de las mujeres mediante la medicalización de su malestar”, concluye la investigadora.

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Elisa Chilet: "Las mujeres no reciben una adecuada atención sanitaria en relación con la causa subyacente de sus síntomas"

La literatura científica también indica que las mujeres reciben menos tratamiento para el dolor. Los pacientes masculinos que se sometieron a una operación cardíaca recibieron analgésicos con mayor frecuencia que las pacientes femeninas. Ellas recibieron mayor número de prescripciones de sedantes, lo que sugiere que su dolor fue interpretado como ansiedad. “Los analgésicos reducen el dolor y también pueden rebajar la inflamación y disminuir la posibilidad de shock. Los sedantes deprimen el sistema nervioso central calmándote o dejándote inconsciente sin afectar a las causas subyacentes del dolor en la mayoría de los casos”, aclara la farmacéutica Clara del Barrio. Más de 1.300 pacientes con cáncer participaron en un trabajo científico que encontró que las mujeres tenían un 50% más de posibilidades de que su dolor fuese inframedicado. Un sesgo en el personal sanitario explica esta diferencia aunque el hecho de que los pacientes masculinos son más propensas a quejarse podría influir en que obtengan dosis mayores.

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A la hora de prescribir fármacos contra el dolor, a los hombres se les dan más analgésicos y a las mujeres,  más sedantes

La discriminación a la hora de prescribir fármacos contra el dolor también se da en niños. Una investigación sobre dolor pos-operatorio en la infancia reveló que los niños recibían más codeína que las niñas y ellas tenían más probabilidades de que les administrasen paracetamol. “El paracetamol no tiene efecto antiinflamatorio y su analgesia es limitada. La codeína es un analgésico opiáceo que en niños puede metabolizarse en morfina, un analgésico muy potente”, explica Clara del Barrio.

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Más dolor en mujeres

Los estudios poblacionales muestran que, incluso excluyendo la menstruación, el embarazo y el parto, las mujeres padecen más dolor, en mayor intensidad, con más frecuencia, en más partes del cuerpo y con una duración mayor que los hombres. Un trabajo, realizado en 2008 en 10 países desarrollados y 7 países en desarrollo que incluyó a más 85.000 personas, mostró una prevalencia de dolor crónico del 45% en mujeres frente a un 31% entre hombres.

La evidencia científica confirma que las mujeres sienten de manera distinta y más intensa el dolor tanto agudo como crónico

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La evidencia científica confirma que las mujeres sienten de manera distinta y más intensa el dolor tanto agudo como crónico. Razones biológicas, psicológicas y sociales pueden estar detrás de esta diferencia en los niveles de dolor entre hombres y mujeres. Otras interpretaciones afirman que dicha diferencia es sólo un artefacto, argumentado razones como que los hombres están desalentados a expresar dolor mientras que las mujeres, no.

Experimentación animal sesgada

Jeffrey Mogil, investigador del dolor de la Universidad McGill de Canadá, señala que la inmensa mayoría de los ensayos con ratones sobre dolor son realizados exclusivamente con sujetos macho. Hasta el 79% de todos los artículos científicos publicados en una revista especializada en dolor entre 1996 y 2005 utilizaron sólo sujetos masculinos. Mogil apunta a tres motivos. El primero es la simple inercia ya que “los investigadores no cambian los sujetos elegidos durante su carrera investigadora por miedo a que los nuevos datos no sean fácilmente comparable con los viejos”.

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Una de las causas de este sesgo parece estar en el género del facultativo que atiende al paciente

“Las investigaciones han demostrado que los hombres y las mujeres tienen diferente sensibilidad al dolor y que las mujeres sufren más dolor crónico que los hombres pero la conjetura ha sido siempre que el cableado de cómo se procesa es el mismo en ambos sexos”, afirma el investigador canadiense. Una de sus últimas investigaciones muestra que la microglia, células inmunes del sistema nervioso, lleva señales de dolor al cerebro pero sólo en ratones machos. El trabajo muestra que el dolor se transmite en ratones hembra a través de otros tipos de células del sistema inmunitario como los linfocitos T.

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Discriminación también por raza

Los pacientes de minorías étnicas también reciben una peor asistencia sanitaria. El citado estudio sobre cáncer encontró también un sesgo racial: los pacientes de minorías étnicas mostraron hasta tres veces más probabilidades de ser inframedicados para atajar el dolor que los pacientes blancos, una brecha aún mayor que la encontrada entre hombres y mujeres. Además de un peor trato médico por parte de los profesionales, las minorías raciales en Estados Unidos tienen menor acceso a la sanidad: el 34,1% de los hispanos y el 17,6% de los negros no tenía seguro médico frente al 11,5% de los blancos en 2014.

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