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Sunt, el miembro más joven de la XI Legislatura

La Fundación ONCE del Perro Guía entrena a un can de raza flatcoat en las dependencias del Congreso de los Diputados para guiar a Clara, una joven letrada de la Cámara baja

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Clara Garrido, con Sunt en el Congreso.

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MADRID.- Hace apenas cuatro semanas no se conocían y a partir de ahora convivirán unidos la mayor parte de las horas del día durante los próximos ocho o diez años. Se convertirán en una pareja habitual por los pasillos del Congreso de los Diputados y hasta en el propio hemiciclo de la Cámara baja. Ella se llama Clara y pertenece al cuerpo de letrados de las Cortes Generales; él responde al nombre de Sunt, y es un perro flatcoat de color chocolate. Ella en estos momentos asesora a la Junta Electoral Central; él aprende a ser el perro guía que suple la falta de visión de sus ojos.

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Clara Garrido llegó a la Cámara baja hace año y medio. Aprobó el duro ingreso en el selecto cuerpo de letrados de las Cortes Generales después de estar ocho años en la Asamblea de Madrid, en la que desempeñó la misma función. “Entré con bastón y luego llegó Sam, un perro labrador negro que se acaba de jubilar después de estar ocho años conmigo. La verdad es que Sam era una bestia parda, pero también muy bueno en su función. Me lo he quedado en mi casa de Majadahonda”, explica Clara con gran determinación y cierta emoción. La letrada  viajó en su día a Rochester, en Estados Unidos, para recibir al ahora jubilado Sam, en un viaje también a cargo de la ONCE.

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Clara Garrido llegó al Congreso hace año y medio, tras aprobar el duro ingreso en el selecto cuerpo de letrados. Antes, estuvo ocho años en la Asamblea de Madrid, en la misma función

La presencia de Sunt junto a Clara ya se ha hecho habitual entre el personal de la institución parlamentaria y también entre los diputados que se han cruzado con ellos. “Al principio pensé que era una visita”, reconoce una diputada novata. “Otro día observé que hablaba con otros diputados y letrados y ya me explicaron que es de la casa”, añade con naturalidad

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El vínculo que se ha establecido entre Clara y Sunt es muy fuerte, "y lo será todavía más en poco tiempo”

En el Congreso “todo es tranquilo. En estos días y en las próximas semanas me dedico a pasear con Sunt por todas las dependencias parlamentarias para que se vaya acostumbrando. Fuera de horario se me puede ver por cualquier rincón de esta casa”, añade Clara, quien recalca el apoyo que ha recibido por parte de todo el personal de la institución parlamentaria para desarrollar su trabajo junto a su nuevo y joven acompañante.

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El vínculo que se ha establecido entre Clara y Sunt es muy fuerte. “Y lo será todavía más en poco tiempo”, apunta Cristina. La entrenadora del perro es la protagonista de lo que acaba de afirmar. Entra en el despacho de Clara cuando el perro está recostado junto a la letrada hablando con el periodista. Su presencia hace que Sunt se levante, se le acerque y mueva la cola. “Me ha reconocido después de unos días, me huele pero nota el olor de otros perros…, se volverá junto a Clara”, dice. Dicho y hecho. Después de unos segundos Sunt vuelve junto a la letrada y allí se queda mientras se desarrolla la conversación.

Clara Garrido, con Sunt en el Congreso.

Momentos después, camino del salón de Pasos Perdidos para hacer unas fotografías, Sunt demuestra que es con Clara con quien debe estar y apenas presta atención a su antigua entrenadora. “En unas semanas más ya no me recordará”, sentencia Cristina, para quien la personalidad del usuario invidente es muy importante. “Clara es una persona especialmente disciplinada y ese comportamiento se transmite al perro. Eso es muy importante para estabilizar la relación”, agrega.

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La letrada del Congreso Clara Garrido con su perro guía Sunt

La educación de un perro guía es un proceso minucioso y comienza desde que nace una camada (por cierto, los nombres que se dan a los futuros guías sigue un estricto y complejo orden alfabético), y se alarga durante unos 12 ó 14 meses. En ese tiempo, el cachorro pasa a una familia de adopción temporal para socializarlo, siempre bajo la supervisión de un técnico de la FOPG. “Luego ya se elige a la persona con la que va a estar”, concluye su explicación la instructora.

“Yo tengo derecho a que el perro entre en lugares públicos como un restaurante o una cafetería. Y  tengo la obligación de que el perro vaya perfectamente limpio y aseado"

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La letrada, una mujer que transmite determinación en cada frase que dice y en cada gesto que hace, solo guarda un disgusto: la polémica con el conductor de un autobús de la línea de cercanías de Madrid que mostró “escasa comprensión” a la hora de exigir la colocación del perro en el interior del vehículo como señalan las normas. “Cuando fue a situarlo debajo del asiento, el autobús arrancó y, como es grande y pesa, acabamos los dos en el suelo. En fin, espero que no vuelva a pasar”, sonríe sin dejar de lamentar las trabas añadidas a su situación.

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