Este artículo se publicó hace 4 años.
RefugiadosLos tunecinos bloqueados en Melilla por el Gobierno en su huida a Francia
Desde hace algo más de dos meses y medio se han cancelado los traslados de los migrantes de esta nacionalidad desde la ciudad autónoma hacia la península y sospechan de posibles presiones del Ejecutivo galo sobre España.
Rosa Soto
Melilla-Actualizado a
Con pancartas con el mensaje “Gracias por todo, pero queremos la salida” y proclamas como “salida, por favor”, alrededor de un centenar de tunecinos se concentraron este pasado sábado ante las puertas de la Delegación del Gobierno en Melilla para exigir su traslado desde la ciudad autónoma hacia la península y seguir adelante con su ruta migratoria hacia Francia. Otra opción sería establecerse en otras ciudades españolas que les brinden mayores oportunidades de trabajo.
Estos son los principales argumentos que esgrimen algunos de los manifestantes que acudieron en representación de los 650 tunecinos que residen en el Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes (CETI) de Melilla y que alertan del “bloqueo del Gobierno” que los mantiene atrapados en la ciudad, ya que “desde hace algo más de dos meses y medio no están autorizando las salidas de los tunecinos hacia la península”, aseguran los manifestantes.
Discriminación
Mourad ronda la treintena y lleva cerca de tres meses en la ciudad autónoma. Procedente de una localidad próxima a la frontera con Argelia, asegura que tomó la decisión de viajar hacia la Unión Europea cuando se vio incapaz de mantener a los siete miembros de su familia con los ingresos que obtenía con su tienda de alimentación. A ello, sumó la inseguridad por el incremento de “grupos terroristas que ejercen como Policía y recaudadores de impuestos”. Además, seguía en contacto con un amigo que un año antes había logrado llegar a Francia pasando por Melilla y que siempre le enviaba fotografías de su nuevo trabajo en una tienda en Francia donde decía estar muy contento. Esto último le armó de valor y esperanzas para tomar la decisión. Vendió su pequeño establecimiento y con el dinero se pagó un vuelo hacia Casablanca y posteriormente a Nador, donde compró un pasaporte falso por 1.200 euros para acceder a la ciudad española a través del paso fronterizo de Beni Enzar.
"Retenernos aquí únicamente está generando malestar y problemas con otros internos"
Ya en Melilla, agradece el trato recibido por todo el personal del CETI. “Nos tratan muy bien, no nos falta de nada, pero retenernos aquí únicamente está generando malestar y problemas con otros internos, además de impedirnos seguir adelante con nuestro proyecto de vida”, comenta Mourad, quien compaginaba su trabajo en la tienda con otro de pintor de casas. “La convivencia no es fácil y menos cuando los pocos ahorros que traes para un mes o dos se esfuman porque la estancia se alarga más tiempo de lo previsto. Entonces empiezan los robos entre unos y otros”, añade Abdelmonein, un albañil tunecino residente del CETI. En su caso, siguió la misma ruta que Mourad, pero en lugar de comprar un pasaporte falsificado optó por pagar 3.000 euros (que consiguió vendiendo su coche) a un marroquí para ir escondido en un vehículo y entrar en Melilla. Atrás deja a mujer y dos hijos, a la espera de encontrar trabajo, regularizar su situación y tratar de conseguir la reunificación familiar al otro lado de las concertinas. “Me gustaría encontrar algún trabajo en España para poder seguir mi camino hacia Francia, pero si no nos dan salida hacia la península es imposible”, comenta.
Este hombre cree que el bloqueo impuesto por el Gobierno es una decisión política por presiones internacionales. Además, critica que trasladen antes a otros ciudadanos procedentes de Siria o Yemen que a tunecinos, que pueden llevar hasta diez meses esperando, de ahí que considere que existe discriminación hacia sus compatriotas. “Olvida que ambos países están inmersos en conflictos armados y que, por tanto, sus ciudadanos pueden acogerse a la protección internacional que les otorga el estatus de refugiados, según estableció la Convención de Ginebra, mientras que Túnez no está en guerra y, en su caso, se trataría de migrante económico, categoría que no contempla el Estatuto de los Refugiados”, explica un trabajador del CETI que prefiere mantenerse en el anonimato para evitar posibles represalias.
Objetivo Francia
En Melilla hay alrededor de 1.500 residentes en el CETI, según indica a este diario el director del centro, Carlos Montero, que rechaza hacer cualquier tipo de declaración sobre la concentración de los tunecinos y el bloqueo de su traslado, y deriva la responsabilidad a la Secretaria de Estado de Migraciones, donde nadie a tiende la llamada de Público. Del total de residentes del CETI, cerca de 650 son tunecinos, de los que 114 llegaron a Melilla en 2018, de acuerdo con el último informe Asilo en cifras que se puede consultar en la página web del Ministerio del Interior a la espera de la publicación del correspondiente al año 2019.
"Es posible que existan presiones del Ejecutivo galo al español para frenar este tipo de migrantes"
El informe del año 2017 indica la llegada a la ciudad autónoma de cinco tunecinos; en 2016, de 18; y el de 2015, de seis. “En el último año se ha generado un efecto llamada por bulos que corren entre los tunecinos que llegan al CETI, de ahí que en 2019 hayan llegado tantísimos y representen casi un tercio de los residentes”, afirma el trabajador del centro que estuvo presente en la concentración. Este empleado comparte las sospechas de algunos de estos tunecinos: “No es la primera vez que el Gobierno manda paralizar el traslado de un determinado grupo de personas hacia la península. En el caso de los tunecinos, aproximadamente el 90% tiene como objetivo viajar a Francia por vínculos personales, por lo que es posible que existan presiones del Ejecutivo galo al español para frenar este tipo de migrantes, aunque también puede ser una estrategia del Gobierno central para frenar la llegada de muchos más”.
Si bien es cierto que muchas de estas personas migrantes se conformarían con cruzar las 60 millas náuticas (111 kilómetros) del mar de Alborán que separan la costa melillense del sur andaluz, gran parte de ellos considera España como un país de tránsito mientras ve en Francia su destino. Muchos de ellos tienen familia o amigos ya asentados, otros ven mucho más asequible integrarse al país galo porque hablan francés, dado el pasado colonial de Túnez, que aprender castellano. El Institut National de la Statistique et des Études Économiques (INSEE) de Francia señala que al cierre de 2018, la población tunecina en territorio francés es de 342.000 personas, esto es un 4,6% de los migrantes africanos.
Según las estadísticas de este organismo, la llegada de tunecinos se ha ido incrementando en la última década, marcando un máximo en los dos últimos años con casi 9.000 en ambos ejercicios. No obstante, los tunecinos son el tercer grupo de migrantes africanos que llegan a Francia por detrás de Argelia (15,4%) y Marruecos (12,3%). Sin embargo, existe una diferencia con estos dos países que justificaría el veto a los tunecinos: “Túnez no tiene un tratado de devolución, no admite a los ciudadanos que abandonaron el país en situación irregular”, explica el profesional del CETI. Dadas estas circunstancias, los tunecinos se encuentran atrapados en Melilla. “El bloqueo no les permite cruzar a la península y la ausencia de un acuerdo de devolución con Túnez implica que España no los puede devolver a su país de origen y como tampoco tienen vigente un visado con Marruecos, porque el temporal de tres meses ya expiró, no pueden cruzar a este tercer país”, detalla este empleado.
De momento, los tunecinos tienen una espera indeterminada en el CETI de Melilla. Mientras tanto, aseguran que seguirán con sus reivindicaciones para reactivar los traslados de su comunidad y así proseguir con su ruta con el objetivo de trabajar, enviar dinero a casa y, en la medida de lo posible, tratar de reagrupar a toda la familia. “Vale la pena invertir los pocos ahorros que tengo y el dinero que conseguí con la venta de mi tienda para buscar un futuro mejor para mí y mi familia, pero para ello necesito una oportunidad”, concluye Mourad.
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