Este artículo se publicó hace 2 años.
El turismo de proximidad y los destinos sostenibles se consolidan en Catalunya durante la Semana Santa
Con una ocupación que supera el 80%, especialmente en los establecimientos rurales, expertos y hoteleros detectan un nuevo perfil de visitante, herencia de la pandemia, que prioriza espacios naturales no masificados, una experiencia de calidad y que proce
Barcelona-Actualizado a
Con una ocupación similar a la registrada en 2019, tanto en los destinos de costa como los de interior, el turismo de proximidad en Catalunya está siendo uno de los triunfadores de la Semana Santa, que puede calificarse de la recuperación, después de que las dos anteriores hayan estado marcadas por los cierres y las restricciones de movilidad derivadas de la pandemia de la covid-19. Pese al impacto de la escalada de la inflación y los efectos inciertos de la invasión de Rusia a Ucrania, los establecimientos hoteleros muestran su satisfacción por las cifras de visitantes.
Pero más allá de esta primera lectura, la Semana Santa está evidenciando el inicio de un cambio de modelo turístico. En algunos lugares, como es el caso del parque natural del Cap de Creus (Girona), se ha limitado el acceso, mientras la Generalitat de Catalunya reivindica un enfoque más centrado en la calidad que en la cantidad. Un indicador de esta tendencia son los datos que se extraen del LABturisme, el laboratorio turístico de la Diputación de Barcelona, donde se constata un incremento de las búsquedas de palabras como bodega, enoturismo o museo.
Además de las buenas cifras, también han cambiado las motivaciones de los turistas
"La cercanía ha sido un descubrimiento por los catalanes". Éste es el retrato que hace Jordi Martí, presidente de la Asociación Catalana de Agencias de Viajes Especializadas (Acave). Martí precisa que se trata de una situación que se ha consolidado en el escenario pospandémico, que también ha servido para reanudar un perfil clásico de estas fechas: una visita de pocos días a las capitales europeas. Por otra parte, también "ha resucitado al turismo urbano, concentrado en destinos como Andalucía, Madrid o Catalunya".
Martí afirma que "el mundo comienza a rodar y moverse y eso es muy buena señal". Además de las buenas cifras, también han cambiado las motivaciones de los turistas. Así lo cree el director de la Cátedra Escenarios de Futuro del Retail, Turismo y Servicios de la UPF Barcelona School of Management (UPF-BSM), Josep-Francesc Valls. "Los que vienen, tanto los de proximidad como los de media distancia, vienen con una actitud diferente. Pensar que debemos actuar con el turismo como el 2019 es un error".
Menos viajes y más cercanía
"Debemos contemplar el cambio de ritmo del turismo", explica Valls
En relación a estos nuevos valores de los turistas, Valls señala que se han incorporado conceptos "como la exigencia de economía circular, una tendencia impensable hace poco tiempo, que demanda una mayor intimidad y busca experiencias turísticas de calidad". Para el especialista, este ámbito hizo aflorar un boom del slow tourism, los productos de km0, la proximidad, que ha ido acompañada de una "reducción drástica de los viajes a través de medios intensivos, como el avión".
Para Valls, este nuevo contexto debería aprovecharse para proponer otra oferta, alejada de la masificación, que es una idea que va cogiendo fuerza. "Está quedando atrás el prototipo de turista que venía a Barcelona a hacerse una fotografía en la Sagrada Familia. Creo que es un concepto que está cambiando". De esta forma, el profesor de la UPF-BSM insta a tener en cuenta la evolución a corto plazo de estos visitantes. "El tratamiento no puede ser el mismo y debemos contemplar el cambio de ritmo del turismo".
Pese al buen comportamiento de las grandes ferias que ha acogido últimamente Barcelona, como el Mobile World Congress o Alimentaria, Josep-Francesc Valls cree que estos dos años de pandemia no han sido en vano e inevitablemente, "el turismo de negocios requiere nuevos planteamientos".
Los turistas que escogen los destinos rurales siguen siendo un porcentaje alto
Los turistas que escogen los destinos rurales siguen siendo un porcentaje alto. "Es una consecuencia de la pandemia. De hecho, todavía llegan pocos extranjeros y el público procede mayoritariamente de Catalunya, ni siquiera de otras comunidades autónomas". La explicación de este nuevo modelo la realiza la directora técnica de Ruralcat (Confederación del Turismo Rural y el Agroturismo de Catalunya), Montserrat Coberó. La reactivación del turismo y de la economía ha supuesto, según detalla Coberó, la consolidación de dos perfiles que se habían detenido por la pandemia: las familias y los grupos de amigos.
Tendencia sostenible y de proximidad
Montserrat Coberó vaticina que esta apuesta por el turismo de proximidad y sostenible se prolongará en los próximos años. "Aunque volverán las ganas de visitar destinos lejanos, el hecho de que durante la pandemia fuera la única posibilidad ha generado un efecto residual positivo y los visitantes asocian el turismo rural a una modalidad interesante y este descubrimiento nos ha hecho ganar un segmento de clientes potenciales".
Respecto a la ocupación, Coberó recuerda que se está repitiendo un fenómeno que ya se dibujaba en el 2019. Los fines de semana hay más oferta que demanda, mientras que en períodos de vacaciones o festivos concentrados, como la Semana Santa, la demanda supera con creces la oferta.
El precio podrá volver a considerarse un argumento de venta, pero no la única razón que decante la balanza
Expertos y representantes de los establecimientos hoteleros coinciden en señalar que estas vacaciones de Semana Santa se está produciendo un punto de inflexión, en el que los clientes priorizan tener una buena experiencia vivencial o un destino seguro y sostenible por encima de otras variables, hasta ahora imprescindibles, como el precio. Este hecho plantea una oportunidad para el sector turístico, que puede incluso valorar una subida de precios del servicio, siempre que ofrezca lo que demandan los nuevos consumidores que, según los estudios, no tienen la previsión de reducir los 2,17 días en los que se sitúa la estancia media en Catalunya. El precio podrá volver a considerarse un argumento de venta, pero no la única razón que decante la balanza.
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