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Rusia-Ucrania Ucranianos en España: "No se puede hablar tanto de guerra sin antes pensar en acoger a sus refugiados"

Desde que estalló el conflicto el Dombas, casi 14.000 ucranianos han buscado protección internacional es España, aunque la mayoría ve denegada su solicitud y acaba en la irregularidad. Huir del reclutamiento militar obligatorio no está considerado en España un factor para reconocer el asilo.

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Un soldado ucraniano en posiciones de combate cerca del frente en los territorio prorrusos del país, en Horlivka, región de Donetsk, Ucrania, el 3 de febrero de 2022. — Oleksandr Klymenko / REUTERS

madrid, Actualizado:

En Ucrania suenan tambores de guerra, aunque ya hace ocho años que también doblan las campanas en las regiones del este del país. Allí hay un refrán que dice que cuando dos señores ricos se pelean, los golpes solo los reciben sus sirvientes. Y a Yuri, que nació en Ucrania hace 59 años, cuando todavía era parte de la URSS, este dicho no para de venirle a la cabeza desde que tuvo que hacer las maletas de la noche a la mañana y coger un avión con destino a Málaga.

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Fue en 2016, y prefiere mantener ocultos su cara y su apellido por si acaba deportado y las autoridades ucranianas lo juzgan por no haber acudido a la llamada a filas que le envió con insistencia el ejército. Su solicitud de asilo en España ha sido rechazada y, aunque ha recurrido, no tiene mucha fe en conseguir la protección internacional, como le ocurre a la mayoría de las solicitantes de asilo ucranianos que han buscado refugio en nuestro país desde que estalló el conflicto armado en 2014.

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Cuando las revueltas que bautizamos Euromaidan convirtieron las plazas de Kiev en un campo de batalla y obligaron al expresidente Víktor Yanukóvich a exiliarse en Rusia, el país centroeuropeo se convirtió un gran punto rojo, color de alarma, para Vladimir Putin. Rusia perdía un aliado y, sobre todo, un estado tapón con Occidente. No tardó en invadir Crimea como aviso a navegantes. Tampoco ha escatimado apoyos a la región separatista del Dombás, donde los territorios de Donetsk y Lugansk se declararon repúblicas populares independientes del nuevo Gobierno de Kiev. Estalló entonces una guerra muy localizada, pero que se ha cobrado alrededor de 15.000 muertos, según estima la ONU, y ha generado cerca de 100.000 refugiados y solicitantes de asilo, según el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR).

"Si no me hubiera escapado puede que ahora no estuviera vivo", afirma Yuri

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Ahora que el despliegue de tropas rusas hacia la frontera con Ucrania ocupa portadas y telediarios y que la OTAN habla abiertamente de amenazada intolerable, a Yuri le da más miedo que nunca que su petición de asilo sea definitivamente denegada. Porque desertar de un reclutamiento militar "para una guerra en la que a mí nadie me ha pedido opinión", precisa, no es razón suficiente para que España te proporcione refugio. "Si no me hubiera escapado puede que ahora no estuviera vivo", asevera.

Así que ahora, Yuri lleva seis años en Sevilla, la mayoría sin poder trabajar, porque ya no tiene permiso de residencia. En Zaporiyia, la ciudad en la que vivía, a 150 kilómetros del frente de Donetsk, tenía su propia empresa de impresoras, pero tuvo de dejarlo todo. "Sobrevivo haciendo negocios y dando clases por internet. Antes de la perestroika era profesor de Matemáticas y Física en la universidad", explica. "Encontrar un trabajo aquí, con mi edad, es realmente difícil, así que si no me reconocen como refugiado estaré seguramente en situación irregular. España es un país que no me echa, pero no me da papeles, nunca había visto algo así", ilustra.

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Esas, incide, son las consecuencias colaterales de la guerra, y considera que Europa y EEUU debería entender que Rusia "no cede así como así, tiene mucha capacidad de aguante", argumenta. "Si todo acaba explotando va a haber muchos refugiados más, pero no parece que Europa esté pensando en ellos mientras la tensión sigue escalando y escalando. Y debería hacerlo, debería pensar en las consecuencias para la población civil de un conflicto armado", lamenta.

Casi 14.000 refugiados en España

Desde 2015, el año de combates más encarnizados, hasta 2020 han buscado protección internacional en España casi 13.800 ucranianos, según los datos de la Comisión Española de Ayuda al Refugiado. Sin embargo, son una gran minoría los que han visto aprobada su solicitud. "Ha ido variando la tasa de reconocimiento de protección hasta estar por encima de la media. Se ha pasado de aprobar un 5% de sus expedientes de asilo hasta el 27,7% el año pasado. Muy por encima de la media", explica Lourdes Navarro, responsable de CEAR en Andalucía Occidental. "Pero sigue siendo una tasa baja, insuficiente, que deja a muchas personas desprotegidas", explica. Sobre todo, en casos como el de Yuri, desertores del servicio militar ucraniano.

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Según Navarro, la mayoría de las solicitudes de asilo que finalmente se aprueban son de personas que residían en las regiones más azotadas por el conflicto. Crimea, Donetsk, Lugansk y sus alrededores, pero apenas se aceptan las de personas de fuera de estas regiones, a pesar de que seguir en el país pueda suponer un enorme riesgo para su vida.

Lia Motrechko, refugiada ucraniana en Sevilla. — Cedida

La historia de Lia Motrechko y su familia, por ejemplo, es muy diferente a la de Yuri. Ellos vivían en un pueblo de Crimea cuando Rusia la anexionó militarmente, y por temor, decidieron escapar a lo que ella llama "zona libre". Habían sufrido una ocupación real, con tanques y soldados entrando en Sebastopol. No fue una amenaza, sino un hecho consumado ante el que la comunidad internacional no pudo mover un dedo, porque Ucrania no forma —todavía— parte de la OTAN. La posibilidad de que las tropas rusas siguieran avanzado era para ellos un temor real, una continuación natural a lo ya vivido. Tan real que ya les había costado su casa, las tierras de cultivo de su padre agricultor y la vida tal y como la conocían. Ella tenía solo 12 años, "pero ya era consciente de lo que pasaba, de que Rusia siempre ha sido una amenaza para los ucranianos, ya había vivido una invasión", comenta también desde Sevilla.

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"Hablan del conflicto en Ucrania como si no hubiera ya una guerra desde hace ocho años", apunta Motrechko

Tras unos años como desplazados internos, en 2018 buscaron una zona más tranquila y pensaron en España. Su familia sí consiguió el estatuto de refugiado y, durante un año aproximadamente recibieron ayudas estatales. "Ahora mi padre tiene trabajo como conductor y puedo seguir con mis estudios", apunta. No se le da mal. En 2019, Motrechko recibió el premio al mejor expediente académico de cuarto de la ESO de Sevilla. Llegó con el curso empezado y sin saber castellano. Ahora está en segundo de Bachillerato y se plantea estudiar Relaciones Internacionales cuando vaya a la universidad.

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Su sentimiento nacionalista es comprensible, pero no le gustaría que Ucrania se convirtiera en el escenario de un conflicto que más recuerda a la Guerra Fría que a la Segunda Guerra Mundial. "Noto irresponsabilidad en ambas partes. Hablan del conflicto en Ucrania como una posibilidad, como si no hubiera ya una guerra desde hace ocho años", critica. "Yo tenía una vida feliz en Crimea. Pero de repente todo cambia. Y empezar de cero es algo muy duro", advierte. "Es normal que la gente que no vive en las regiones del este de Ucrania también sienta miedo y huya a países europeos. Y ahora que la situación recuerda mucho a la 2014, seguramente vengan más", expone.

Ella no tiene quejas de la política de asilo española. Al menos en su caso ha funcionado a la perfección. Pero sí advierte de que los refugiados hace tiempo que se han convertido en un arma del tablero geopolítico de los márgenes de la Unión Europea. "Hemos visto como se usa a los refugiados como elemento de presión en la frontera entre Polonia y Bielorrusia", recuerda la joven. "Quién puede asegurar que Rusia no va a utilizar también a los refugiados para presionar a la Unión Europea en medio de este conflicto", dice la estudiante.

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Política de fronteras cerradas en la UE

Navarro también advierte de que una escalada en el conflicto significará un aumento de refugiados ucranianos en toda la UE. "De momento no se habla de una respuesta comunitaria a este posible éxodo", advierte. Y recuerda que la política europea en migración y asilo de los últimos años "consiste en cerrar fronteras" y en llegar a acuerdo con terceros países para que funcionen como tapones de refugiados. "No se habla de corredores humanitarios ni de vías legales y seguras para moverse, como se hizo este verano en Afganistán", critica. Ni siquiera se han cumplido todavía las cuotas de reubicación y reasentamiento de refugiados que empezaron su éxodo en 2014. "Pero en el caso de Ucrania es más difícil bloquearlos, están ya en territorio frontera con la UE", precisa.

Yuri cree que España "debería empezar a cambiar su actitud ante los refugiados ucranianos". Considera que si el bloque de la OTAN "piensa en mantener la posibilidad de un conflicto, también debe pensar en la gente que se va a ver afectada por ese conflicto". A Rusia no le pide nada, sabe bien que no va a cambiar su actitud, "de joven también fui soldado de la URSS", apostilla. "Podría pedir el pasaporte ruso y vivir allí si quisiera", dice. Pero esa no es la vida que quiere. "Solo pido responsabilidad, no se puede hablar de guerra tan alegremente sin antes pensar en los obstáculos de acogida que sufrimos los refugiados", concluye.

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