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El veterinario clínico, un trabajador precario que resiste frente a los abusos de los clientes

El dinero, la tensión por que la mascota se salve y las malas condiciones laborales hacen mella en una profesión que acumula un riesgo de suicidio cuatro veces superior a la media de la población.

04/07/2023 - Dos veterinarias clínicas atienden a un cachorro recién nacido.
Dos veterinarias atienden a un cachorro recién nacido, en el hospital Veterinario de la Universidad de Murcia, en el año 2020. — Sara Molina / CEDIDA

Son las dos de la madrugada. Un yorkie ingresado en un hospital por varias patologías sufre un fallo multiorgánico. No va a sobrevivir. La veterinaria decide llamar al propietario para que se despida de su perro. El dueño obedece y, después de ver a su animal, se encara con la profesional que lo ha atendido.

Raquel (nombre ficticio) tuvo que enfrentarse a dicha situación hace un año. "Se puso muy agresivo. Empezó a pegarle puñetazos a la mesa, me gritó que me iba a matar y que era una desgraciada y una hija de puta, me empujó y me tiró al suelo. Me di con una jaula en las cervicales", rememora la veterinaria.

Le pidió al cliente que abandonase el local y cuando fue a llamar a la Policía, el propietario cogió a su animal y se fue. "Yo estaba súper nerviosa, no sabía qué hacer. Evidentemente tampoco pagó, no pagó nada".

Como el de Raquel, hay muchos casos. Las agresiones a los veterinarios clínicos han sufrido un aumento significativo en los últimos años. Así lo refleja un comunicado publicado el pasado mayo por el Colegio de Veterinarios de Salamanca, confirmado también por una encuesta realizada por el Colegio de Cádiz, en la que el 74,3% de los veterinarios afirmaron haber sufrido algún tipo de agresión por parte de clientes "insatisfechos".

El del veterinario clínico es un mundo muy precario en el que se ha de lidiar con la imposibilidad de un horario fijo, sueldos muy bajos y con un estrés directamente relacionado al espinoso índice de suicidios que acumula la profesión, cuatro veces superior a la media de la población

El riesgo de suicidio en la profesión veterinaria es cuatro veces superior a la media de la población

Según el Colegio de Veterinarios de Catalunya, el fácil acceso y el conocimiento de las sustancias y su cercanía a la muerte y a la eutanasia lleva a que el suicidio sea un factor de riesgo a nivel mundial para los profesionales del sector.

"Me dijo que su perro se iba a morir por mi culpa"

Cuando Ana O. comenzó a trabajar como veterinaria, le tocó hacer una guardia durante un fin de semana. "Estaba sola en la clínica durante el día y por la noche cerraba", por lo que no se podía hospitalizar a ningún animal. "Me llegó un perro intoxicado. Lo estabilicé y lo derivé al hospital, pero el propietario se negó a llevarlo, alegando que podría fallecer en el trayecto".

"Me dijo que su perro se iba a morir por mi culpa. Me hizo chantaje emocional y tras mucho discutir, me tuve que quedar toda la noche. Acabó salvándose, pero el propietario ni me lo agradeció. Según él era mi obligación quedarme, pero no era así". Su horario laboral no cubría esas horas, nadie se las pagó. Al día siguiente también trabajaba. Al recordar su experiencia, Ana declara rotunda que los veterinarios "también tienen límites".

La profesional afirma que son muchas las ocasiones en las que el cliente ejerce violencia psicológica hacia el trabajador, pero a veces también se recurre a la física. Los conflictos suelen ocurrir durante las guardias, porque son situaciones de urgencia en las que los dueños están más irritados de lo normal y en las que los veterinarios están solos o, como mucho y con suerte, acompañados de un auxiliar.

Muchos conflictos ocurren durante las guardias, en las que el trabajador está solo o acompañado de tan solo un auxiliar

Se trata de un oficio que tiene mucho impacto en la salud mental. Según un estudio de la Fundación Galatea, el 41% de los veterinarios ha acudido al psicólogo desde que comenzó la pandemia o se ha planteado hacerlo. Las agresiones tienen mucho que ver.

Lucía Vicente, veterinaria y vocal de la especialidad de pequeños animales en el Colegio de Salamanca, explica que entienden "que no siempre la gente está contenta con su veterinario, pero desde luego la solución no es ni muchísimo menos la vía de la agresión, ni física ni verbal, ni en directo ni por redes sociales".

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Un cachorro es auscultado en el veterinario – PIXABAY. 

Si se hubieran tomado las medidas apropiadas después del primer episodio, quizás se podría haber evitado que Raquel sufriese una segunda agresión dos semanas después. En esta ocasión, le llegó un perro politraumatizado.

Lo habían atropellado y necesitaba una cirugía de urgencia de tórax; se le habían partido las costillas. "La mujer abonó la operación y yo estabilicé al animal mientras venía el cirujano", recuerda Raquel. El veterinario se retrasó 20 minutos más de lo previsto en llegar a la clínica debido a un atasco.

"Informé a la dueña de que el cirujano se retrasaría y de que su animal se encontraba estable. Se le fue la cabeza". La veterinaria relata con pánico la reacción de la mujer: "Me empezó a insultar y me metió el codo en la boca del estómago. Me quedé un instante sin respiración, que ella aprovechó para pegarme un empujón, tirarme al suelo y empezar a pegarme patadas".

No pudo judicializar la agresión porque la empresa le negó la grabación de las cámaras de seguridad

Raquel cuenta que, en esta ocasión, la Policía se llevó a la mujer. La mascota fue operada y se recuperó, pero ella no pudo denunciar porque la empresa se negó a cederle el vídeo que habían grabado las cámaras de seguridad. "Fui al psicólogo porque la gestión humana de la gerencia hacia los trabajadores es una basura", confirma. Poco después, abandonó su puesto de trabajo.

El precio de la sanidad

El vicepresidente de la Confederación Empresarial Veterinaria Española (CEVE)Jaime López, señala que el problema surge cuando hay que abonar el servicio: "La sanidad siempre tiene un precio".

En la mayoría de los centros veterinarios no hay una separación clara entre el veterinario y el aspecto económico. Son los propios profesionales los que hacen un presupuesto al cliente y los que más tarde cobran el servicio. Para la veterinaria Alexandra Ageitos esto supone un craso error.

Ageitos siempre calcula la cuenta de lo que va a suponer la atención a un animal antes de comenzar la consulta para que no haya malentendidos. Aún así, estuvo de baja durante dos meses por la ansiedad derivada del maltrato de un cliente que se negó a pagar.

Un domingo a las seis de la mañana le llegó una perra que estaba convulsionando. "Le dije que lo ideal era que se quedara ingresada, pero me dijo que no lo podía pagar. Yo le expliqué que, en tal caso, solo debía abonar la consulta que ya había realizado". En ese punto, cuenta Alexandra, comenzó la pesadilla.

"Él se negó y comenzó a golpear cosas, a dar patadas y a gritar que iba a coger el extintor y nos iba a abrir la cabeza y, de hecho, abrió la puerta del hospital y me dijo que me daba margen para que corriese antes de ir a por mí a matarme". En un momento dado, el cliente abandonó la clínica y se le cerró la puerta tras de sí. Alexandra y su compañera aprovecharon para llamar al 112 y comunicar a la gerencia lo ocurrido.

A Alexandra un cliente la amenazó con que le iba a abrir la cabeza con un extintor

Al día siguiente, Alexandra tuvo que realizar otra guardia. "No pude trabajar, tenía una crisis de ansiedad y mis jefes en ningún momento me permitieron que me quedara en casa. Me sentí bastante sola, abandonada", reconoce. Pidió la baja laboral y se la dieron por enfermedad común.

Según López, el cliente no percibe de forma objetiva el servicio que se le da. Afirma que muchos dueños piensan que al ser un trabajo vocacional no deberían cobrar. "Eso crea en los veterinarios un doble estrés, por cumplir con su trabajo de una forma muy eficiente y, por otra parte, por llegar a fin de mes".

05/07/2023 - Una veterinaria le saca sangre a un perro.
Una veterinaria a domicilio le pone una vacuna a un perro, en Freila (Granada), en 2023. Sara Molina / CEDIDA

Es un problema que enlaza directamente con un paupérrimo reconocimiento de la profesión por parte de la sociedad. Ana O. lamenta que por el hecho de ser un servicio privado por el que se tiene que pagar, los clientes se creen con derecho a tratar mal a los empleados: "Si les cobramos el servicio nos critican por no tener vocación".

En esta misma línea, Raquel denuncia que el hecho de que tenga que cobrar una factura a las tres de la mañana no implica que no tenga vocación: "Es que es mi trabajo. Seas rico o pobre, tú vas al Mercadona y nunca se te ocurriría decir 'oye, no voy a pagar, pero me llevo la compra'".

Los aspectos que influyen en el conflicto económico son varios. Tanto las tres veterinarias como la vocal del Colegio de Salamanca coinciden en que tener un animal no es un derecho ni una necesidad, por lo que si no se dispone de dinero para cuidarlo, no se debería adoptar. Jaime López destaca que, desde 2012, el sector veterinario cuenta con un 21% de IVA, el doble que otras profesiones sanitarias, una cifra que convierte el oficio en un servicio de lujo.

Con miras a aplacar esta situación, el Gobierno de coalición recogió en su programa de 2019 una bajada del IVA de los servicios veterinarios al 10%. Cinco años después y a las puertas de los comicios generales del 23J, la promesa continúa sin cumplirse.

Una línea desdibujada

A pesar de sus duras experiencias, Raquel afirma que "es el día a día lo que más les machaca", idea que Ana O. también comparte. "Aunque no debas, todo, incluidas las muertes de tus pacientes, te lo llevas a casa. Si tienes un caso complicado, llegas después de tu horario laboral y te pones a investigar la mejor manera de curarlo. Al final se junta todo y cruzas la línea", reconoce.

La veterinaria pone un ejemplo del caso de un perro muy joven que ha llegado a su hospital. "Podría salvarse con muchos días de hospitalización, pero el dueño no quiere dedicar tanto dinero a eso". Ella sabe que el animal podría tener una oportunidad, pero el que decide es el propietario. "Por desgracia, todo depende del dinero".

La eutanasia también les pasa factura. Ana la ve como un acto de compasión hacia el animal, pero a veces se ha encontrado en situaciones que contradecían su ética profesional. "Hay algunos que piden sacrificar al animal por cualquier cosa. Alegan que su mascota está sufriendo. Yo les digo que está padeciendo lo mismo que ellos mismos pueden sentir con un catarro. A una persona no la eutanasian por un resfriado".

Un convenio obsoleto

Las condiciones laborales tienen mucho que ver en el ambiente tensionado de trabajo. 2020 quedó grabado en los anales de la historia veterinaria española como el año en el que se firmó el primer convenio colectivo del sector. Hoy en día, la patronal y los sindicatos de UGT, CCOO y Fetico intentan publicar un nuevo convenio ante la obsolescencia de un documento que ya no refleja la realidad de un oficio en continua transformación.

Jaime López, vicepresidente de la patronal, señala el efecto positivo de la firma del primer acuerdo. "Grosso modo, en 2017 tendríamos aproximadamente el 50% del salario de otras profesiones sanitarias. Actualmente, seguimos a la cola tanto en el sector de la salud como en la mayor parte de los oficios, pero el salario para los veterinarios de mayor responsabilidad se ha incrementado en torno a un 35%".

Al respecto, Jesús Cabrera, encargado del sector de sanidad en Comisiones Obreras (CCOO), señala la necesidad de negociar un nuevo convenio y subraya el punto de discordia que retrasa el consenso entre patronal y sindicatos.

"En algunas clínicas, los veterinarios tienen que estar disponibles fuera de su horario laboral. Si una noche hay una urgencia, llaman a los veterinarios en disponibilidad. Se supone que cada tres semanas, una deben estar pendientes". Explica que, mientras CEVE ofrece una reducción de un 10% en este aspecto, CCOO sigue considerando que son demasiadas horas. "Es necesario reducirlo".

05/07/2023 - Dos veterinarias atienden a un cachorro tras un parto.
Dos veterinarias atienden a un cachorro tras un parto en el Hospital Veterinario de la Universidad de Murcia, en el año 2020.  Sara Molina / Cedida

Para los veterinarios, también es fundamental reajustar las plantillas, sobre todo durante las guardias. "No puede estar el veterinario solo, porque hay muchas tareas, como sacar sangre o hacer una radiografía, en las que el animal debe sujetarlo un profesional para que no se mueva. Yo sola no puedo hacerlo. Y ya no hablemos de las curas o del quirófano", se queja Ana O.

Cuando un profesional trabaja solo, tiene que actuar tanto como veterinario, como de secretario. La sanitaria alerta de que "si hay un animal crítico y yo tengo que ocuparme también de las gestiones administrativas o de lidiar con un cliente que se aprovecha de que estoy sola, puede que tenga que dejar solo al paciente y quizás cuando vuelva, ya no esté vivo".

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