El mundo al revés: el surrealista desenlace tras la agresión de un neonazi a Jaime Caravaca

Publicado el 05 de junio del 2024

Lo que viene a continuación es la evidencia de que, a veces, la violencia sí surte efecto. Es la triste demostración de que a base de hostias se puede imponer una idea, un relato. Es, en esencia, el reflejo de ese detritus moral que impera en las redes.

Pero vayamos al grano. La puesta en escena es un neonazi abrazado a su hijo. El neonazi comparte en X (antes Twitter) el amor que siente por su hijo. A continuación un cómico toma la palabra –también vía X– y le espeta, rotundo: "Nada ni nadie podrá evitar la posibilidad de que sea gay y de mayor se harte de mamar polla de negro obrero".

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Planteada la disensión, lo que ocurrirá a continuación les sorprenderá. El segundo acto se abre con una escena trepidante. El neonazi irrumpe en el proscenio y le propina tremendo mandoble al cómico. Bajo los focos el neonazi, que dejó atrás la ternura paternal, se dirige ahora al público y esgrime, con los brazos hinchados de esteroides: "Esto es por los comentarios pedófilos que ha hecho de mi hijo".

Llegado este punto, nos topamos con un giro de guion inesperado. El cómico, agredido salvajemente sobre el escenario, pide disculpas al neonazi.

Y el neonazi, haciendo acopio de toda la capacidad intelectiva de la que es capaz –la misma que le permite hablar y no cagarse a la vez– se muestra magnánimo y acepta esas disculpas, no sin antes comerse medio kilo de carne.

Y así es como la víctima se convierte en culpable. Y su victimario en inocente. El mundo al revés.

Las redes, como era de prever, han tenido a bien señalar este disparate:

Esta historia tiene muchas posibles moralejas. Pero quién mejor que Jorge Ponce apuntar la que, creemos, es más acertada. Ahí va:

Y poco más, les deseamos un feliz miércoles y les invitamos a que lean nuestras informaciones si así lo desean. También a que viajen y vean otros mundos posibles. Es el mejor antídoto para no convertirse en tremendo naziolo de m******.