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Inés Hernand.Foto: Jaime Morato.
Inés Hernand.Foto: Jaime Morato.

Inés Hernand: «El bienestar nacional pasa por que la gente no tenga que acudir a benzodiacepinas para dormir»

Cuenta con más de 380K seguidores en Instagram y, sin embargo, es de esas referentes a las que la etiqueta "influencer" les da urticaria. Antes de cumplir la treintena, ha pasado de doblar camisetas y poner copas a recoger el premio Ondas al Mejor Programa de Entretenimiento por Gen PlayZ. "Arriba mis santas", su grito de guerra, nos alegró la cuarentena y, ahora, ese discurso valiente y divertido se ha instalado en la televisión pública. Ella es la voz de una generación.

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Hernández es el decimotercer apellido más común en España. Según el Instituto Nacional de Estadística, hay censadas 351.591 personas que llevan como primer apellido este antropónimo que, en teoría, significa atrevido, libre y valiente. Tres apelativos que se ajustan como un guante a esta licenciada en Derecho que un buen día, decidió acortar esta marca familiar y registrarse en redes como Hernand. Poco dista del original, como ella de su personaje. Inés es exactamente lo que parece: una curranta, sin pelos en la lengua y con un compromiso social decidido. Se define en Twitter como una ‘risotas’ y ha dicho en más de una ocasión que solo se toma en serio «el dormir y el follar» —que tampoco está mal—, pero la realidad es que la ‘reina de los proletarios’ lleva trabajando duro desde los 18 años y por fin ha encontrado su lugar. Este 2022, Vanitatis la incluyó en la lista de las 25 mujeres más influyentes de la televisión en España y todo esto con la treintena recién estrenada.

Nos visita en nuestra sede de Gran Vía, calle donde años atrás despachaba pollo frito. Inés Hernand ha sido muchas mujeres en una: camarera, guía turística, dependienta, jardinera… Nunca se le han caído los anillos. Tal vez por eso, no se otorga a sí misma la etiqueta ni de abogada ni de influencer, a pesar de tener razones de sobra para poder colocarse cualquiera de ellas —el título, desde luego, lo tiene— . Desembarcó, formalita, en redes sociales con Inés Responde, una cuenta de YouTube que resolvió miles de dudas jurídicas de varios miles de millennials. Aquel imperio improvisado fue creciendo durante la pandemia y muchos la descubrieron en PlayZ en una sección delirante sobre la búsqueda de pareja en tiempos de confinamiento.

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Hoy cuenta con más de 380K seguidores en Instagram y presenta Gen PlayZ, un programa de debate para la Generación Z que se ha convertido en estandarte de la plataforma digital de TVE. Este espacio, que ha recibido el premio Ondas al Mejor Programa de Entretenimiento, es solo uno de los muchos jardines que le van floreciendo. Es una de las pocas mujeres que colabora en La Resistencia —maravillosa excepción que comparte con Candela Peña e Ingrid García-Jonsson— y podéis escucharla en varios podcast en los que analiza la actualidad con su sarcasmo habitual: Dulces y Saladas, junto a Andrea Compton; Saldremos mejores, acompañada por Nerea Pérez de las Heras y Payasos y Fuego, de la mano de Ignatus Farray. Es, sin duda, una de las voces del momento o, al menos, de su generación, como decía Hannah, el personaje que interpretaba Lena Dunham en la serie Girls.

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Estás en todos los salseos ahora mismo pero, ¿esta abogada se imaginaba con una entrada en la Wikipedia?

Nadie puede suponer que alguien quiera invertir su tiempo en escribir esa enciclopedia de acceso libre y no, evidentemente no esperaba que fuese a tener ningún tipo de entrada en Wikipedia, ni muchísimo menos. Ni siquiera esperaba que fuese a encontrar la vocación. El trabajo me ha encontrado a mí. Estamos en una sociedad altamente tóxica en la relación con el trabajo y para mí, haber encontrado un hueco que no me resulte tortuoso, al que verdaderamente quiera ir todos los días o en el que poder incentivar pequeños cambios sociales desde las redes, donde nos estamos moviendo, me parecen me parece muy positivo. Esa abogada de entonces no se lo imaginaba. Ni esa abogada, ¡ni esa camarera!, porque he sido mucho más esto último, sin duda.

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No te cortas denunciando la precariedad. Has contado alguna vez que te fuiste de casa nada más cumplir la mayoría de edad y que, desde entonces, has pasado por más de 20 empleos. ¿Qué le dirías desde aquí a una Isabel Díaz Ayuso que dijo en octubre que a los jóvenes “les falta cultura del esfuerzo” y que “lo tienen todo”?​

No sé qué tipo de termómetro social está empleando para poder soltar esa afirmación falaz, porque no tiene ningún tipo de sentido. Es de tener una desconexión absoluta de la realidad, de no estar en las calles, de no tener ningún tipo de interés por lo que están pasando las universidades públicas y por esos jóvenes que salen para emprender prácticas. Es sencillamente un disparate, un histrionismo y una ridiculez. Al principio esto ya era un meme, ya se estaban haciendo chistes sobre el chiste, pero es que me parece desbordante y mucho más insultante, aunque haya gente que se lo crea.

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«El tejido colectivo es importante trabajarlo en todos los aspectos»

Insisto, se trata de no tener ningún tipo de proximidad, de no saber a cuánto se está pagando ahora mismo el metro cuadrado en Madrid, ni lo que se cobra por un empleo; si es que tienes la suerte de encontrar algo que tenga que ver con tu topic. Todo esto, con la perspectiva de clase de quien ha podido tener acceso a unos estudios superiores y no está condenado a los márgenes del sector servicios, que es como ella los conceptúa, porque de lo contrario me imagino que los trataría mucho mejor. En cambio, estos son trabajos que desempeñan, en su gran mayoría, mujeres y migrantes.

Andrea Compton, además de una amiga, ha sido tu compañera en muchos proyectos profesionales, ¿crees que la unión entre mujeres nos hace más fuertes?

La unión hace la fuerza, en general. El tejido colectivo es importante trabajarlo en todos los aspectos. Para mí, haber tenido la suerte de encontrar, de forma absolutamente casual, a mi mejor amiga con 13 años no solamente fue un rescate, sino que ha sido mi hermana. Hemos extralimitado la amistad en todo, porque para mí es mi persona de referencia junto con mi abuela y el poder elevar eso a un proyecto conjunto, hace que haya verdad, hace que trabajes mejor y, en general, casi siempre insto a que la gente a que se procure trabajos que puedas hacer con colegas y no tener que depender, en muchas ocasiones, de la precariedad de encontrar su espacio de una empresa que les va a someter.

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Y más allá de esa alianza, ¿cuáles son tus cómicas referentes?

He tenido muchas referentes anglosajonas. A nivel profesional jurídico, me gustaba muchísimo Gloria Allred, que fue la que llevó inicialmente la mayoría de los juicios del Me Too en Estados Unidos y, además, tiene una trayectoria profesional impecable en ese sentido. A nivel comedia, creo que todas nos hemos fijado en lo que hemos tenido al alcance. Yo nací en el 92 y me he puesto El Informal. Entonces tampoco estaba tan en boga los espacios tipo stand up comedy que ahora, afortunadamente, se han hecho mucho más mainstream y ya te encuentras un micro abierto en cualquier bar, pero entonces era mucho más reducido y solo veíamos humor en televisión. Era una tele tramposa, porque evidentemente no representaba todas las realidades que teníamos en la sociedad, solo reflejaba el establishment, con unos perfiles ya muy pulidos.

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«Admiro a Gloria Allred, que llevó inicialmente la mayoría de los juicios del Me Too en Estados Unidos»

No es culpa de Patricia Conde, pero ese concepto nos hizo creer que a lo mejor teníamos que hacernos la tonta todo el rato para ser graciosa. En cambio, Eva Hache me pareció siempre especialmente inspiradora, porque era una mujer disidente, su expresión de género era distinta. Habla con una impronta como la de Wyoming. Yo hablo así, digo tacos, soy rápida, soy mordaz y también quiero emplear la ironía. No quiero jugar solamente al tropiezo físico, porque es que eso es de brocha gorda y no me interesa. Yolanda Ramos y Silvia Abril también me han aportado mucho, su tipo de comedia tenía más capas. Ellas fueron mis referentes, en lo bueno y en lo malo.

Gen PlayZ es, hoy por hoy, el espacio Zeta de la televisión pública, ¿lo veremos en prime time algún día?

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A medio plazo, no y a largo, lo desconozco. No sé si los temas de los jóvenes, que afectan a cinco millones de personas en el conjunto de la población española, se van a ver en prime time, pero tampoco se ve la representación de los mayores de 65 años. En general, en esa franja solamente se va a ver lo que pretenden que se establezca como normativo, la risa bobona y el «aquí no pasa nada». España es muchas otras cosas, incluidos esos cinco millones de jóvenes que también tienen algo que decir y, gracias a que ellos están levantando la mano, se está debatiendo sobre el cambio climático, la violencia de género, las políticas migratorias, la precariedad laboral y la vivienda.

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Les debemos un cierto cambio social. El activismo ha cambiado mucho. Antes salíamos a las calles y ahora todas esas luchas se han instaurado mayoritariamente en entornos digitales, pero están ocurriendo. Hay grandes periodistas de mierda de este país que piensan que están haciendo el triple por España y lo único que hacen es pasar el cazo.

«En prime time solo se representa lo que se establezca como normativo, la risa bobona y el ‘aquí no pasa nada'».

Si tiramos de hemeroteca nos encontramos centenares de frases de políticos para reflexionar. Hemos recuperado unas cuantas para ti. Pablo Iglesias, allá por 2014, dejaba este titular: “El problema de nuestro país no es que ardan contenedores, es que haya gente que busque comida en contenedores”. Si nos ponemos en modo ‘madre de dragones’, ¿qué debería arder?

Tiene que arder todo aquel que esté haciendo que España, como proyecto, esté fracasando a nivel general. Hay mogollón de desigualdad en ciudades como Madrid. La Comunidad está sufriendo una brecha nunca vista antes y es extremo que todo esto esté pasando desapercibido. Me refiero a que sucedan, sin pena ni gloria, situaciones como que haya gente que tenga que estar dos años demostrando su irregularidad en el país para poder acceder a una tarjeta de residencia, que haya personas que, para hacerse una mamografía ante una mancha peligrosa, tengan que estar esperando un promedio de nueve a doce meses. Deberían de arder las instituciones ineptas y los discursos de odio.

Como dijo Thomas Hobbes en El Leviatán [1651], «el hombre es un lobo para el hombre». ¿Cómo es posible que nosotras estemos permitiendo que todo esto se esté yendo a tomar por culo?, ¿cómo puede ser que en 25 años hayamos consumido lo mismo que en toda la historia de la humanidad y que nos esté sudando los cojonazos? Hablo desde el Madrid-centrismo porque vivo aquí, trabajo aquí y además, vibro con la ciudad. Todo me afecta de forma directa, empezando por la cantidad de coches que hay y esa tendencia a ceder el protagonismo a los vehículos en vez de a los peatones. Me parece vergonzoso, pero no es para hacerles arder, sino para que todos estuviésemos en los mismos niveles de indignación.

Ahora que andas buscando representante patrio para el Benidorm Fest, te devuelvo la pelota que le lanzaba José María Aznar a Felipe González: «¿España va bien?»

El éxito de un país no se puede medir el PIB de la felicidad famoso que utilizaron Sarkozy y Cameron en su momento. El bienestar nacional pasa por que la gente no tenga que acudir al consumo de benzodiacepinas para dormir, que se consiga una conciliación familiar auténtica y no haya padres ausentes. Una sociedad va bien cuando estructuras las etapas educativas de forma integral para todas. Eso es lo que forma una sociedad, lo que favorece que todo el mundo entendamos al resto y que desarrollemos inteligencia emocional. Es importante que, si tienes una habilidad, puedas desarrollarte profesionalmente alrededor de ella y no tengas que estar trabajando todo el rato a contracorriente. Parece que somos zurdos y nos obligan a escribir con la derecha. No hay una pluralidad objetiva de opinión y, mientras que todo eso ocurre, España jamás va a ir bien. Tenemos una huella genética que no se subsana, que se pretende borrar. Sin la Memoria Histórica, España nunca va a ir bien.

Carmen Calvo dijo en una entrevista, en 2004: «El dinero público no es de nadie». Cuando escuchas esto, ​¿te ves entonando eso de «¡Si me queréis, irse!», de Lola Flores?

Hay una especie de lejanía, de desencanto político generalizado en España y eso es una realidad. Barbaridades como esa te llevan a pensar que esas personas no deberían de estar en los cargos en los que ocupan y se les debería caer la cara de vergüenza. Nosotras, en Madrid, estábamos viendo durante la pandemia cómo se aplaudía en la sede del PP que una señora estuviese traficando con la fuerza del trabajo a costa de los muertos en las residencias, a costa de tener una sanidad pública absolutamente obstruida y de que todos tengamos que hacernos nuestro seguro privado, no vaya a ser que se nos infecte el uñero. A mí, sinceramente, eso me parece de denuncia. Solo hay que levantarse, coger un hilito y empezar a tirar de la cuerda. Es vergonzoso, hermana.

La decepción es evidente pero, ¿hay políticos qué marquen la diferencia? ¿Tienes un/a favorito/a?

Tengo una política favorita. Creo que el futuro se puede estructurar muy bien con las iniciativas que Yolanda Díaz está presentando. También considero que Irene Montero es una persona que está haciendo unas leyes feministas pioneras, digan lo que digan. También veo en Mónica García una voluntad de cambio real a nivel de la comunidad autónoma. Valoro que haya personas como Rita Maestre o Eduardo Rubiño que están oponiéndose con argumentos a muchas barbaridades. No es una negociación nada fácil, sobre todo, porque están de la mano con peña muy relajada y muy tibia.

Y, «hasta aquí hemos llegado», que pronunció Pablo Casado.

¡Madre mía!… Esa persona, ¿dónde estará?

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