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Imagen promocional de la sexta temporada. Fuente: Movistar+
La Resistencia de Broncano
Imagen promocional de la sexta temporada. Fuente: Movistar+

‘La Resistencia’: UwU se cuela en el show de Broncano

La sexta temporada del ‘late night’ de Movistar ha tenido un invitado infiltrado entre el público. Una de nuestras redactoras ha estado en el patio de butacas rojas del Teatro Príncipe de Madrid para vivirlo desde dentro y contarnos todos los entresijos de este formato de culto para zetas y millennials.

Aurora Muñoz

Si tienes menos de 40 años no hace falta que te contemos quién es David Broncano. El de Orcera (Jaén) empezó como monologuista en 2008 y, tres años más tarde, se llevó su sentido del humor a la Gran Vía de Madrid, donde sondeaba al personal sobre la actualidad. Las preguntas de Broncano fueron el mejor CIS de la Cadena Ser hasta que su popularidad terminó por impedirle avanzar sin que algún seguidor lo abordara para hacerse un selfie.

La vida moderna fue su lanzadera. Este espacio, que echó la persiana en junio de este año después de ocho temporadas y mil programas, se convirtió en una república independiente donde este ‘pachacho’ exploró los límites de la comedia con Ignatius Farray y Quequé. Juntos lograron convertir Moderdonia en un fenómeno que alcanzó los 400 millones de visualizaciones en YouTube y 1,3 millones de descargas al mes vía podcast. Con estas cifras, era casi imposible que Andreu Buenafuente no pusiera sus ojos en él.

El fundador de El Terrat supo ver el filón y lo fichó como colaborador de Late motiv. Allí, ejerció de maestro de ceremonias sustituto en 2017, después de que una infección obligase a Andreu Buenafuente a coger la baja después de 212 entregas. Arrancó el formato en chándal y sacó el tupper de los chistes para dejar claro que sirve para «un roto y un descosido», que dicen en su tierra. Solo le faltaba dar el salto definitivo y lo hizo un año después, convirtiéndose en el rostro más reconocible de Movistar+. Los del ‘cable gordo’ lo han fiado todo a su show gamberro y La Resistencia ya cuenta con un canal 24h en #0. A ver quién le niega la corona al galardonado con dos Premios Ondas.

La magia del patio de butacas

«[Tengo] Casi cuatro añitos, crezco muy despacito / Y voy explorando, soy Caillou», entonaba Rigoberta Bandini en su primera visita al programa. Desde entonces, pocas cosas han cambiado. La Resistencia ya es mayor que el personaje de dibujos animados, Grison se ha cortado la melena y ha dejado atrás el sofá apuñalado que ocupaba las tablas del Teatro Arlequín. Por lo demás, la fórmula [potencia partido intensidad] sigue funcionando. Ahora, en el Teatro Príncipe de Madrid. Desde allí, una redactora de UwU ha asistido a la grabación de uno de los últimos programas. Total, esa endoscopia puede esperar.

Solo los privilegiados que se han lanzado a la complicada caza de una localidad como público y la han conseguido, saben qué es lo que se cuece antes de que se enciendan las cámaras. El temazo de Bongo Botrako suena a todo trapo para recibir a Saray, la responsable de coordinar al público: «Todos los días sale el sol, chipirón». El patio de butacas quiere fiesta y la tendrán. Solo hay que respetar unas reglas, como en El Club de la Lucha: «Nadie quiere un público ‘metido para adentro’, como el de Saber Vivir. Lo que pasa en La Resistencia, se queda en La Resistencia. Eso sí, no vayáis a hacer espóiler por redes sociales, que os cargáis la magia de la tele. Todo lo que está pasando aquí, todavía no existe ahí fuera. Así que cualquier adelanto a vuestros colegas, rompe el marco del espacio y tiempo. No queremos que les explote la cabeza», resume en una divertida amenaza. Cualquiera diría que nos hemos sumergido en Matrix.

Sergio Bezos, encargado del preshow.

Una vez sentadas las bases, el cómico Sergio Bezos arranca el preshow. En un ejercicio ejemplar de improvisación, consigue levantar al público, escoger a un ocupante para la piscina de bolas [el favorito de los congregados], otro para el taburete maldito [el más abucheado] y convence a los presentes -con un par de bromas bestias- de que su ‘filtro de problemas’ es una mierda. Muy del Primer Mundo. Humor en formato ‘navaja multiusos’. Todo en uno.

Todo queda entre amigos

El principal ‘secreto’ del éxito de este programa reside en el buen rollo que se instala en el lugar durante la grabación. Parece hasta complicado que alguien se lo pase mal [aunque toda norma tiene su excepción] y eso traspasa la pantalla. Broncano ha reunido a una pandilla de amigos con los que comparte una manera de entender la comedia y hay manga ancha para crear secciones imposibles. Jorge Ponce es el maestro de la faltada. El colaborador malagueño es capaz de hacer acopio de todos los tópicos autonómicos o bromear con las anécdotas que le dejan sus propias hijas para hacernos reír. Lo mismo se cuela en una sala de fiestas para mayores, que interactúa con los vecinos del patio que colinda con el teatro. Hasta Guillo Martínez, el regidor de plató, disimula a duras penas la risa con sus ocurrencias.

Pero no es el único que ha ido creciendo con el programa. Grison y Ricardo Castella han conseguido ser una pieza fundamental del engranaje. Su constante interacción con Broncano ‘da vidilla’ al formato, lo agiliza y lo diferencia de la competencia. Ambos ponen música en directo a La Resistencia, a pesar de que no son una banda al uso… y ni falta que hace. El excampeón de España y del mundo de Beatbox despliega el arsenal de trucos de su garganta, casi electrónica, y los adereza con unas buenas bromas de drogas o curiosidades sobre animales. Todo vale. A su lado, Castella le hace de contrapunto. No dejéis que os engañe. El ‘señor del pañuelo’ es el verdadero ingeniero de este parque de juegos.

El equipo ha conseguido mantener la frescura durante seis temporadas [y una pandemia de por medio]. Una de las frases míticas de Annie Hall podría definir su apuesta: «Una relación es como un tiburón; tiene que estar continuamente avanzando o se muere». La Resistencia, desde luego, no es un cadáver de escualo. La habilidad de Álex Pinacho para llevar sus bromas internas a las redes sociales, los reflejos de Miguel Campos para encontrar chistes gráficos en tiempo real y las maravillas del equipo de arte son algunas de las claves. Cada temporada trae alguna sorpresa. En esta ocasión han integrado una tirolina que conduce a los invitados más aventureros hasta el escenario, aunque ese arrojo haya provocado algún accidente inesperado.

No hay ‘promo’ que valga

Hace pocas semanas, la actriz Milena Smit dejaba al descubierto un pecho al intentar descolgar del ‘aparatejo’ a Olivia Baglivi, su compañera de reparto en Libélulas. Broncano quiso advertirle de la situación y la reacción de la intérprete nos representa completamente: «Todos tenemos lo mismo», despachó. Este imprevisto da la medida de la naturalidad con la que se acoge a los invitados. Aquí no valen las promociones al uso, los chascarrillos fáciles ni las entrevistas gloriosas. Si hace falta, se tira de Wikipedia, pero cualquiera que se siente en el sofá sabe que los laureles se quedan en casa. Ha venido a jugar.

Hay una cláusula no escrita: se recomienda llegar con ganas de reírse de uno mismo. Sobre todo, porque el propio Broncano hace gala de ello constantemente, con sus alusiones a la falta de presupuesto o las comparaciones con El Hormiguero. No hay complejos. Los invitados suelen ir a favor de obra e incluso pesos pesados de la televisión como Belén Esteban, María Teresa Campos o Bertín Osborne se han sometido a las preguntas clásicas: «¿Cuánto dinero tienes en el banco?» y «¿cuántas relaciones sexuales has tenido en el último mes?».

Estas dos cuestiones se convirtieron en la marca de la casa en los inicios de este fenómeno televisivo. Poca gente ponía sobre la mesa ambas cuestiones. Varios años después, la crítica se queja de que el programa se ha asentado en la cresta de la ola y ha perdido imprevisibilidad. Los entrevistados son cada vez más populares y cada vez acuden menos diamantes en bruto como en los inicios. Sea como fuere, han creado cantera. Broncano y compañía siguen surfeando el éxito. Si todavía no conoces al Niño Corneta, a José Gómez -excampeón de Europa de petanca-, a Miquel Montoro y al dibujante de cómic, Salva Espín, ya estás tardando en tirar de archivo.