FOMO en verano: ¿Es posible escapar de él cuando hay tantos planes?
El verano es la época de los planes guays por excelencia, y el miedo a perdérselos está muy relacionado con la sobreexposición que tenemos a las redes sociales.
Helena Celma
Las redes sociales son un escaparate en el que millones de personas muestran a diario sus planes. Nuestro afán de cotilleo nos empuja a mirar los stories de todos nuestros conocidos para ver qué hacen durante el verano, y hay veces que podemos llevarnos una sorpresa. Puedes pensar que tu plan de estar en una piscina es el mejor de todos, pero quizá te encuentras a otra persona que está surcando los mares con su barquito, y el miedo a estar perdiéndote algo mejor aparece de repente.
Esto es precisamente lo que le pasó a Brays Efe en 2018, cuando preguntó en Twitter por qué todo el mundo tenía un barco. “Yo jamás he estado cerca de un barco y estáis todas encima durante días y días”, se lamenta el actor de Paquita Salas. “Vuestros amigos tienen barco, ¿no? ¿Dónde están esas personas? ¿No me merezco yo un barco? Estaría ahí en medio para hacer un stories con los pies en la proa”, reclama.
No es un miedo singular, sino que se enmarca dentro del FOMO, más conocido como Fear of Missing Out, cuya traducción es ‘El miedo de perderse algo’. Este término describe la ansiedad y el temor que sienten las personas cuando perciben que están perdiendo una experiencia interesante o relevante.
Este término nació a finales de la década de los 90, de la mano del experto en marketing Dan Herman. Sin embargo, no fue hasta el 2004 que se popularizó, debido a la aparición de este concepto en un artículo de opinión en el periódico Harbus. En 2014 ya se incluyó como palabra en el Oxford Dictionary de inglés.
El verano es una de las épocas en las que más se desarrolla esta sensación, ya que está íntimamente ligada al ocio. Ver unos planes mejor que los tuyos puede despertar esa parte tóxica que tenemos en el interior que provoca que tu café con tus amigos, de repente, no sea suficiente y quieras estar emulando lo que hace el resto y que tú consideras que es mejor.
El FOMO sin fín
El problema es que esta sensación es muy parecida al ser humano, porque en ambos casos siempre se quiere un poquito más. ¿Quién dice que la persona que has visto en un Instagram en el barco, con unas playas paradisíacas y unas aguas cristalinas no prefieren estar haciendo otros planes? Por raro que parezca, quizá preferiría estar en tu lugar y tomarse un café en el bar del barrio junto a sus amigos de siempre.
Esta sensación se ha intensificado mucho con las redes sociales y puede acabar teniendo efectos sobre nuestra salud mental. Desde tiempos inmemoriales se ha tenido que escoger entre hacer una cosa u otra, pero el hecho de poder visualizar lo que hubiera podido ser la opción descartada nos martiriza. ¿Cuántas personas habrán pensado si han tomado la decisión correcta al optar por el plan escogido? Muchas, seguramente.
A este concepto le han salido algunos términos hermanos, como el FOBO, Fear of better option, es decir, el miedo a una mejor opción. Tanto monta, monta tanto. Al final, viene a ser la angustia por haberse perdido algo.
Una persona que sufre esta sensación se nota sobretodo por la ansiedad que padece. El hecho de quedarse sin móvil, ya sea porque no hay cobertura o no queda batería, produce una tremenda angustia al no saber qué está haciendo el resto de amistades. Además, suele ser común desanimarse si la interacción que provocan tus publicaciones en las redes sociales no es la que esperabas. “¿Por qué mi foto no tiene tantos likes?”, se pregunta mientras analiza el resto de publicaciones.
Esto viene ligado con la sensación de insuficiencia general: no tengo un plan suficiente divertido, no es suficiente instagrameable… Por lo que la insatisfacción reina en el interior de la persona.
Desconectar de las redes, el mejor método para evitar el FOMO
La sensación de FOMO puede acabar transformándose en el JOMO, el acrónimo de Joy of missing out, es decir, la alegría de perderse algo.
La mejor forma de afrontar el miedo a perderse planes es no saber de ellos. El dicho de “ojos que no ven, corazón que no siente” se convierte en un mantra que nos tenemos que repetir, y para ello, lo mejor es desconectar de las redes sociales.
Vivir intoxicados de las imágenes del resto acaba mermando nuestra salud mental, por lo que quizá plantearte una tiempo de desconexión de Instagram no vendría nada mal, o como mínimo, utilizarlo para algo más que no sea cotillear al resto de tus amigos.