¿Por qué los mosquitos pican a unas personas y a otras no?

¿Los mosquitos siempre te pican a ti? ¿Esos minúsculos insectos voladores la tienen tomada contigo? No es exactamente así: los mosquitos tienen un olfato infalible que les ayuda a guiarse para extraer la sangre de sus víctimas, fundamental para completar el denominado ciclo gonotrófico que culmina con la puesta de huevos, siempre en un entorno con agua.

Así que estos insectos no nos aterran en las noches de verano para fastidiarnos, sino por pura supervivencia. A continuación, te desvelamos los secretos de los mosquitos, responsables de la muerte de más de 700.000 personas anualmente al propagar enfermedades como la malaria, el dengue, el zika o la fiebre amarilla

3.500 especies de mosquitos en el mundo 

Mosquito - Fuente: Pexels
Un mosquito tigre – Fuente: Pexels

Aunque el término mosquito —derivado de mosca— se utiliza a nivel internacional, incluso en publicaciones científicas, los “verdaderos” mosquitos son los culícidos que son el principal grupo de artrópodos en el mundo, contabilizándose hasta 3.500 especies agrupadas en 39 géneros y 35 subgéneros.  

Son insectos voladores que tienen un cuerpo delgado y patas alargadas, razón por la cual se les conoce como “zancudos” en diversos países de América Latina. Rara vez superan el centímetro y medio de tamaño y sus larvas se desarrollan en el agua. 

Solo pican ellas 

Como sabrás, solo los mosquitos hembra pican. Pero no lo hacen con un aguijón, sino con una larga y delgada probóscide —aparato bucal en forma de trompa o pico, dispuesto para la succión, que es propio de los insectos dípteros— que está adaptada para perforar la piel y succionar la sangre.  

¿Y por qué solo pican ellas? Porque necesitan el aporte de proteínas de la sangre para hacer la puesta de huevos. Cada puesta ha de ir precedida por la ingesta de sangre. Por su parte, los machos —que suelen ser más pequeños— se alimentan de néctar, savia y jugos de frutas ricos en azúcares. 

No es nada personal: es tu tipo de sangre… y tu olor 

Ahora que ya sabemos quiénes pican y para qué, tenemos que averiguar por qué te pican tanto a ti y un poco menos a tu pareja. ¿Eres más sabroso? ¿Les caes mal? Un poco más de lo primero que de lo segundo.  

Hay que aclarar, ante todo, que los mosquitos pueden picar a todos los seres humanos: cualquiera puede ser su víctima. Lo que ocurre es que, si tienen mucho donde elegir, se guían por las preferencias de su poderoso olfato. Todo depende, en este sentido, de las sustancias químicas que exuda nuestra piel, la química del aire que nos rodea.  

Siguiendo el rastro del dióxido de carbono 

Los mosquitos viven para “picar”, para extraer la sangre de sus víctimas y perpetuar la especie, por lo que sus órganos sensoriales — unas neuronas olfativas que se encuentran en sus antenas— están especializados en la detección de determinados rasgos químicos que los acercan a su objetivo, seleccionando cuáles son las mejores presas según sus necesidades.  

Y es el dióxido de carbono el elemento clave en este proceso, el que expulsamos de los pulmones y el mosquito detecta percibiendo concentraciones más altas que en un ambiente normal: de esta forma el mosquito percibe en la oscuridad de la noche —¡desde una distancia de hasta 60 metros! — dónde hay un ser humano, porque este el responsable de que haya una mayor concentración de dióxido de carbono. 

Grupo sanguíneo O, el preferido 

Mosquito - Fuente: Pexels
Un mosquito succionando sangre – Fuente: Pexels

Ya en 1974, un estudio publicado en Human Biology señalaba que el temible mosquito Anopheles gambiae —el más eficiente vector de malaria del mundo— sentía preferencia por el grupo sanguíneo O, algo que también se ha comprobado en el que caso del también “popular” Aedes aegypti, transmisor del dengue o la fiebre amarilla, así como el Aedes albopictus, también conocido como “mosquito tigre” por su ornamentación negra y blanca, que también transmite el dengue, la fiebre amarilla o el virus del Nilo occidental. 

Un estudio anterior ya identificó que el ácido láctico sería el componente principal que conduciría a diferenciar el tipo de sangre en la presa. ¿Y por qué tanta afición por picar a los humanos de grupo O? Porque les proporciona una mejor nutrición comparada con los tipos A o B. 

Así pues, tienes un 85% más de probabilidades de ser picado si tienes la sangre tipo O que el mosquito detecta gracias a los efluvios que desprenden el ácido láctico de tu piel.  

¿Pican más a los que “más” huelen?

Uno de los mitos relacionado con la picadura de mosquitos —junto a que pican más a los de “sangre dulce”— es que, cuanto peor huelas, más les atraes. Es decir, recién salido de la ducha y con desodorante, el mosquito te respetaría por “limpio”. Pero no es así. 

Al contrario, algunos estudios sostienen que las personas con más abundancia de microbios en el cuerpo tienden a ser menos atractivos para los mosquitos ya que estos son “seducidos” por algunas de las sustancias que incluyen los perfumes y los propios desodorantes. Así que menudo dilema para el verano, ¿verdad? 

No obstante, este aspecto tiene una vertiente muy relevante para la contención de enfermedades tan graves como la malaria que mata cada año a 600.000 personas. Un estudio publicado en mayo en Current Biology ha analizado como el olor humano guía la termotaxis —reacción de respuesta a un estímulo térmico— de los mosquitos y la selección de huéspedes en condiciones naturales.  

Usando sensores infrarrojos, el equipo de investigación observó qué formas de acercamiento y canales usaron los mosquitos. Incluso a campo abierto, con muchos olores y sonidos diferentes y en medio de las condiciones climáticas del mundo real, los insectos voladores tendieron más hacia algunos humanos que otros

Como se ha encontrado en estudios anteriores, “más mosquitos parecían preferir a las personas cuyo olor contenía una mezcla de ácidos carboxílicos, las secreciones aceitosas que hidratan y protegen nuestra piel. Dos de esos ácidos carboxílicos también se encuentran en el queso Limburger…”. Así que nunca duermas rodeado de queso belga.

El mosquito: ¿un asesino implacable? 

Mosquito - Fuente: Unsplash
Un mosquito – Fuente: Unsplash

Seguro que has oído en numerosas ocasiones que el mosquito es el animal más letal del planeta, matando más personas que el propio ser humano. Se calcula que el mosquito ha matado más de 50.000 millones de personas que han vivido en la tierra en los últimos 200.000 años. Y es que ya se valora que una epidemia propagada por el mosquito podría ser la causa real de la desaparición de los dinosaurios.  

Teniendo en cuenta que los mosquitos son los responsables de la muerte de 700.000 personas al año, no extraña que las investigaciones sobre sus comportamientos sea algo más que biológicamente interesante: se trata de una cuestión de “vida o muerte”

Pero no hay que olvidar que el mosquito tan solo es el responsable de propagar estas enfermedades. Pero no es ningún asesino, ni pretende matar a nadie, aunque nos guste repetir una y otra vez esas frases tan tajantes. Desde luego que no le interesa erradicar el género humano. Para nuestra desgracia, por su propia naturaleza de extraer sangre, es responsable de transmitir enfermedades… sin querer.

Por ejemplo, el referido Anopheles gambiae transmite el parásito de la malaria a través de las picaduras: el parásito pasa al hígado y de ahí al sistema sanguíneo humano contagiando a los glóbulos rojos. Pero este parásito no desaparece, sino que puede “viajar” con otro mosquito a otra persona. 

Pese a las últimas investigaciones acerca de los sensores que utiliza este parásito, se trata de un estudio muy complejo ya que la lucha contra el mismo, y contra el mosquito que lo propaga, es realmente difícil por los retos que supone, algunos actualmente casi inabordables: si una persona con malaria no recibe tratamiento, puede transmitir la infección a los mosquitos sin malaria que le piquen

Pero, por todo ello son tan relevantes los estudios que desvelan los secretos de estos insectos voladores, especialmente aquellos que revelan por qué pican más a unas personas que a otras. De esta forma será más sencillo protegernos ante los riesgos de sus picaduras… más allá de la hinchazón y el picor. 



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