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Abierto por obras

Una visita a las catedrales de Vitoria y León para redescubrirlas con otros ojos.

ESPERANZA MORENO

A menudo, las obras de mantenimiento y restauración de los monumentos arruinan una visita programada con una estampa muy distinta a la que el turista espera encontrar. Algunos templos le han dado la vuelta a la tortilla y han convertido los feos andamios en una experiencia turística única y diferente.

La catedral de Vitoria es uno de los ejemplos más singulares, además de la pionera, pero su estela la han seguido otros templos, como la catedral de León, la iglesia de San Pablo de Valladolid -con las obras de su fachada ya concluidas- y la catedral de Santiago de Compostela, que ha retirado buena parte de los andamios de su majestuoso Pórtico de la Gloria.

El escritor británico Ken Follet, autor del libro más leído en todo el planeta en el último decenio, Los pilares de la Tierra, cuando ascendió a los andamios del gran templo vitoriano y contempló su prodigiosa arquitectura tuvo que admitir que en ningún lugar del mundo había visto algo así. Fue tanta la impresión que le causó acercarse a sus vidrieras, a las nervaduras de los arcos y hasta las criptas, donde los arqueólogos siguen buscando vestigios, que la continuación de su best-seller, Un mundo sin fin, encontró en este templo vasco el marco principal de su trama. Entrar de la mano de Ken Follet en el interior profundo de la catedral, allí donde los ojos nunca habían tenido acceso, es sin duda una experiencia difícil de olvidar. Un viaje a través del tiempo, lleno de misterio y de fascinación.

Es fácil sorprenderse cuando se contemplan a un palmo las figurillas de demonios y monstruos esculpidas en los muros del templo, o admirar las policromías del pórtico, que poco a poco, parecen recuperar el esplendor perdido. Y cómo no, observar de cerca los pilares retorcidos o resquebrajados por el exceso peso de unos techos de piedra que no estaban previstos en sus orígenes o, sobre todo, penetrar en su misteriosa cripta.

Bajo el lema El Sueño de la Luz, la Catedral de León también ha encontrado en las obras de restauración de sus prodigiosas y coloristas vidrieras la visita más original al templo, la que acerca al visitante a este soberbio conjunto artístico de los siglos XIII al XVI que resume la concepción teológica medieval del mundo.

Una plataforma de unos 80 metros cuadrados y situada a 14 metros de altura sobre el primer tramo de la nave central permite una insólita perspectiva del interior, además del seguimiento de los trabajos. Las visitas a esta obra maestra del gótico español, inspirada en la catedral francesa de Reims, se realizan en grupos de 20 personas y siempre en función del culto.

Si la beatífica luminosidad del templo alcanza cotas de paradigmática belleza de día, no menos recomendable es el espectáculo que brindan las visitas nocturnas los viernes y sábados. La portada, con la Virgen Blanca custodiada por dos torres, el trascoro renacentista, la capilla mayor y el retablo y la girola también merecen una atenta mirada.


Fundación Catedral de Santa María


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