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El poliamor, uno para todos, y todos para uno

Un nuevo concepto afectivo propone relaciones sentimentales duraderas, honestas y con varias personas, pero sin casarse

ANTONIO GONZÁLEZ

Roland está casado con Juliette desde hace más de 10 años y, al mismo tiempo, mantiene una relación sentimental –y sexual– desde hace varios meses con Laurel, con el pleno conocimiento y aprobación de su mujer, que se lleva muy bien con la nueva novia de su marido.

Ambas, además, pueden tener otras relaciones sin que a Roland, aparentemente, le importe. Nadie diría que Juliette Siegfried, estadounidense de 40 años; Roland Combes, británico de la misma edad; y Laurel Avery, también estadounidense, de 32, forman una familia al uso (ellos mismos rehúyen tal denominación), en cambio, constituyen un ejemplo ideal de poliamor.

Este concepto, nacido en la California de la década de 1960, define una relación sentimental entre varias personas basada en la honestidad y la sinceridad mutuas, en la que los celos, dicen, no tienen cabida. Los poliamorosos quieren dejar claro que la suya no es una relación meramente sexual, como ocurre en el caso de los swingers (intercambio de parejas), sino que tiene que haber sentimientos.

Los tres han decidido dar la cara en Público para dar a conocer su forma de vida, muy minoritaria en España, donde los partidarios del poliamor apenas llegan al medio millar, aunque están en expansión.

Juliette, que coordina un grupo de poliamor en Internet, lleva casi cinco años viviendo en España junto con su marido, Roland, y afirma con orgullo que en Barcelona, donde reside desde junio, cada vez más gente acude a las reuniones que convoca.No obstante, Roland ve a los españoles reticentes ante este nuevo esquema de vida y reconoce que “para mucha gente el obstáculo son los celos”.

Sin secretos

Roland señala que no hace falta un “proceso de aprobación” para que alguien entre a formar parte de una relación poliamorosa. “Si Juliette se enamora de alguien, esa persona empezará viniendo a nuestras reuniones o a comer con nosotros. Yo nunca le diré a mi mujer ‘ese no me gusta’, porque tenemos una confianza natural en que no va a escoger a personas poco apropiadas o que le vayan a hacer daño”, explica Roland.

Para Juliette es esencial que no haya secretos, aunque puntualiza que, en su caso, no suelen entrar en detalles. Otros poliamorosos sí lo hacen, ya que no hay un modelo estándar de relación. De la misma forma, hay grupos donde todos los miembros mantienen relaciones sexuales de forma simultánea, sobre todo si hay bisexuales, y otros en lo que no es así, como ocurre en su caso.

Juliette explica que “no hay límites” en el número de miembros de un grupo poliamoroso, aunque es imposible “tener tiempo para muchas personas”, sobre todo –remata Roland– si se persigue una relación “estable, amorosa y que tenga calidad”. “La norma básica es la honestidad y el resto está muy abierto”, aclara Roland, y concluye diciendo que el Gobierno debería apoyar este tipo de uniones.

Controles rutinarios de ETS y condones

Al margen del aspecto afectivo, los integrantes de relaciones poliamorosas tienen que afrontar las consecuencias, en la vida diaria y en materia de salud sexual, de mantener varias parejas al mismo tiempo. Los poliamorosos sostienen que el riesgo de padecer una enfermedad de transmisión sexual es inferior al de una pareja monógama, ya que, en su caso, se someten a análisis con más frecuencia y, además, cuando mantienen relaciones con otras personas, su pareja o parejas lo saben, lo que no suele ocurrir en las relaciones tradicionales.

“Nosotros nos hacemos análisis de forma rutinaria, mucho más que los monógamos”, señala Laurel, que cree que no es raro que en España muchas mujeres no se sorprendan ante la posibilidad de que sus parejas les estén siendo infieles.En cualquier caso, Juliette destaca que es “básico” usar siempre preservativo o cualquier método de barrera con las parejas “exteriores” al núcleo primario, para evitar problemas. Su marido, Roland, afirma que “la honestidad protege más que el sexo a escondidas de muchas parejas monógamas”.

En cuanto a los niños, Roland, Juliette y Laurel no tienen hijos, aunque conocen grupos que sí crían descendencia. “Nos encanta la idea de criar hijos en grupos de más de dos; de hecho no queremos ser sólo dos, porque es demasiado trabajo; los grupos que tienen niños lo llevan muy bien”, asegura Juliette.


La batalla contra los prejuicios

La mayoría de los poliamorosos españoles sólo desarrolla plenamente su forma de entender la afectividad entre quienes piensan igual que ellos. Lo mantienen en secreto ante sus padres o en el ámbito laboral, por miedo a las consecuencias que pudiera tener.

“Hay mucha hipocresía con la sexualidad. Si sabes que vas a dar un disgusto a tus padres o que te van a criticar en el trabajo, callas, no se trata de ir dando disgustos a nadie, ni poniendo en riesgo tu credibilidad profesional”, explica Ana (nombre ficticio), una médico madrileña de 42 años que cree que los poliamorosos son “muchos más” de lo que parece.

Ana lleva 21 años casada con Juan, un diseñador gráfico de 40 años que tampoco quiere hacer pública su identidad real, y que afirma que en la mayoría de las parejas monógamas “se miente, no se cuenta lo que se está haciendo”.

Por su parte, Patricia, una socióloga bisexual de 25 años, que también prefiere dar un nombre ficticio, cree que todas las estructuras son válidas en el caso del poliamor. “Hay gente que forma tríadas, o que son cuatro, y todos tienen relaciones entre ellos. Pero hay otros que son como una red formada a partir de una pareja base o primaria”, explica.


Juan quiere dejar claro que no se trata de una secta, ya que “no hay normas fijas” salvo la honestidad “ante todo”. De todas formas, admite que “siempre puede haber celos, pero eso también ocurre en las parejas monógamas”.

El ‘amor sin límites’

Para la modelo canaria Lilián Kimberly Jerónimo, que no duda en dar la cara por la causa, el poliamor “es el amor sin límites”. Lilián tiene una pareja primaria, con la que lleva cuatro años de relación, y otra secundaria, un hombre monógamo con quien está desde hace un año, cuando se inició en el concepto del poliamor.

Al mismo tiempo, tiene relación con dos amigos especiales, con quienes mantiene una amistad “profunda y sincera que puede ir “más allá”. Su sueño es formar una “familia poliamorosa en el futuro”, en la que no descarta los niños.

Lilián Kimberly, que también es activista por los derechos de los animales, confía en que en el futuro el poliamor pueda desarrollarse en España como lo ha hecho el movimiento gay, y está dispuesta a luchar por ello. La modelo, que reconoce que antes de ser poliamorosa era “bastante posesiva”, concluye que cuando prevalece la comunicación, desaparecen los celos.

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