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Charles Chaplin, Buster Keaton…
y Jacques Tati

Se recupera para la gran pantalla ‘Las vacaciones del señor Hulot’, de Jacques Tati, “la comedia más importante de la historia del cine desde los hermanos Marx”, según André Bazin, referente de la crítica cinematográfica

Jacques Tati caracterizado como 'monsieur Hulot'.

MADRID.- De genio a genio. “Tati empezó donde nosotros habíamos terminado”, sentenció Buster Keaton refiriéndose a uno de los artistas más valiosos y singulares de la historia de la comedia mundial, Jacques Tati. Comediante extraordinario, con un dominio sobresaliente de la mímica, fue, sobre todo, uno de los cineastas más arriesgados de los que ha disfrutado el cine, un visionario, un intelectual que desmenuzó las neurosis de la sociedad moderna para reírse (a veces a carcajadas) de ellas.

Ahora, cuando se cumplen 33 años de la muerte de este heredero de Chaplin y del propio Keaton, se recupera para la gran pantalla la versión restaurada de Las vacaciones del señor Hulot, película que significó el nacimiento de ese personaje universal y de la que André Bazin, referente de la crítica cinematográfica, declaró que era “la comedia más importante de la historia del cine desde los hermanos Marx”.

El nacimiento de monsieur Hulot

Un tipo alto y desgarbado, fumador de pipa, un sombrero como a medio hacer, pantalones por encima del tobillo, casi siempre con gabardina e invariablemente torpe, Monsieur Hulot (interpretado por el mismo Tati), nació con aquella película, con la que el cineasta ganó el Gran Premio de la Crítica Internacional en el Festival de Cannes. Estrenada en España en 1954, ahora se recupera la copia restaurada y en formato DCP, y con ella se rescata la mordaz mirada del artista hacia la burguesía francesa.

Cartel de la película 'Las vacaciones de monsieur Hulot'.

En una estación balnearia de la costa Atlántica, un grupo de personas pasa sus vacaciones de verano. Allí Monsieur Hulot altera la calma y las costumbres de los veraneantes, que reproducen los hábitos de la ciudad y no son capaces de apartarse de sus roles sociales y, por tanto, de relajarse. Una circunstancia ciertamente incoherente de la que Tati saca mucho provecho. Al fin y al cabo, una de las máximas de este creador era la de que “la risa nace de cierta absurdidad fundamental“.

Ni una sola palabra sale en toda la película de los labios de Hulot, a quien, sin embargo, rodea un universo sonoro extraordinario. Así, cuando se dejan de escuchar los gritos de los niños en la playa, con el silencio, las vacaciones han terminado. Y se instala cierta melancolía. “Me sirvo del sonido para centrar la atención en los efectos visuales y apoyar la construcción de la imagen; me sirvo de la mímica y de los gestos para reemplazar los diálogos y aumentar así el valor de la pura imagen fílmica", explicó Tati en su momento.

El estrepitoso fracaso de un imprescindible

Rodada en la playa bretona de Saint-Marc, la película avanzaba ya algunos de los temas recurrentes en la filmografía del cineasta, como las relaciones del hombre con las máquinas o la estupidez de una sociedad consumista. Y aquellos veraneantes solo eran inocentes precedentes de los rebaños de turistas que aparecieron después en la fabulosa Play Time. “Los turistas no se enteran realmente de nada –decía Tati-. Pero afortunadamente aún existen personas como Hulot, gentes sencillas que han sabido guardar su personalidad, su pintoresquismo y su humanidad".

“Claro que Hulot es un poco yo, pero también es un poco todos ustedes”, aclaró en cierta ocasión este artista, que siguió con el personaje en otras películas cosechando enormes éxitos. Con Mi tío (1958) ganó el Oscar y el Premio Especial del Jurado en Cannes.

Solamente en Francia, más de veinte millones de espectadores han visto sus películas... Aunque sea, sin duda, uno de los autores imprescindibles de la historia del cine, no se debe olvidar el maltrato que recibió y que hizo que este creador inmenso muriera empobrecido y un poco amargado, renegando del cine y de lo que había recibido de él en los últimos tiempos.

Imagen de la película 'Las vacaciones de monsieur Hulot'.

Imagen de la película 'Las vacaciones de monsieur Hulot'.

Jacques Tati, un revolucionario del cine que no dispuso del respaldo financiero que le hubiera permitido desarrollar en condiciones su inmenso talento, hizo solamente seis largometrajes en treinta años de carrera y siete cortometrajes. Con su gran apuesta, Play Time (1967), consiguió un estrepitoso fracaso y la ruina financiera. Rodada en 70 mm., un formato carísimo que hacía muy complicada la distribución, tras nueve años dedicado a ella y con la construcción de unos decorados urbanos (Tativille) impresionantes, Jacques Tati consiguió una comedia irrepetible, alabada unánimemente por la crítica de todo el mundo y que le llevó de cabeza a la bancarrota. “Un filme hecho en otro planeta”, afirmó Truffaut.

Un burócrata haciendo una pajarita de papel

Los polémicos 70 mm de aquella película no fueron un capricho, “corresponde a las dimensiones del mundo contemporáneo”, decía el cineasta. “No se construyen pequeñas carreteras ni pequeños edificios. Todo lo han invadido las grandes autopistas y los horrorosos bloques de cemento y vidrio. Pero, para mí, ese formato gigante sirve también para rodar a un burócrata haciendo una pajarita de papel".

Y es esa mirada brillante, cargada de sarcasmo inteligente, en medio de la perfección técnica, lo que hace único a Tati, un tipo que aseguraba tener su sola inspiración en los niños y que dedicó toda su obra a denunciar la muerte de la fantasía y de la imaginación. “Ciertamente, tenemos confort, pero el precio ha sido altísimo: se ha acabado la fantasía. Sólo los niños conservan la imaginación. Si yo voy, por ejemplo, a visitar a un banquero y le pido dinero para hacer reír, se quedará estupefacto. Han perdido ya la imaginación".

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