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Qué es el síndrome de la niña buena y cómo evitarlo

La psicoterapeuta experta en terapia con parejas y familias Beverly Engel publicó en 2008 el libro El síndrome de la niña buena en el que ponía nombre a una forma de comportamiento tradicional entre las mujeres caracterizado por el exceso de amabilidad e ingenuidad, ocultando emociones y sentimientos negativos y anteponiendo por lo general el bienestar de los demás frente al propio. Recientemente, en España también se ha publicado el libro Cómo dejar de ser una niña buena de la psicóloga Mireia Rodríguez, que ha vuelto a poner en el foco este concepto.

Pese a que no se trata de un “síndrome” desde un punto de vista clínico ni se puede catalogar de trastorno psicológico, como otros de los que os hemos hablado, al hacer énfasis en la idea de “niña buena” apela a una tradición educativa, familiar y social que “premiaba” a las niñas por portarse “bien” para convertirse en mujeres de “provecho”: sumisas, abnegadas, arrinconadas en el ámbito familiar y sin derecho al voto. 

¿Tienes síntomas del síndrome de la niña buena? 

'Muchacha al piano' de Renoir (1892) - Fuente: Wikimedia
‘Muchachas al piano’ de Renoir (1892) – Fuente: Wikimedia

A pesar de los innegables avances de buena parte de la sociedad occidental en materias de igualdad, el peso de la tradición en el ámbito educativo aún se percibe en la actualidad. Porque, ¿cuántas mujeres pueden decir que no tienen ninguno de los síntomas siguientes que caracterizan al síndrome de la niña buena? 

  • Exceso de amabilidad. Beverly Engel se pregunta en su libro, “¿cómo hemos llegado a ser tan amables?” cuando, se entiende, los demás no lo han sido con nosotras. 
  • Estar siempre disponible… incluso aunque no lo debas estar o tengas algo relevante (y personal) de lo que ocuparte. 
  • Exceso de perfeccionismo aspirando al ideal inalcanzable de “mujer perfecta” en todos los ámbitos: familiar, laboral, de pareja, social, etc. 
  • Poner siempre a los demás en primer lugar, no solo a los hijos, sino a la pareja, a la madre, a la prima, al jefe, al tipo que se te cuela en el súper, a la vecina del quinto y hasta a tu perro.  
  • Problemas (serios) con la imagen corporal. Por desgracia, y aunque vamos en el camino correcto, casi todos tenemos algún “problema” con la imagen corporal, pero en este caso se trata no tanto de un simple propósito de enmienda, sino de un aspecto que afecta a tu vida cotidiana desde un punto de vista psicológico. 
  • Dificultades sexuales. En este artículo de una clínica norteamericana, la psicóloga Susan Albers señala que a menudo estas “buenas chicas” son vistas como inocentes y puras, lo que genera un dilema sexual desarrollando diferentes alteraciones que impiden una sexualidad plena: miedo al deseo sexual, dificultad para comprender las propias necesidades sexuales y presión por decir “sí” al sexo o a actos sexuales que te incomodan. 
  • Siempre sonriendo, aunque estés hasta las narices, lo que conduce, en no pocos casos, al síndrome de depresión sonriente
  • Sobreadaptación. Otra forma de denominar a este síndrome que resume de forma certera todos los síntomas descritos: ese impulso por (sobre) adaptarse a todo lo que venga, poniendo tu mejor cara y exprimiéndote al máximo porque es lo que una “niña buena” debe hacer, o eso nos habían dicho.  

¿Cómo evitar el síndrome de la niña buena? 

entrevista laboral
Mujer mira a dos personas – Fuente: Unsplash

Analiza los síntomas que se vinculan con este síndrome que pueden ser algunos más de los ya descritos pero que van en la misma línea de “sobreadaptación” y ponles freno siendo consciente de que no solo es lo mejor para ti, sino también para la gente de tu alrededor a la que realmente le importas. Si tú estás mejor, ellos estarán mejor.  

  • Deja de creer que ser amable te protegerá dice, con razón, Beverly Engel. Muchos consideran que la amabilidad es una coraza ante los agravios, pero también puede ser una vía para abusar de ti y de tu infinita paciencia. “Pídeselo a ella, siempre cumple”. Pues no, cumplo si me da la gana cumplir.
  • No te preocupes (tanto) por lo que los demás piensen de ti. Un clásico de la autoayuda más gruesa que es muy fácil decir e imposible de llevar completamente a la práctica porque somos individuos sociales y es inevitable verse afectado por las valoraciones del resto. Pero sin pasarse, que las críticas y las alabanzas (que también afectan, cuidado) no alteren tus planes, sino que los apuntalen en la buena dirección. 
  • No seas ingenua. Ser una “niña buena” en sentido tradicional supone quedarse fuera, dejar que otros sean “malos” por ti. Ya decides tú misma cuándo hay que ser buena y cuándo no. 
  • Empieza a expresar tu ira, dice Engel. Por supuesto, la ira ha de ser manejada porque es una emoción primaria y, por lo tanto, inevitable. Exprésala de forma no destructiva con los demás, pero, sobre todo, exprésala de alguna manera, porque si no te autodestruyes. 
  • Ejerce tus derechos asertivos: a opinar, a equivocarte, a hacer peticiones, a no responsabilizarte de las conductas o emociones de otros. 
  • Tírate pedos. No es una broma ni nos hemos dado un golpe en la cabeza. Tirarse pedos y no pedir perdón puede ser un cotidiano acto revolucionario: no, no soy una niña buena y tengo gases igual que tú. 
  • El (buen) sacrificio tiene un límite. Ya lo hemos dicho otras veces, sacrificarse es un acto humano irrenunciable. Porque sin sacrificio no hay progreso. Pero el sacrificio siempre debe ser un acto autónomo, no impuesto. Que nadie te diga en qué te tienes que sacrificar y en qué no.
  • No te olvides de la ética. No ser una “niña buena” no supone no respetar a los demás ni cumplir nuestros deberes éticos a nivel individual ni social, entendiendo la ética como reflexión crítica sobre la moral. Cuidado, que no te confundan con esto, porque es una deriva peligrosa para todos.  
  • Aprende a decir “no”. Y definitiva, aprende a decir no, porque la salud física y mental depende tu grado de asertividad, entendida esta como la capacidad de tomar decisiones de manera firme y con seguridad, respetando las ideas y los sentimientos de los demás, en la medida de lo posible. 


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