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Barberá deja al PP temblando

El PP valenciano, en vilo ante la apertura del sumario del caso Imelsa por ver si hay más salpicados, se echa a temblar tras la comparecencia de la exalcaldesa.

La senadora del PP y exalcaldesa de Valenciam, Rita Barbera, antes de iniciar su comparecencia ante la prensa. REUTERS/Heino Kalis

LAURA L. DAVID 

VALENCIA.- Tras un mes de silencio y un año horrible que seguramente Rita Barberá quisiera rebobinar desde su inenarrable discurso del caloret, la exalcaldesa de Valencia reapareció este jueves en una rueda de prensa en la que defendió su inocencia, repartió a diestro y siniestro y se aferró a dos clavos ardiendo: su “buen amigo” Mariano Rajoy y el secreto de sumario que aún rige sobre el caso Imelsa para no contestar a ninguna pregunta que afectara a la causa.

Precisamente ese sumario (en el que se incluyen las conversaciones grabadas por el exyonqui del dinero y exgerente de Imelsa Marcos Benavent, que auguró que saldría “mierda a punta pala”) es el que hace temblar y hablar en voz baja a lo que queda en pie del PP valenciano, donde nadie está seguro de si será el siguiente en salir retratado. La “jefa”, la todopoderosa Barberá cuando tenía mando en plaza, está cada vez más sola.

Ninguno de los populares valencianos (excepto su dimisionario amigo “Paco” Camps, que la defendió en otra delirante rueda de prensa a principios de esta semana) le apoya ya: unos (como su también querido Juan Cotino, expresidente de Les Corts y consejero varias veces con Camps, ahora retirado a cultivar caquis a la espera de declarar en Gürtel por la visita del Papa) porque están pendientes de sus procesos judiciales y apartados de los focos; otros, como el exvicealcalde Alfonso Grau, ya ni se habla con ella.

El que fuera su mano derecha carga con ser el máximo dirigente valenciano encausado en Nóos por contratar con Iñaki Urdangarín y esta semana fue detenido por presunto cohecho por un asunto que está por ver si se liga con el caso Ritaleaks (los gastos desaforados cargados a alcaldía que denunció antes de la última campaña electoral Compromís). Con el panorama que tiene al frente Grau, se entiende que el exvicealcalde haya declarado que, del blanqueo, Barberá “algo sabía”, aunque ella lo haya negado todo.

En el pretendido PP valenciano “renovado” las cosas no andan mejor. La actual presidenta del PPCV Isabel Bonig, a quien la exalcaldesa avaló en Génova para el relevo de Alberto Fabra, pidió explicaciones a Barberá, pero cada vez que el “nuevo” PPCV se ha visto obligado a dar la cara, ha sido su segunda figura, la coordinadora general Eva Ortiz, la que ha lidiado con la prensa.

Los SMS del dolor ante la “deslealtad”

La propia Barberá admitió este jueves que, tal y como publicó el diario Levante-EMV, envió a Bonig unos SMS en los que les advertía: “cuidado con lo que decís” y les retaba “¿de qué quieres que dé explicaciones?”. La exalcaldesa negó que con ellos quisiera amenazar con tirar de la manta e intentó trasladar la idea de que los envió porque, simplemente, estaba dolida por la “deslealtad”.

No solo Bonig, sino también los presidentes provinciales del PP siguen una línea continuista: al frente de Castellón, como de su Diputación que todavía retienen, continúa Javier Moliner, a quien Carlos Fabra nombró su heredero; en Valencia, Vicente Betoret, que fue secretario del PP provincial con Alfonso Rus, ha escalado con naturalidad un puesto más en el escalafón; mientras que en Alicante preside el partido desde 2012 José Císcar, que comenzó de consejero con Camps y fue portavoz y vicepresidente del Consell de Fabra.

Desalojados del poder en casi todas las instituciones valencianas importantes, al PP no le quedan muchas cartas. Al frente de la gestora del partido en la ciudad de Valencia está ahora Luis Santamaría, hombre de confianza de Génova que fue subdelegado del Gobierno en Valencia con Paula Sánchez de León (que abandonó la política tras ser señalada en Gürtel) y consejero de Justicia con Fabra.

En Génova “también hay tela que cortar”

El único que se ha revuelto, como su mentora Barberá y la ha defendido, es el que será muy probamente el primer diputado imputado popular de la legislatura autonómica, Miquel Domínguez. "Parece que todo el foco mediático esté en Valencia y no en Madrid, cuando en Madrid también hay tela que cortar. Lo que tienen que hacer es dedicarse a resolver lo suyo y dejarnos resolver lo nuestro", respondió a Génova cuando los periodistas le preguntaron sobre la insistencia de la dirección del PP en pedir a la exacaldesa. Domínguez fue concejal de seguridad ciudadana hasta las pasadas elecciones. En 2011, arremetió duramente contra el movimiento del 15-M. En 2006, estaba al frente de la seguridad cuando se produjo el accidente del metro y también durante la visita del Papa Benedicto XVI.

Amigo personal de Cotino, Domínguez juró el cargo de diputado por primera vez el pasado julio con una insólita fórmula: “ante Jesucristo crucificado y los Santos Evangelios”. Domínguez, muy cercano a Barberá, entró el último en la bancada popular, sustituyendo al diputado Juan Carlos Moragues, que a su vez sustituyó como delegado del Gobierno al detenido e imputado en la causa del “cártel del fuego” Serafín Castellano, podría ser el primer ‘popular’ en salir de Les Corts reclamado por la justicia. El exconcejal también está siendo investigado por el presunto blanqueo del grupo popular en el Ayuntamiento de Valencia, pero todavía no ha sido citado a declarar, precisamente, por su condición de aforado al ser diputado autonómico.

Mientras en Valencia siguen los nervios entre los populares ante el temor de cuál será el próximo nombre en saltar a la palestra, con las listas corriendo de imputado en imputado, en Génova se dan por satisfechos con la rueda de prensa de Barberá, que consideran un gesto “valiente”. Su “buen amigo” Rajoy, a quien Valencia apoyó para alcanzar la presidencia del PP, aguarda a que el temporal amaine.

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