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En una calle cualquiera de Siria, una niña canta y de pronto, el caos. Una experiencia de realidad virtual que nos sumerge de forma cruda en la guerra. No es la única. Algunos videojuegos intentan concienciar sobre la crisis humanitaria en zonas de conflicto. El último ejemplo es  una idea sencilla y a la vez sobrecogedora. Una mujer quiere escapar a Alemania. En el papel de su marido y a través de una aplicación mensajería instantánea seguimos su viaje. Con una información limitada intentamos ayudarla, por ejemplo, si puede fiarse de un traficante de personas, si debe permanecer con otros refugiados o seguir sola. Decisiones que pueden acabar trágicamente, igual que si fuera un viaje real. Los mensajes nos llegarán de forma irregular y durante periodos largos de tiempo no tendremos respuesta.  Un juego inspirado en la experiencia real de una joven siria. Este chico  también consiguió escapar del terror de su país. Con esta historia interactiva ha narrado su experiencia. Otros títulos han abordado la supervivencia de los que se quedan y sufren los bombardeos con especial atención a los niños o la integración de los refugiados en los países que los acogen. La crisis de la inmigración también se ha abordado desde el otro lado convirtiendonos en responsables de aduanas que permiten o no el paso de inmigrantes. La inmersión de los videojuegos añaden un plus de dramatismo que sacude conciencias sin embargo no están exentos de polémica.  No han faltado las acusaciones por mercantilizar el sufrimiento o por manipulación política. Lo cierto es que sólo pequeños estudios independientes se han arriesgado a convertir a los refugiados y víctimas de la guerra en protagonistas. Una realidad incómoda o poco rentable para las millonarias superproducciones de esta industria. -Redacción-